Capítulo VII: Florgelia

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En frente a la sala de interrogatorios de la comisaría local se encontraba sentado Juan Coronel en un banquillo de madera, esperando a ser llamado mientras los policías interactuaban entre ellos en la habitación tras él. Un pasillo blanco de unos ocho metros de largo se extendía hacia el norte, y en él reposaban puertas que llevaban a otras habitaciones. Frente a Juan se encontraba una con una inscripción de «Oficina 1», dónde quizás escriban una nota con detalles de alguna denuncia que se haga. A su lado se hallaba la segunda oficina, reservada a género, siendo la primera probablemente la de robo. El sistema de Buenos Aires resultaba ineficaz, bajo el mandato de Sergio Berni en el ministerio de seguridad, toda la provincia era un caos con los crímenes, y aún más en las provincias aledañas. Después de cierto tiempo de espera, el oficial Eduardo Morel se dirigió a las inmediaciones de Juan, posándose justo frente a él.

—Venga usted conmigo, señor. —dijo el Sr. Morel.

Juan, sin decir ni una sola palabra, se levantó de su silla, y entró a la sala. El oficial se sentó, su silla era de un plástico negro resistente, e igual la de Juan. Con cierta timidez se sentó también, y sintió el embriagante aroma al café que estaba frente a él. Cada vez que tomaba café por la mañana, se hacía un espacio para fumar; y en ese caso no había excepción. Solo el hecho de tener algo en la mano sería suficiente para calmar la ansiedad que le provocaba no tener una cajetilla de Chesterfield en mano, aquella a la que nombraba como « Una Chester de doce, mentolado».

—¿Hasta ahora no hubo ningún detalle de quien está tras esto? —preguntó Sr. Morel.

—Hasta ahora no hubo ningún caso de desaparición, al menos desde que pusimos las cámaras. —repuso Juan.

—¿Usted fuma? —preguntó el oficial.

—Sí.

—Tome —Levantó de la mesa una cajetilla de Marlboro. Juan, aunque no fumaba de esas, lo agarró de igual forma.

—En un cementerio de Alem hicieron lo mismo —explicó el oficial—, y notaron que un hombre encapuchado entraba —agregó y continuó—. Lo que sé es que después de éste caso, según el Wall Street Journal las acciones de la empresa Giordano subieron drásticamente. También ocurrió eso con la banda Nirvana cuando Kurt Cobain se suicidó; sus discos eran comprados a montones por el legado que dejó.

—¿Eso es medianamente cierto? —preguntó Juan—, a penas conocía a la familia Giordano, siendo quienes acudieron a mi cementerio para enterrar a Yis, Yes o como se llame ese tipo.

—Jesse.

—Está bien —corrigió Juan—, Jesse había estado muerto durante meses. ¿Cómo es posible que se mantenga tan bien inclusive si fue resucitado mediante algún tipo de magia?

—No lo sé —dijo Morel—, la única pista que tengo es un fragmento de una nota que menciona a ellos.

Fragmento sacado de The New York Times, escrito el día 5 de Junio de 2022 por Anthony Wilson, traducido por Andrés Domínguez:

Respecto al caso de la familia Giordano, en Buenos Aires, Argentina. Un grupo de periodistas fue éste sábado al país con el fin de buscar respuestas, pero en vez de eso, todo lo que se había recopilado conducía a la nada misma. No sé cómo actuaría la familia Giordano frente a la situación que vivió, pero al menos sé que deben estar haciendo una investigación al respecto.

Fragmento sacado de lo que fue el diario personal de Clara Bonnet:

Querído diario: me siento feliz por haber vuelto a ver a mi amado Jesse con vida, pero algo triste por las penurias que debe estar sufriendo en un cuerpo que no le es funcional. Yo lo amé desde el día en que lo conocí, él me presentó una de sus máquinas o experimentos raros que hacía con montones de cables y aparatos raros. Él se enamoró de mí cuando estábamos terminando el bachillerato. La suerte hizo que ambos conectemos, estemos en la misma sintonía. Él me vio ganar esos premios en el hipódromo, yo lo vi participar en una convención tecnológica e ingresar en la sociedad científica. Ambos eramos el uno para el otro, cuando él de pronto murió. Ahora ha vuelto a la vida, pero no sabemos el motivo, y no sabemos si fue algo natural o algún tipo de magia.

De Drogas y plantas que no deberías consumir, escrito por William Johnson y traducido por Andrés Domínguez:

La Florgelia, una planta muy curiosa, usada como droga para el tráfico y la trata de personas, también usada para rituales de chamanes en la antigüedad. Los antiguos decían que podía hacerte pasear por el infierno y por el cielo, antes de revivirte, pero si te pasas con la cantidad, sus efectos pueden ser fatales, convirtiendo a la persona que la consumió en un muerto viviente, con intenciones sumamente primordiales y violentas. 

La tumba de Jesse © (Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora