Capitulo 2

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Pedí descanso para poder ir a comprar algunas cosas que necesitaba en mi despensa, solo tengo que comprar lo necesario para la semana pues realmente no como demasiado, el peso de mi propia conciencia muchas veces me quita el hambre y por consecuencia algunas cosas terminan por pudrirse.

Suelo pensar en que quizá debería de tomarme el tiempo para conocer a alguien, lo he intentado de hecho pero, al final siempre es lo mismo, no quieren a alguien cuyo trabajo sea el de cortar cabezas de la gente, le temen a la crítica y no los culpo, a mi también, la capucha sobre mi cabeza es lo que me separa de la cruda realidad. ¿Cuál es la realidad? Qué un humano que es igual de pecador sea el que te este quitando el derecho de vivir, tomo tiempo poder siquiera aceptarlo.

- ¿Second?

Una voz varonil me hizo dar la vuelta, ver nuevamente a ese hombre logró sorprenderme, no lo había vuelto a ver desde esa vez en el bar y eso fue hace... ¿1 año? Ha pasado mucho desde la última vez.

- vaya, hace tiempo no te veía, pensé que te habías muerto o algo por el estilo - me habla con tono divertido en su voz, es bueno verlo sin esa expresión de tristeza en su rostro

- te ves más radiante ¿ha pasado algo este último año?

- fui dejando la tristeza, comencé nuevamente con mis labores y estoy empezando de nuevo

Bueno, al menos no termino por suicidarse.

- me alegro mucho escuchar eso Zarist

- ven, te invito una taza de té, claro si tienes tiempo

Las compras las podía dejar para después así que acepte sin más, camine a su lado y lo escuche hablar de lo que había hecho durante todo ese año, pude notar que solo quedaba la nostalgia que le producía el recuerdo de su esposa. Llegamos a su casa, una linda construcción casi al final del pueblo, entramos y seguimos charlando en lo que servía el té, el dulce sabor de la bebida me hacía sentir tranquilo.

- no he parado de hablar sobre mi, cuéntame algo de ti Second

- me gusta escucharte, tienes historias más interesantes de lo que yo podría contarte

- ningún empleo puede ser tan aburrido

- nunca dije que fuera aburrido, solo... no es para oído de todas las personas

- ¿seguirás sin decirme cual es tu trabajo? ¿A que le temes?

- a la crítica

Al parecer se sorprendió con mi respuesta, la expresión de su rostro lo decía bastante bien. Pareció pensarlo un poco antes de decirme lo siguiente:

- prometo escuchar lo que tienes que decir

¿Que podría hacer? ¿Confesar todos mis pecados a manos de un hombre cuya esposa murió bajo mi juicio? Sería querer ganarme el odio de una persona más, la diferencia seria que ya reconocería mi rostro, cada que escuche mi nombre recordaría el sonido del corazon de su amada dejar de latir lentamente.

Pero estoy siendo egoísta.

- antes de esa vez en el bar, tu ya me habías visto

- ¿de verdad? ¿Como estas tan seguro? Recordaría un rostro como el tuyo

- estoy muy seguro de ello, estaba en esa tarima con un hacha y mi rostro estaba cubierta por una capucha negra

No podía permitirme ser mentiroso, mi corazón no soportaría otra carga más de la que ya tiene, no puede latir correctamente por la presión de las mil y un palabras dirigidas hacia el, palabras las cuales siempre terminan negando la existencia del mismo, no me permito decir nada, nunca se me permite decir nada.

- ¡Tu!

Se levantó con ira haciendo que la tasa cayera al suelo, sentí la rabia y tristeza a través de sus golpes sobre mi cuerpo, nisiquiera me moleste en responderle, tampoco me esforcé en defenderme, sabía que no tenía derecho alguno a hacerlo.

- ¡me quitaste a mi esposa! ¡Su corazón se apago bajo tus manos!, ¡¿Como te atrevez siquiera a mirarme como si nada?!

Sentía la sangre escurrir de mi boca, el ardor sobre mi piel, su mano chocar con enojo sobre mi rostro, nunca se me permitió llorar, no lo haré ahora, pero eso nunca significo que no quisiera hacerlo.

- ¡¿como puedes tener el corazón tan podrido?!

...

Sentí sus grandes manos sostener las mías con firmeza evitando que lo siga golpeándo, observe su rostro lleno de sangre, sus ojos gritaban la tristeza que sentía su corazón; me quedé quieto observándolo, sentí poco a poco las lágrimas caer sobre mis mejillas y el inevitable sollozo que salió de mi boca.

- mis manos están tan rojas por la sangre derramada, tienen callos debido a la pesada hacha que suelo cargar, mis oídos están tan lastimados por los incesantes gritos de la gente, mis ojos han visto tantos tipos de corazones dejar de latir. Mi alma está condenada al infierno lo se, no tengo salvación alguna, nisiquiera si dejara el trabajo y me refugiara bajo el manto de Dios

Su voz se iba quebrando, su rostro no había expresión alguna pero se que está hablando desde lo más profundo de su ser, desde lo más recóndito que su manchado corazón.

- se que Dios me odia, me repudia y me lo recuerda todos los días. Ha dejado sobre mi el peso de todas esas almas inocentes y malvadas, ha dejado sobre mis manos el hacha que le arrebato la vida a tu esposa... ¡¿alguien alguna vez me ha preguntado si yo de verdad lo quiero hacer?!

Senti el movimiento brusco, ahora era yo quien estaba contra el suelo, aquel hombre sostenía con fuerza mis muñecas sobre el piso, su sangre goteaba sobre mi, sus ojos que antes estaban melancólicos ahora me miraban de la misma forma que yo lo mire hace unos minutos atrás.

- ¡a todos ustedes les encanta juzgar! Les encanta gritar mil y un maldiciones, piensan que es fácil ponerme la capucha y matar gente, se llenan la estúpida boca diciendo que disfruto hacerlo, ver escurrir la sangre por el piso y ver como cae la cabeza al cesto, ¡también tengo un corazón, demonios! ¡¿Pero quien eres tú para entenderlo?! Has perdido a un ser amado, yo también he perdido a uno ¡mi padre murió bajo mi propio juicio! ¡Murió bajo el mismo metal que alguna vez cargo sobre sus manos y estoy seguro que algún día llegará mi turno!

No salía palabra alguna de mi boca, no pude quejarme más, no pude gritar más, ahora era yo quien lo escuchaba, ahora se que la realidad puede superar cualquier pensamiento, creencia y opinión.

- estamos igual de solos Zarist... la única diferencia es que lo único que te detiene para conseguir alguien que llore tu partida es el recuerdo de tu esposa. Haz tu vida, vuelve a amar, no dejes que la ira te consuma, porque si dejas que ese venenoso sentimiento se apodere de ti entonces... estoy bastante seguro de que lo último que veras será mi capucha y el hacha sobre mis manos...

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