19. ESTA HECHO

31 4 0
                                    

Las cosas no son como siempre te las dicen, en ello puede que exista una mentira que haga que todo lo que creíste... no sea real.
—...—

WILDA RICHTER


10 DE DICIEMBRE 2021

Me muevo de un lado a otro, las computadoras que tenemos en frente nos muestran que Annelise no se ha presentado a su trabajo desde hace un mes y medio, según lo que nos dijo su jefe de trabajo y su familia: es que no se ha comunicado con ellos, más o menos en el mismo tiempo que lleva de desaparecida en su trabajo.

Mucho más aparte, nos acabo de llegar una alerta roja sobre que encontraron a un chico en estado interfecto.

—¿Que han encontrado? —pregunta en comandante Weber observando lo que hay en la computadora, ya que está se proyecta en la pared.

—Nada, comandante —informa la sargento Aller mientras sigue viendo en su computadora.

Veo por el rabillo del ojo como Weber se mantiene quieto sin decir nada, solo veo como tuerce sus labios, da un montón de vueltas en su lugar, todos los de la sala están hablando e investigando, hasta que escuchó como él estampa los papeles contra la mesa, todos lo miran.

—¡Quiero que encuentren a Annelise! —espeta enfurecido— tenemos que encontrarla.

—¡Hacemos lo que pode...

No dejó que terminara de hablar al pobre chico, él lo miraba como su quisiera arrancarle la cabeza.

—¡Dije que tenemos que encontrarla! —alzó la voz notoriamente—. No quiero que me dez tu negatividad, dame una solución inmediata.

El chico de informática no volvió a decir nada, solo siguió moviendo su teclado muy rápido, Weber se tocaba su cabello con desesperación mientras daba vueltas por la sala.

Yo llegué a su lado y puse mi mano en su hombro, eso hizo que se calmara un poco.

—Tranquilo —le dije— la encontraremos.

Él asintió

—No es tu culpa —musite— no lo es.

—¡Debí adoptarla! —siguio tocando su cabello con muchísima desesperación—. Debí hacerlo cuando pude, debí hacerlo, ahora no puedo estar tranquilo.

—¡Mathias! —alcé la voz y él me miró, lo tomé para que fuéramos a una habitación para que lo que mencionaramos fuera privado—. No es tu culpa, tú quisiste hacerlo, pero sabes que no pudimos, no pudimos...

Y con eso me desmoroné, la pequeña Anne ya no estaba a nuestro lado, tenía mucho tiempo que no la hemos visto, y ahora con la noticia que nos dieron sus padres adoptivos junto con su jefe de trabajo, nos ha llegado muy fuerte. La conocí cuando tenía dos años.

—¿Te casarás con mi tío Mathi? —me pregunto ella desde su altura, yo sonreí y la tomé en mis brazos— Ándale, tienen mucha química ustedes dos.

No nena, no me casaré con él —le dije con risas.

La otra noche que estaba con mi padre y mi tío —siguió contándome, sus pequeños ojitos mirándome—. Escuché que mi tío le dijo que quería proponértelo.

INDELEBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora