Capítulo 5: "La resistencia de no descubrir nuestros sentimientos"

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A Minseok le gustaría decir que, luego de su revelación amorosa a orillas del mar, ocurrió algo más. Pero no fue así, ni él mencionó palabra alguna sobre sus recién nacidos sentimientos ni Jongdae dio muestra de estar en sintonía con ellos como por obra del destino.

Y, aunque en su mente, ese pseudo abrazo a la luz del atardecer había sido algo cercano a la eternidad, no les tomó más que unos minutos siendo interrumpido por el tono de mensaje del teléfono de Jongdae. Una melodía que tenía reservada para Jongin.

Al parecer, la pelea del siglo había finalizado con daños varios que no solo incluían la integridad física de los contricantes. Milagrosamente, ningún vecino había llamado a la policía y Jongdae solo podía suponer que el hecho de que casi todos los inquilinos superaran la edad de jubilación había sido la causa.

Más allá de eso, su hermano prometía que ya se habían encargado de todo con Sehun y que el departamento estaba impoluto y los elementos destruidos ya habían sido reemplazados. Por ende, ya era seguro volver a su hogar.

Minseok mentiría un poco si dijera que la noticia de su regreso no hacía decaer su ánimo, pero, a la vez, reconocía que necesitaba aislarse para poder trabajar en esta nueva situación a la que había ido a parar.

Sin embargo, Jongdae cumplió su promesa antes de marcharse y, si bien no le compró mil galletitas, se encargó de dejar un monto considerable de gastos en su tarjeta para sus diez cajas de regalo. Y Minseok lo amo y lo odio al mismo tiempo por el mismo motivo: pensaría en Kim Jongdae cada instante que sacara uno de esos animalitos dulces de su empaque.

El viaje en tren fue más silencioso de lo esperado. No solo por el cansancio y agotamiento, sino porque los dos responsables de la improvisada salida se la pasaban enviando mensajes, audios y fotos de prueba de lo lindo que habían dejado la sala de estar en espera de un comentario de aprobación del mayor.

Semanas atrás, Minseok no le habría dado importancia, se habría reído y habría lamentado ser el pobre desdichado amado en exceso por dos tontos insufribles. Pero ahora se encontraba fastidiado porque eran la causa de que le hubieran retirado la atención de Jongdae tan repentinamente. Sonaba estúpido, pero después de una tarde donde ese hombre había girado a su alrededor como si fuera el sol de su existencia, se lo venían a quitar de golpe y sin aviso. ¡Era injusto!

Y eso se repitió en sus pensamientos en un hilo repetitivo que abarcaba los sucesos del día, su descubrimiento de sentimientos y el enojo que le causaba que el otro no reparara en él nuevamente. No supo si por cansancio, descuido o monotonía, sus ojos empezaron a pesar y su vista se volvió brumosa. El silencio se hizo se presente con mayor intensidad, seguido de un calor atrayente al que se dejó arrastrar.

...

Jongdae se había propuesto no dedicar ni un ápice de tiempo en pensar qué mierda había sido de su hermano, su jefe y su departamento. Pero el sonido incesante de las notificaciones de esos dos lo obligó a hacerlo.

De verdad esperaba que, ahora que ya se habían roto los nudillos a golpes, pudieran parar de arruinarle la existencia. Él no les pedía que fueran amigos ni que salieran a embriagarse juntos, solo quería que cada uno ocupara el lugar en su vida que le había tocado y ya.

Lo único positivo que podía sacar de toda la situación es que ahora tenía una nueva decoración en su casa, que Señor Pancita recibiría miles de regalos y premios que exigiría por haberlo expuesto a la violencia -aunque él lo conocía mejor que nadie y podía apostar que el felino se había ido a dormir de lo más plácido mientras los idiotas jugaban a la UFC- y haber podido disculparse con Minseok por todos los males vividos por tener que ser su cuidador en las citas.

Complejo de solteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora