Capítulo VI: Los brujos

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En ese momento tintineó el timbre. No eran los testigos de Jehová colocando un panfleto en la puerta que señale «NOCHE CONMEMORATIVA DE LA MUERTE DE JESÚS» ni tampoco el correo de la OCA entregando algún pedido a una casa equivocada; era aquel joven gitano que se encontraba en la puerta esperando su ingreso a la casa de unos simples payos que buscaban alguna explicación a un suceso que podrían considerar "paranormal". Así como unas niñas de bachillerato buscarían alguna zona dónde poder viajar a fin del año. Clara, después de buscar la llave en los entornos cercanos de la casa, por fin pudo abrirle la puerta.

—Hola —saludó el joven romaní—, soy Omar Reyes. Aparte de ser un gitano a toda honra, estudié magia con un miembro de la Orden Hermética del Alba Dorada, Jorge Ortiz. Le haré un trabajo gratuito.

Clara observó al chico con cierta suspicacia por los dichosos títulos que él había proclamado tener, sin embargo, el trabajo gratuito hizo surgir en ella un aire de cierta confianza; seguramente no querría estafarles dinero o algo, entonces lo dejó pasar. Jésica se sorprendió al verlo, al igual que su amiga anteriormente. Ella la apartó un poco.

—¿confías en él? —preguntó.

—Nos hará el trabajo de buscar a los responsables de forma gratuita. —repuso Clara.

—A mí nunca me habló de precios cuando lo llamé. Más le valía. —profirió Jésica.

—Tranquila. Yo creo que hará un buen trabajo —aseveró Clara

A Jésica le daba la impresión de que el joven Omar sentiría alguna curiosidad acerca de la lujosa casa, o del aroma a Polo rojo de la colonia que tenía impregnada en su vestido blanco de verano, mientras que el chico se veía algo andrajoso, como si estuviese de un entrecasa algo inusual y con paños en todo su cuerpo. En la casa podía verse banderas de cuando Clara fue a la universidad «Por Mejor futuro de Castelli» y encima de la mesa un libro titulado La máscara de la muerte roja de Edgar Allan Poe. También la mesa estaba adornada por un florero, el cual el joven muchacho rodeó sin siquiera recibir la orden de hacerlo. El chico se posó sobre una de las paredes, quizás en el afán de simpatizar con las jóvenes payas.

—¡Qué bien que llegaste! —exclamó Jésica—. En la sala de arriba se encuentra mi hermano. Ahora mismo está viendo Tom y Jerry, pero quería saber si podías averiguar qué fue lo que ocurrió con él. ¿Por qué murió y resucitó así como así? ¿Hubo alguien tras ese hecho?

—Puedo hacerlo —replicó Omar algo pensativo—, pero puede que mi respuesta no les guste.

—Queremos tener una respuesta —explicó Clara—, ya sea que nos guste o no.

—¿Crees en Dios? —preguntó Omar.

—Sí. —repuso Jésica.

—Yo creo en él —repuso Clara—. Siempre está conmigo. Y éste hecho hizo que sea más creyente en la magia.

Fragmento del periódico Clarín, en 25 de mayo de 2022, por Martín Cinelli:

INSTALAN CÁMARAS EN EL CEMENTERIO LOCAL

Ante la duda de saber quién estuvo sacando a los muertos de sus tumbas, instalaron cámaras en el cementerio local. Según declara Juan Coronel, diversos cadáveres han estado desapareciendo en el cementerio que él vigila. No duda que estén teniendo un destino mucho peor que el empresario Jesse Giordano o el cantautor J.J Parissi.

El día justamente coincide con el día en el que se conmemora la revolución de mayo, y para recordar a nuestros grandes héroes de la patria, se le dio flores a un monumento de Manuel Belgrano en el pueblo de Alem.

El joven romaní se acercó a Jesse, quien lo miró atónito. Se podía notar algo de expresividad en su cara, a pesar del estado en el que se encontraba. Podía notarse que estaba atrapado en un cuerpo que ya no funcionaba bien, y el horror de vivir una vida que no era como lo había sido antes; era el cascarón de lo que realmente había ahí dentro. Omar le tocó la mano, cosa que le incomodó un poco a Jesse, sin embargo, sus hermanas le habían avisado antes de que un gitano iba a ir a saber qué fue lo que ocurrió realmente. Omar cerró los ojos, y le palpó la mano cuidadosamente, mientras mostraba un ademán pensativo.

El joven volvió a palpar la mano de Jesse, y presionó un poco fuerte en el punto central de la misma. En ese momento abrió los ojos, los cuales se le iluminaban, y observó tanto a Jésica como a Clara.

—Esto es obra de algún brujo —dijo él—. O peor, algún grupo de brujos con malas intenciones. —agregó.

—¿Es en serio? —inquirió Jésica—; entonces "ellos" se refiere a ese grupo en específico. ¿No?

—Sí, la policía de Castelli hasta ahora no sabe por dónde ir, ya que es una situación muy complicada—dijo—. Imagina que desaparezcan cadáveres y después aparezcan con vida. No se sabe si salieron ellos o alguien los sacó.

—Por eso es que instalaron cámaras de seguridad en el cementerio local —dijo Clara—; está en la primera plana del Clarín.

—Sí, quieren averiguar quién hizo lo que hizo. —repuso Omar.

La tumba de Jesse © (Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora