"Trilogía de amor"

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Betty iba muy nerviosa, se enfrentaría a las preguntas de sus futuros suegros de eso estaba muy segura, a pesar de que ellos al parecer habían tomado muy bien su relación, sabia que ella no era del mismo estrato social y eso a la larga podría afectarles...

Armando iba muy pendiente del camino, pero de vez en cuando se giraba y la mirada, estaba muy callada y él ya sospechaba que es lo que pasaba por esa cabecita, por eso tomó su mano y la llevó a sus labios, logrando que ella le sonriera embobada...

A: Mi amor tranquila ¿Sí?

B: (extrañada) ¿Por qué lo dices?

A: Betty, mi niña creo que te conozco un poco y se que estas pensando que alguien se pueda oponer a nuestra relación, para ser preciso mis padres...

B: No… yo no…

A: Cielo no sabes mentir, pero de verdad tranquila ¿Sí? Veras que no pasara nada de lo que te imaginas, además si fuera el caso, lo lamentaría mucho por ellos, pero te elijo a ti...

B: No Armando, yo no podría separarte de ellos...

A: Y no lo harás vida mía, porque nada va a pasar, así que tranquilita ¿Sí?

B: (recostándose en su hombro) Te amo.

A: Yo también cielo, yo también te amo...

Él volvió a llevar su mano a los labios y siguió conduciendo, mientras ella cerraba los ojos... Era verdad no tenia porque preocuparse...

De pronto vio un gran árbol, así que se dispuso a mirar por la ventanilla y notó que entraban a un gran complejo habitacional, pero estas eran verdaderas mansiones. También había grandes parques con mucho verde al igual que juegos infantiles, los árboles estaban por montones al igual que las flores y ella estaba realmente encantada... De pronto vio que él ingresaba por una gran verja de fierro antiguo y ella divisó una gran mansión, era de ladrillos cobrizos y era de dos plantas y por toda esta había ventanales enormes vestidos de blanco, vio que él se estacionaba y le tendía la mano...

A: Vamos amor...

B: (tomando su mano) Claro… claro...

Cuando se iban acercando a la casa vieron a una mujer que vestía un vestido negro y un delantal blanco, así que supuso que era la mucama, pero lo que la sorprendió fue la familiaridad con que abrazaba a Armando y como él le correspondía con una gran y encantadora sonrisa y ella se enamoró un poco más de él al descubrir que el le daba su cariño a las personas que al parecer lo merecían sin importarle su clase social o que era del servicio...

M: Niño Armando que bueno tenerlo aquí, no sabe cuanto lo he extrañado...

A: (haciendo pucheros de niño consentido) Rosita, lo siento mucho mi reina, pero la empresa apenas y me deja respirar.

R: Lo se mi niño bello, pero ya sabe la edad nos pone sensibles...

A: Pero... ¿De que edad me hablas? Si pareces una quinceañera...

R: Jajaja que cosas tienes, pero... ¿No me vas a presentar a la señorita que te acompaña?

A: Por supuesto, vida… ella es Rosita mi nana de toda la vida, mi amiga y segunda madre… Rosita ella es Beatriz Pinzón Solano el amor de mi vida...

B: Un gusto conocerla señora Rosita...

R: No me diga así mija, solo Rosita… ¿Así que usted es el amor de mi niño?... No sabe lo que la compadezco mija porque Armandito es tremendo.

A: Pero... ¿Cómo así? Vaya no me haga tanta publicidad ¿Quiere?

B: Jojojo... no se crea que conmigo es una seda.

TU LLANTO FUE MI SALVACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora