Capítulo 8

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Todo lo que he hecho en esta vida se está devolviendo. No hay que ser un genio para saberlo, tantos años escupiendo al cielo creyendo que no se iba a devolver, ahora que siento el peso de cada una de mis acciones, se que el karma es solo la bienvenida que me esta dando el infierno que me espera después.

No lo negaré, no hay un como o un porque, si este es el castigo que Dios me esta colocando entonces extenderé mis brazos al cielo esperando la lluvia de flechas. Mi Reino va cayendo, todo lo que construí con soberbia, temor y avaricia de esta desintegrando rápidamente, cayendo a pedazos. Sabía que todo iba a cambiar después de la muerte de Second, pero me negué a ver la realidad, el pueblo se está alzando en mi contra, mis aliados me están abandonando, y mi salud cada día es más deplorable.

Observo con calma todas las casas que se ven desde lo alto de mi castillo, las hormigas saben que no pueden atacar por individual así que lo hacen juntas. Solo es cuestión de tiempo para que las cosas avancen todavía más, ya puedo sentir la soga en mi cuello quitando la posibilidad de poder respirar.

Mirando más de cerca mi propio pueblo no puedo evitar recordar mis raíces, siendo el hijo de un campesino llame la atención del antiguo Rey de estas tierras, un pobre diablo que no podía conceder a un heredero de su propia sangre. Supe entonces que mi sed por las innumerables riquezas que poseía la realeza era gigante, tanto que no me importo en lo absoluto que asesinaran a los seres con los que compartía lazo sanguíneo.

Sabía, que mi corazón nació putrefacto, podrido por el brillo del metal de la moneda.

No queriendo ver más ese lugar que se estaba levantando contra mi decidí caminar por entre los pasillos. Caí de rodillas al comenzar a toser desconsoladamente, podrán ser minúsculas gotas e insignificantes, pero el brillo rojo que poseía amenazaba mi propia vida.

- ¡Majestad! ¿Se encuentra usted bien? - escucho hablar a una de las sirvientas

- ¿Que ha estado pasando? - pregunto. Sin alguna gota de preocupación por mi propia salud

- Los soldados han ido a eliminar a las amenazas más grandes dentro del pueblo. Pero esto solamente los ha enfurecido todavía más, hay rumores que dicen que planean tomar el castillo

¿Esos sucios pueblerinos dentro del castillo? Han perdido totalmente la cabeza, o quizá la he perdido yo por rechazar aquella idea.

- Tiene que salir del castillo y refugiarse Majestad

- No digas estupideces. Este es mi castillo, si he de morir aquí bienvenido sea la muerte entonces

Orgulloso hasta en mi lecho de muerte, debería de golpear mi cabeza para así quizá tomar algo de sentido común. Me levanté tambaleante, rechazando la ayuda que se me era ofrecida por los sirvientes.

Camine por los largos y lujosos pasillos, deteniendome un momento frente a la gran pintura que había del antiguo rey de esas tierras. No tenía retrato alguna de mi padre o de mi madre, todas esas personas retratadas en pinturas seguramente las habré visto en algún momento de mi vida, pero sus existencias fueron tan insignificantes que hasta este punto no recuerdo el nombre de casi nadie.

Aquel hombre, era igual de cruel a mi, probablemente mucho más de lo que yo he sido durante todo mi reinado. Quizá por eso estuvo buscando un heredero, su corazón estaba tan putrefacto por el poder que Dios le negó reproducirse por miedo a que alguien peor subiera a reinar. Pero parece que a veces olvida sus propias creaciones, negando una y otra vez que alguien igual a él pisaba sus mismas tierras.

Camine hasta mis aposentos acostándome en la gran cama, sentía mi cuerpo cada vez más débil y un dolor de cabeza retumbaba cada parte de ella. Entonces, me quedarán al rededor de unas semanas antes de mi triste final ¿Debería de hacer el último esfuerzo físico? O solo esperar a la muerte me lleve de una pierna al infierno.

- Argentina... - escuche mi nombre cerca del balcón. Con gran dificultad me incorpore sobre la cama notando inmediatamente al soldado UK. Se veía terrible, no tanto por el hecho que sus ropas estaban rasgadas y llenas de hojas debido a que seguramente estuvo entre los arbustos para llegar aquí, su rostro estaba algo pálido y tenia unas notables ojeras.

- ¿UK? ¿Que estas...?

- Te amo - confesó sin más acercándose a mi cama a paso rápido - Te amo Argentina, lo he hecho desde hace mucho tiempo. Cada latido de mi corazón ha sido dedicado a ti, respiro por ti, he manchado mis manos de rojo por ti. Solo hay una persona ahí dentro, nisiquiera mi esposa o mi hijo han llenado ese vacío que había ahí, tu presencia es tan formidable para mí pobre existencia en este mundo

- ¿Pero qué estás...? No, demonios no. No te quiero a ti

- Lo se. Tu quieres a Second, era él a quien querías pero la realidad es que él no te amaba. Nunca te amo como yo lo hice y te aseguro que aunque ese eslavo no existiera, su corazón hubiera seguido sin latir por ti

- Jódete... ¿Que clase de loco eres? Como osas a venir a mis aposentos y decir semejante disparate como ese. Quien te crees para pensar que eres digno de merecer mi amor, no eres más que un peón.

- Este peón ha dedicado su vida a ti - lo vi acostarse a mi lado, estaba tan débil que no pude tan siquiera quitarlo. Ni cuando se atrevió a abrazarme posesivamente - este peón haría lo que sea con tal de estar al lado de su Rey, mi hermoso Argentina. A ambos nos espera una larga eternidad en el infierno debido a todas las cosas que hemos hecho, pero me niego a ver que te vas primero que yo.

Levantó una botella del tamaño de su mano, no había que ser un genio para saber lo que era. Estaba loco, estaba totalmente loco de remate. Sentí mi cuerpo rígido cuando dio un trago de aquel líquido, sostuvo con fuerza mis mejillas uniendo sus labios con los míos, pasando aquel liquido obligándome a beberlo.

- ¡¿pero qué has hecho UK?!

- Nos vamos juntos Argentina, si has de ir a las profundidades del infierno entonces que sea acompañado de alguien que ta ama. Alguien que con su podrido corazón puede sentir aquello que Second sentía por el eslavo, eso es lo que yo siento por ti, y por eso nos vamos juntos Argentina.

Termino de beber la botella y simplemente me volvió a abrazar. Mi respiración estaba agitada y las lágrimas acumulándose en mis ojos imposibilitaba ver el lujoso techo sobre nosotros.

- Di que me amas Argentina. Aunque sea una mentía quiero escucharlo de tu boca antes de irnos.

Mentir con mi último aliento mientras era abrazado por uno de mis soldados. No pensé que llegarán a ser así las cosas y sin embargo, aquí estamos.

- UK... te amo

- También te amo - antes de cerrar los ojos sentí nuevamente sus labios sobre los míos. Sellando el destino de ambos. Dejando este mundo en brazos del otro.

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