Capitulo 4

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No pensé que volvería a tener este sentimiento, o al menos durante bastante tiempo después; la emoción, los nervios, la tranquilidad de saber que esa persona está conmigo, estar consciente de que esta existiendo a tu lado con el propósito de hacerte compañía en este mundo. Pero por supuesto que todo lo bueno viene de la mano con algo malo.

- ¿te encuentras bien?

La sociedad en la que vivimos no lo aceptara jamás, preferirían matar a sus hijos antes de aceptar que se enamoraron de una persona de su mismo sexo.

- no realmente - respondí vagamente mirando al hombre alemán a mi lado

Después de aquel dia en la habitación supimos que algo había florecido en nuestros corazones, por mi parte acepte la realidad: era un hombre viudo que no superó a su esposa por más de un año, tomando la desición de seguir adelante. Por parte de Second parecía más nervioso con la cuestión.

- ¿te tiene algo preocupado?

¿Para que mentirle? Estoy igual de asustado a él.

- solo... nada, olvídalo

Acomode mi cabeza sobre su pecho desnudo sintiendo inmediatamente como acariciaba mi cabello con dulzura. Tener relaciones con Second fue algo nuevo, nunca en mi vida había estado con otro hombre por lo cual, el dolor y la incomodidad fue algo que ya se veía venir.

- ¿te gusto? - lo escucho preguntar con tono lascivo, pícaro

- dolió al principio, pero si me gusto

Su risa no tardo en sonar por la habitación, me acurruque contra su cuerpo para poder sentir más calor. La madrugada era fría y había comenzado a llover fuerte, se podía escuchar perfectamente las gotas que chocaban con fuerza sobre las tejas; Second tomo las sábanas y me cubrió hasta el cuello con ellas, dejando un beso sobre mi cabeza.

- se perfectamente que también estas asustado - habla de repente - me encantaría poder afirmar que todo estaría bien a partir de ahora pero... te estaría mintiendo - hizo una pequeña pausa para acomodarse mejor y abrazar mi tembloroso cuerpo - haré todo lo posible para que estés bien

- Second

- ¿si?

- ¿alguna vez habías tenido pareja?

El silencio reino por unos cuantos segundos, solo antes de sentir todo su peso sobre mi, logrando sentir contra mí pecho el emocionado golpeteo del corazón alemán.

- eres tu mi primer pareja

...

No mentía al decirle que era mi primer pareja, puede que no halla sido mi primer amor, pues antes de él hubieron personas a las cuales ame en secreto, gente con la cual experimente el miedo al rechazo, el terror de expresar quien era realmente y esperar la respuesta de ellos. Sin embargo con Zar ha sido diferente, desde ese día supe que podía ser correspondido, mi corazón podría amar por fin.

- señor. ¿Que flores va a querer?

¿Pero a que costo?

- las margaritas

Sigo sintiendo temor, pero ya no por saber que le diré esa persona que amo, no, miedo de que podría ser capaz la sociedad al saber que ambos estamos enamorados. No se si soporte nuevamente la pérdida de otra persona importante, estoy bastante seguro, que el tampoco lo sabe.

- Aquí tiene buen señor

El ramo me fue entregado con delicadeza, di el respectivo pago y seguí mi camino. No se si sea correcto regalar flores, pero la pureza de estas me recuerdan mucho su bello rostro, me encantaría poder ver que expresión hará cuando se las entregué.

- ¿compras flores para tu enamorada?

Mi seño se frunció al escuchar esa voz, solo habían muy pocas personas las cuales sabían cual es mi trabajo y eran las relacionadas con el castillo.

- no es de tu incumbencia

Su risa se me hace igual de irritante a su engreído rostro; un guardia del Rey, aprovecha su posición para hacer y deshacer, pobre del hombre o mujer que se atreva a contradecirlo.

- oh vamos Second, ha de ser una mujer linda. - sonrió mostrando sus amarillentos dientes - ha de ser lindo que esta vez no sean para la tumba de alguien

Las perdonas al rededor miraban aterradas ¿y como no? Acababa de golpear su cara. Golpear a alguien que trabaje en el castillo puede traer muchos problemas, los cuales siempre conducen a que le corten la cabeza.

- Cuidado UK - Para mala suerte de el, soy yo el que corta las cabezas. - a tu esposa no le gustaría ver tu cabeza en un cesto

No tiene derecho a hacer algo más, sabe perfectamente que si llega a hacer algo los problemas caerían encima de él, ventajas de ser el único verdugo del pueblo supongo. Sólo observe su expresión enojada una vez más antes de irme; las margaritas seguían bien a pesar de la pequeña sacudida, era lo único que me preocupaba.

Al llegar a casa de Zar me asegure de que nadie estuviera en la zona, espere pacientemente hasta que abrió, mostrándose emocionado por mi presencia.

- llegaste... ¿y esas flores?

- son para ti

Si, es un lindo momento para estar vivo.

...

Al llegar la noche Second se fue a su casa, insistí en que se quedara pero termine por aceptar luego de que dijera que un carruaje  llegaría a recogerlo, al parecer tiene unos asuntos con el Rey. Observe las margaritas que me fueron entregadas esta misma tarde, no pude evitar sonreír, no es muy común que alguien regale flores a un hombre, nisiquiera una mujer.

Son simplemente hermosas, me quedé observándolas por un rato hasta que escuché el firme golpeteo en mi puerta, no esperaba visitas, y dudaba que fuera Second.

- ¿quien? - pregunto sin abrir la puerta, recibiendo inmediatamente una respuesta

- habla la guardia Real, se le es solicitado que abra inmediatamente la puerta

No pude evitar hacer una mueca, Second ya me había hablado de estos tipos, y sin embargo no era necesario escuchar historias de parte de un verdugo. Yo siendo un simple pueblerino estaba consciente de la clase de personas que eran ellos.

- ¿en que le puedo ayudar? - pregunte una vez abierta la puerta. El guardia frente a mi nisiquiera dirigió la palabra, estuvo viendo un punto fijo dentro de mi casa.

Creo que esto me da un ligero deja vu, un escalofrío recorre mi columna cuando lo veo sonreír mostrando sus amarillentos dientes, solo opte por aguantar la respiración después de escuchar aquel marcado acento decir:

- que hermosas flores eligió Second ¿verdad?

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