Capitulo 30

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Lisa ha vuelto a casa.

No es como la última vez, es diferente.

Para empezar, está cansada e irritada, mucho más que la última vez que fue a un viaje de negocios pues el viaje fue corto pero muy movido. Como vicepresidenta de la empresa tuvo que ser participe de reuniones de largas horas junto a Jisoo.

Segundo, al llegar a casa no fue recibido con una escena familiar reconfortante. No. Fue recibido por Zara y los gemelos sonrientes, pero Jennie lucía aburrida; Yunjin y Yeonjun se veían tensos e incómodos, apartados de la familia.

ㅡBienvenido.ㅡSe acerca su esposa para dejar un pico en sus labios fingiendo una sonrisa.

ㅡJennie...ㅡDice tomando en brazos a Taehyun.

Taeyang corre tras Zara hacia el comedor, los chicos detrás quedando solo los tres en la entrada.

La mira preocupada.ㅡ¿Estás bien?

La castaña suspira.ㅡSí, solo no dormí bien, pero no es nada.ㅡMiente.ㅡVamos a comer.ㅡSonríe un poco tomando a Taehyun en sus propios brazos, caminando hacia el comedor.

Lisa  arquea una ceja confundida, quedándo parada en la entrada sin entender realmente la extraña vibra en su familia. Suspira masajeando su cuello.

Algo no está bien, lo puede sentir pero lo ignora por ahora, porque realmente necesita comer algo e ir a la cama para descansar, necesita descansar.

Va al comedor con su familia que ya la espera y cenan en silencio excepto por los gemelos que parloteaban de algún dibujo animado. Jennie en su mundo y los adolescentes por su lado.

Conoce a su familia más que nadie en el mundo, algo definitivamente no está bien.

El silencio no es usual en la casa de los Manobal.

Más pronto de lo que cree termina la cena familiar, todos se levantan para ir a sus habitaciones. Lisa lleva a los gemelos a su cuarto y los arropa entre juegos aunque su espalda la está matando. Luego se dirige a su propia habitación, y antes de abrir la puerta Jennie lo hace.

Tiene su caja de telas y moldes en sus manos.

ㅡ¿No es muy tarde para ordenar tus telas?ㅡPregunta confundida.

Jennie niega.ㅡIré al estudio, arreglaré unos pantalones rotos que tengo.ㅡAlza sus hombros y pasa de largo, sin antes dejar un beso en su mejilla.ㅡBuenas noches, no me esperes.

Lisa la ve irse por el pasadizo hasta bajar las escaleras y perderse de su vista.

Su corazón le dice por milésima vez que algo no está bien.

Ingresa a su habitación, se quita los zapatos, la camisa, quedando solo en brasier y pantalones de vestir y sin más se acuesta en su cama. Respira hondo para finalmente quedarse dormida.

¿Qué estás haciendo?

Abre los ojos y parpadea para acostumbrarse a la luz del sol.

¿Qué haces con nuestros hijos?

Voltea a todos lados encontradose con un laberinto, no hay salida. Son paredes de cemento con el sol ardiente en lo más alto.

Quiere levantarse pero no puede.

Algo le impide moverse para salir de ese laberinto que la sofoca. Y esa voz sigue hablando, le sigue reclamando.

Te dije que seas feliz... ¿Lo eres?

Quiere gritar pero no puede.

Una figura femenina, de vestido blanco y velo de flores. La mira a tan solo metros, con unos ojos tristes, decepcionados.

Es ella. Reconoce su voz.

Dijiste que serías feliz por nuestros hijos, que me olvidarías.

Se acerca a pasos lentos, y mientras más se acerca se da cuenta de sus lágrimas.

De repente todo se hace negro. Cierra los ojos. Vuelve a abrirlos y está en una habitación de hospital.

Sana está en una camilla.

Y ahora ella está de pie, sobre césped y entre paredes blancas.

ㅡMentirosa, date cuenta del daño que te haces.

La camilla y la habitación se alejan, y Lisa trata de correr pero no puede moverse. Inmóvil siente que se ahoga, quiere hablar con ella pero se aleja cada vez más. Ahora corre en su mismo sitio mientras se hunde en la tierra, sin voz.

Se hunde.

Más y más.

Le falta el aire.

ㅡ¡Sana...!

Agitada abre los ojos. Su corazón late como loco. Su pecho va de arriba abajo con desesperación por la anterior sensación de ahogo.

Toca su pecho y su otra mano lo ayuda a sostenerse en el colchón. Cierra los ojos y se deja caer de espaldas.

Todo fue una pesadilla. Hace mucho no soñaba con su ex-esposa.

"Date cuenta del daño que te haces"

Rasca su cuero cabelludo con frustración y suspira profundamente. No puede dejar de pensar en esa frase, porque le deja un mal sabor en la boca.

Maldice en voz baja para ella misma.

Mira el reloj a su lado, en la mesita de noche, y reniega al ver la hora. Tres de la mañana.

Pasa su mano por el lado de la cama, inconscientemente tratando de buscar el cuerpo de su esposa pero está vacío. Jennie no está. Está sola, ni siquiera siente el perfume de Jennie.

Y eso no le gusta.

ㅡSana, ¿Qué quieres que haga?ㅡLe dice a la soledad de la habitación.

Pasan las horas, y no puede conciliar el sueño.

Ahora son las seis y media de la mañana. Se levanta con pereza y le da un último vistazo al lado vacío de la cama antes de levantarse y vestirse para salir de su habitación.

Empieza su rutina en casa antes de volver al trabajo. Como un día normal.

Como si su corazón y aquel sueño no le advirtieran...

Cenizas de un amor | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora