Jongdae estaba severamente preocupado; algo no andaba bien con Minseok y nadie podría convencerlo de lo contrario. Conocía lo suficiente al asistente como para tener ese nivel de seguridad y el comportamiento del contrario era una confirmación de sus sospechas.
Si su mente no le fallaba, su extraña actitud había comenzado poco después de su viaje al mar; de eso ya habían pasado dos meses. Sin embargo, no tenía ni una pista pequeña de que algo pudiera haberle ocurrido en ese tiempo. Pero fuera lo que fuese, lo hacía sentir inquieto, porque una sola vez en tantos años había presenciado lo mismo y, en ese momento, la situación finalizó con un Minseok con el corazón roto.
Estuvo pensando, dándole vueltas al asunto y meditando en cada rato del día que tuviera libre, ya fuera antes de dormir, mientras cocinaba o en su media hora de defecación. Pero seguía sin encontrar respuestas. Tal vez, su hermano supiera algo que él no. Así que debería iniciar sus investigaciones con él.
Sin embargo, luego de otro intento infructuoso de hallar respuestas en su ducha, el universo decidió demostrarle lo peligroso que era manifestar personas, y más si no se tomaba la molestia de especificar detalles.
El timbre de su departamento lo sobresaltó por la imprevisibilidad de su aparición. Siendo las diez de la noche, dudaba que fuera su vecina llevando más problemas caseros que él no podría resolver. La llegada de Señor Pancita a la puerta le dio mala espina; el felino solo iba hasta ahí si conocía a la persona que lo visitaba. Y solo había tres personas que se presentarían de la nada misma para hacerlo enojar por llegar sin ser invitados con antelación de tres días.
Descartó a Chanyeol, ya que, luego de su encuentro de cuento de hadas drogadas con Baekhyun, tuvieron su drama de ruegos, perdones y promesas de amor eterno. Y ahora, se hallaban en un crucero rumbo a Las Bahamas para celebrar que la vida los había reunido.
Eso solo dejaba a dos seres terrenales disponibles, dos seres que, si llegaban a estar detrás de esa puerta, Jongdae iba a sacrificar en nombre de su inexistente paz.
Colgó su toalla detrás de la nuca para que el pelo terminara de escurrir, respiró hondamente, tronó sus dedos calentando sus puños y se decidió a darle paso a su visitante. Claramente, como buen signo de tierra que se respeta, odió tener la razón.
- ¡¿Qué carajo hacen ustedes dos aquí?! -regañó a los intrusos.
- ¡Noche de hermanos! -respondieron Jongin y Sehun al unísono para luego enfrentarse y gruñirse como perros de jaurías enemigas.
- ¡Suficiente! -separó a los dos agarrándolos de los pelos y metiéndolos al departamento antes de que armaran lío y alguien llamara a la policía- Recuerdo haber tenido una charla con ambos sobre lo mucho muy importante que es que no vengan cuando se les canta la cola -los retó, con dedo en alto, mientras los acusados miraban al piso en la sala de estar.
- Pero si Jongin ni siquiera tiene trasero -Sehun acotó sabiendo que eso enojaría al menor.
- Y tú no tienes neuronas, Oh -se estiraron al mismo tiempo con la intención de agarrarse a golpes, de nuevo.
- ¡Pero qué mierda les dije! -volvió a arrastrarlos del cabello- ¡Ni que fueran perros caniches para andarse mordiendo por nada! Ahora me van a decir, uno por uno, qué hacen aquí. Tú primero, Jongin.
- ¡¿Por qué él primero?! -se quejó el heredero Oh.
- Porque soy al único al que ama -contestó el presidente Kim.
Perdiendo la paciencia, Jongdae les dio una ligera patada en las costillas antes de que llegaran a acercarse. ¡A ver si eso los calmaba un poco! Aparte de que no quería volver a meter los dedos entre sus mechones grasosos -apuntó mentalmente, regalarles otra marca de shampoo y acondicionador-.
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Complejo de soltero
FanfictionKim Jongdae se ve arrastrado al difícil mundo de las citas arregladas gracias a su poco convencional hermano y sus ganas de sacarlo de la soltería para siempre. Sin embargo, pese a haberle dado el gusto, no piensa ser tan colaborativo con la idea y...