17

183 15 3
                                    

Hay ciertos momentos de la vida, donde te pones a pensar y replantear las acciones y forma de vida que has llevado.

Las situaciones que fueron surgiendo de determinadas acciones que a tu parecer no eran tan importantes, pero conforme pasa el tiempo te percatas que eso tan chiquito e insignificante que pensaste que era, al final terminó convirtiéndose en la gran bola de nieve que amenazaba con terminar tu tranquilidad. Eso es lo que Frieda Reiss pensaba en este momento, viendose en el espejo del baño de ese lujoso salón.

Vio como pasaba frente a sus ojos cada "pequeña" acción que tomó en el pasado, como se entrelazaban y hacían una cadena de errores que la llevaron hasta el día de hoy, este donde el hombre que ha sido su esposo por ocho años le ha pedido el divorcio.

Ese hombre el que juro que la amaría, respetaría y estaría con ella en las buenas y en las malas. Ese que se había convertido en alguien que ella ya no conoce, que se atrevió a verle la cara y aun asi a mentirle descaradamente.

Pero no todo era culpa de Eren, como bien lo había dicho ella con cada acción que había tomado solo lo había alejado, si no se hubiera encerrado en su propio dolor, ese que también el estaba sintiendo y tratando de sobrellevar.

Porque ¿que no ambos habían perdido a su pequeña hija? ¿No se suponía que tenía que llorar en su hombro y juntos tratar de reponerse de esa gran perdida? Pero no, le fue más fácil y mucho más apropiado alejarse de él y culparlo por la muerte de la pequeña Historia.

Es muy egoísta de su parte el querer que Eren la siga amando y viendo como cuando aún eran una pareja unida y llena de amor, si bien el Jaeger no debió de traicionarla, pues tampoco puede culparlo de haber buscado refugio en alguien más.

Por fin puso atención a la imagen que reflejaba ese enorme espejo rectangular, y lo que le enseñaba era solo una mujer que ella ya no reconocía. No sólo por su maquillaje corrido, esas grandes ojeras bajo sus ojos y su nariz y rostro color escarlata provocado por el llanto que seguía brotando de sus bonitos ojos azul cielo, los cuales estaban también inyectados de color rojo.

Era una imagen patética y sentía repulsión por verse de esa forma, porque mientras ella estaba llorando en ese baño frío y solitario esa mujer estaba allá afuera pasándola muy bien en compañía de ese chico.

Le odiaba, como jamás pensó odiar a alguien en su vida. Se había metido con él hombre que más ama en el mundo, Mikasa era consciente que Eren estaba casado con ella, pero eso no la detuvo de no sólo coger con él, sino de engatusarlo y provocar que se enamorara de ella.

Suspiro, como si eso se llevara todo el dolor y pesar que estaba en su cuerpo, se lavo el rostro y tomó su bolso de mano sacando los artículos de maquillaje que siempre cargaba con ella.

Cubriría las ojeras y rastros de llanto, no podían verla así. Mikasa no la vería acabada de eso estaba completamente segura, no le daría la satisfacción de verla jodida.

Cuando terminó de maquillarse salió del tocador, para dirijirse a su respectiva mesa.

Su marido ya estaba ahí sentado estaba serio o enojado ya no sabría bien que le sucedía pero no despegaba la vista de la parejita que se encontraba frente a ellos.

Iba a hacer un comentario pero ni siquiera logró emitir palabra alguna cuando escucho el sonido de él micrófono al ser tomado.

Los asistentes al evento sintieron curiosidad y voltearon al escenario que estaba decorado con tonos neutros y flores blancas, ahí se encontraba una joven alta enfundada en un bonito vestido azul metálico que le hacía resaltar su cuerpo esbelto, cabello rubio corto, ojos oscuros y notablemente ebria.

—Buenas noches apreciables invitados, muchos ya me conocen y algunos cuantos no, pues me presento; soy Yelena Novikova nuera del respetable doctor Jaeger, esposa de Zeke. Ustedes se preguntaran ¿porque estoy dando estas explicaciones? Pues les diré, hoy quiero felicitar a mi adorado suegro por su galardón y de paso por haber educado a mi esposo de una forma tan "honorable". Gracias suegro, por haberle enseñado a Zeke a ser un poco hombre, que podía meterse con cualquier mujer y que no tendría algún problema, así como usted Grisha Jaeger se metió con la mamá de su pequeño hijo estando aún casado con mi suegra Dina y como no espero ni un año después de su muerte para casarse con la dulce señora Carla. Gracias a usted, a su ejemplo es que a Zeke se le hizo muy fácil seguirlo, hoy estoy aquí para pedirle el divorcio después de enterarme que me vio la cara por años, con su dulce y puta asistente la señorita Pieck Finger.

Todo el salón quedó en completo silencio, todo eso era algo así como un secreto a voces, pero que hoy era confirmado por parte de alguien de la familia del doctor.

Frieda por supuesto que ya lo sabía, pero ella no era nadie para meterse en algo que no le compete. Observó a su esposo y como su rostro pasó de la sorpresa, a la indignación a finalmente la furia porque estaban poniendo en mal no solo a su padre y hermano, sino también a su querida madre.

Yelena siguió hablando.

—Frieda, donde estas querida concuña.— decía mientras la buscaba entre los presentes y cuando por fin la encontró siguió. — Deberías de cuidar a tu marido, por que si el papá y su hermano han sido infieles, no dudo que el pequeño Jaeger también lo sea, y si tiene una amante asegúrate de que no la embarace así como Zeke lo hizo con su estúpida asistente. Bueno eso es todo, sigan disfrutando la velada, yo me retiro a mi hogar para tirar todas las cosas del hombre que nunca valdrá la pena y por último tomalo esto como un consejo de amigas querida Pieck. Tu lugar de amante ya está desocupado, veamos cuanto tardan en llenar la vacante.

Y sin mas bajo del estrado.

Unas mesas más adelante se encontraban furiosos Zeke y Grisha, mientras Carla estaba hecha un mar de lágrimas, a su lado Eren seguía perplejo y frente a ella Mikasa estaba pálida, quisa por las palabras que le dedico su ahora ex-concuña sobre Eren.

Ahí fue donde Frieda aprovecho el momento y le dedico unas palabras al castaño.

—Ya ha comenzado su castigo, querido esposo. Al final de cuentas todos obtienen lo que merecen y Mikasa y tu no serán la excepción, aunque yo no soy tan corriente como Yelena.




Continuará...




Adúltera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora