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—¿Estas seguro de esto?— preguntó viéndolo fijamente con esos bonitos ojos grises.

—Completamente seguro, te dije que no te dejaría sola y es lo que haré. Ahora andando que perderemos el vuelo.— sonrió Aki mientras tomaba la mano de Mikasa.

—Oye, oye muchachito ¿que crees que haces? Acaso querías fugarte con mi pequeña Kasa-chan como adolescente lujurioso pecador.— grito Satoru a unos cuantos pasos a la distancia mientras los apuntaba con su dedo índice acusador.— Y tu muchachita ¿estas embarazada o porque te ibas a ir sin despedirte para fugarte con Aki?

Mikasa quería se abriera un enorme pozo justo debajo de ella y la tierra la tragara.

Aún a pesar de los años que tenía de conocer a Gojo no podía acostumbrarse a la forma dramática y bochornosa de ser del peliblanco. Lo amaba tanto como amaba a Levi, el junto con Kugisaki, Itadori y Megumi eran como sus hermanos, unos que no eran de sangre pero sí los que la vida se encargo de ponerlos en su camino.

Aunque obviamente eso no quería decir que le encantaban las escenas que Satoru lograba hacer en medio de tanta gente, sabía que le gustaba llamar la atención y le divertía cuando lo hacía acostá de cualquiera de los otros tres no a la suya propia.

Se acercaron a Gojo, Mikasa con una expresión de fastidio en su rostro y Aki aún perplejo.

—Nadie se está fugando Satoru ni mucho menos estoy embarazada. Si no te avise fue porque justamente quería evitar este tipo de atención.

—Entonces te avergüenzas de mi, ¿cierto? Soy un viejo ridículo a tus ojos. Disculpame por verte como mi hermana pequeña y querer venir a despedirte.—decía mientras su mano derecha tocaba el lugar donde se situaba su corazón.

Mikasa sabía que lo había herido de verdad.

—Sabes que no es eso y que te amo también como si fueras mi hermano mayor. Es solo que no me gustan las despedidas y menos despedirme de ustedes porque siempre lloro una semana entera al saber que no los podré ver pronto.— le dijo mientras sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.

Gojo la observó y su expresión se suavizó, cerró la distancia que los separaba y la abrazó con cariño.

—Te amo mucho pequeña, espero que estos seis meses pasen rápido y ese imbécil quede en el pasado, te deseo un buen viaje y aquí te esperaremos con los brazos y el corazón abiertos.

Para este punto la Ackerman era un mar de lágrimas, eso era lo que ella quería evitar. Le dolía decirles adiós, aunque Levi, sus padres y demás amigos no asistieron (porque ellos sabían que le chocaba eso) era difícil para ella.

El hombre le dio un beso en la coronilla mientras la soltaba con cuidado y se dirigía al Hayakawa de forma seria lo que era raro en él.

—Te voy a pedir solo un par de cosas o quizá tres la primera, no sé te ocurra lastimar o aprovecharte de mi niña o te buscaré y pateare las bolas, la segunda no dejes que nadie más la hiera y la tercera si ese imbécil del doctor la hace llorar, rompele la madre por mí.

Aki solo atinó a asentir, en el tiempo que tenía de conocer a Gojo Satoru nunca lo había visto hablar tan serio.

—Bueno ahora váyanse, si no perderán el avión.— fue lo último que les dijo antes de dar media vuelta y despedirse con su mano izquierda sin voltear atrás.

—No entiendo como alguien tan teatrero se ve tan genial al despedirse. Creo que acabo de descubrir mi modelo a seguir.—comento Aki mientras su vista seguía en la figura del otro hombre.

—Siempre se ha sentido el personaje principal de un anime o película, y con respecto a lo de tu modelo a seguir te recomiendo que lo reconsideres ya que terminaras igual de idiota como Itadori.— le respondió Mikasa mientras comenzaba a caminar a la sala donde esperarían a abordar.

Adúltera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora