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Ꮺ ָ࣪ capítulo 2O | arrival 𓂃

–Coger, casar o matar. – Mark llevaba su tercera taza de café. –Mark, Minhyung, y yo.

–¿Es en serio? – Bufó Haechan.

Karina rio. –Ustedes son los mejores compañeros de vuelo. Luego de Sana.

La misma sonrió al escuchar su nombre, mientras leía un libro.

Karina se levantó de su asiento, llevándose la sorpresa de que Jeno no estaba en el suyo.

–Eh... Chicos, ¿y Jeno?

-Revisa el asiento de Nana. – Dijo Haechan, sin problema alguno, leyendo una de sus revistas.

La chica quedó recalculando unos segundos, para luego ir hacia esos asientos.

Mark la observó irse, suspirando.

–Ella no tiene ni puta idea, ¿cierto?

–Creo que no. – Respondió Haechan.

–Nop, ni puta idea. – Habló Sana desde su lugar, sacándoles una que otra risa.

Al ver las cortinas cerradas, Karina sólo recordaba esas dos situaciones luego del baile, hace años.

Situaciones que necesitaba hablar con ambos, por separados.

Al correrla, vio como Jaemin leía algún libro, apoyado en el hombro de Jeno, quién lo abrazaba y leía igualmente con él.

–Buenos días, lectores. – Rio. –¿Están cómodos?

–Muy. – Asintió Jeno.

–Bien... En una hora aterrizamos, así que, prepárense para la ciudad del amor.

–Tendré una cámara a mano, para Jeongin. – Dijo Jaemin.

–Y, por cierto, probablemente haya fans y tal, sólo actúen normal, ¿quieren?

–¿Por qué nos dices a nosotros, si es Mark el adicto a la cafeína? – Jeno cruzó sus brazos, escuchando la voz de Mark.

–Porque está en modo Minhyung, no Mark. – Eodó sus ojos, volviendo a su lugar.

–¿Estás listo para París? – Preguntó el mayor, una vez solos.

–¿Alguien está listo para París? – Devolvió.

–Yo lo estoy. Te voy a recuperar, Jaemin, y no podrás evitarlo.

–¿Y si quiero que lo intentes?

–¡Llevo intentándolo-

Antes de que siga gritando, Jaemin lo calló con un beso.

–¿Por qué me haces esto?

–¿Hacerte qué? – Acarició sus mejillas.

–Ponerme débil, cuando intento ser fuerte y recuperarte.

–¿De qué hablas? Eres el fuerte, yo... Yo soy el débil.

–¿En serio? Veamos. – Mirando para todos lados, evitando que los atrapen, en un movimiento rápido la mano de Jeno se perdió entre las mantas y terminó en la entrepierna de su "amigo".

–Mierda, Jeno. – Jadeó.

–Sí, sí lo eres. – Sonrió. –Ahora, ¿quieres que la quite, o...?

–Estamos en un maldito avión.

–¿Y?

–¡¿Cómo qué-?! Está bien, está bien. Espera a llegar al hotel, ¿sí?

–¿Y serás mí novio? – Masajeó la zona.

–Jeno... – Suplicó.

–Bien. – Rompió el agarre. –Ya está, sin presión. Llegamos al hotel, en tu habitación, ¿y qué va a pasar?