Friendzone - Lawlu

Ego herido y mirada suplicante

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"𝗍𝗎 𝗅𝗎𝗀𝖺𝗋 𝖾𝗌𝗍𝖺́ 𝖼𝗈𝗇𝗆𝗂𝗀𝗈, 𝗆𝗂 𝗅𝗎𝗀𝖺𝗋 𝖾𝗌𝗍𝖺́ 𝖼𝗈𝗇𝗍𝗂𝗀𝗈, 𝖾𝗋𝖾𝗌 𝗆𝗂 𝖽𝗎𝗅𝖼𝖾 𝖼𝗈𝗋𝖺𝗓𝗈́𝗇"
Ho hey: The lumineers

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— ¿Qué pasó? — la dulce castaña acababa de llegar con una bolsa llena de frituras y helado, su recorrido al departamento había sido una odisea, primero se perdió de camino, tomó el bus equivocado, pisó un charco de agua y como si fuera poco perdió las llaves de su departamento pero finalmente llegó con algo de comida. Su hermano nunca pedía ayuda pero aquel mensaje en el grupo de amigos donde decía: "Vengan a mi departamento, necesito ayuda" había alterado toda la química en su cerebro y prendió las alarmas del mismo haciendo que sin importar lo que ocurriese ella corriera a todo prisa hasta el hogar de este.

Ahora que se encontraba frente a su hermano quién estaba envuelto en una cobija mientras abrazaba sus piernas y miraba algún punto fijo en el piso, estaba segura de que se trataba de un corazón roto, lo había pensado en todo el trayecto pero no estaba segura de que se tratase de eso.

— Entró en un colapso — Kid, quién estaba jugando videojuegos acostado en uno de los sillones, pausó su partida y rebuscó en las bolsas, él vivía en el departamento y solo estaba como un espectador viendo qué podía gorrear de aquellas bolsas.

— ¿Y ella? — Los ojos de Lami se desviaron desde el cuerpo de su hermano hasta su mejor amiga peliverde quién estaba sentada al revés en el sillón con los pies apoyados en la pared y la cabeza colgando del cojín, el rimel se le había corrido y tenía los ojos hinchados como una persona que acababa de llorar.

— Estaba intentando animarlo pero acabó igual de triste que él. —  Kid siguió rebuscando en las bolsas hasta que encontró una bolsa de papas fritas y susurró un pequeño "bingo"

— ¿Y tú? — la castaña observó con curiosidad al pelirrojo quién solo sonreía ampliamente mientras comía de las papas, lo conocía, sabía que era rommie de su hermano pero no esperaba su presencia en esa escena.

— Apoyo moral. — afirmó para acto seguido continuar con su partida.

— ¿Qué es el amor sino una trampa mortal? — susurró la peliverde mirando a un punto fijo pensando en absolutamente todo y nada al mismo tiempo.

La castaña soltó un suspiro observando el trabajo pendiente que tenía por hacer. Se inclinó hasta donde estaba su amiga, a decir verdad, era muchísimo más fácil convencer a la peliverde que a su hermano o al menos era más fácil hacerla entrar en razón. La jaló de un brazo y acomodó su cuerpo sobre el sillón haciendo que sus pies quedaran sobre el suelo y su cabeza se apoyara en el sillón

— Ponte bien.— añadió verbalmente mientras le pasaba unos pañuelos y sus gafas.

— Pero yo. — la peliverde soltó un pequeño quejido y terminó asintiendo, ese día no era para ella, era para su mejor amigo, no debía ser egoísta, ya luego habrá tiempo para hablar de sus problemas — está bien.