Día 1: cita a ciegas

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Capítulo 9
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La música de una popular banda de rock suena en todo el café, el ambiente es cálido, un agradable alivio para todo aquel quien venga de afuera. El frío invierno llegó antes este año.

Cuando el pedido llega a su mesa, Suou suspira aliviado y quita sus guantes para calentar sus dedos contra la taza de cerámica. El té huele increíble. Desde su asiento puede ver a todo aquel que entre, es una posición estratégica. Suena la campana y cada vez su estómago da un vuelco. Hace tiempo no sale con nadie, mucho tiempo, se había cerrado emocionalmente después del primero y último, no quería saber nada, estaba bien solo. Sin embargo, aquí está esperando a su cita, no sabe quién es o siquiera como se llama. Una cita a ciegas. Fue idea de Kotoha y sigue sin estar convencido de que sea bueno, pero ella insistió tanto que se volvió insoportable, debía decir sí o la tortura nunca pasaría. Y aquí está, con el culo congelado a pesar de llevar su mejor ropa abrigada, tomando un té delicioso y carísimo, esperando a un chico que no vale la pena porque llega tarde. Bueno, no, Suou llegó media hora antes. La campana suena y su vista capta una melena rubia que lo hace sufrir un mini infarto.

Nirei Akihiko.

“No puede ser”, piensa Suou sin poder despegar los ojos del lindo chico, lleva puesto una bufanda roja de pompones a juego con la gorra de lana, blanco abrigo, pantalones de vestir marrón y zapatos de igual color. Todo en el grita: ¡lindo!

Absorto en sus sentimientos Suou apenas nota como el rubio mira a todas las personas en el local hasta fijar su mirada en él y acercarse a pasos tímidos, si Nirei pudiera sería lo siguiente en la escala de rojo.

—Hola —murmura Akihiko—. Gabardina y guantes marrones.

Esa frase trae de regreso a Hayato, abre la boca para decir algo y luego la cierra, opta por señalar el asiento frente a él. Nirei acepta la invitación, quita su bufanda mientras una mesera no tarda nada en acercarse y tomar su pedido: café de melón.

—Gorra y bufanda roja de pompones.

—Kotoha-san nos engañó.

—Ahora entiendo porque “parche y aros colgantes” no contaba. Seria una descripción obvia.

—Ella quería una cita a ciegas.

—Es una mujer inteligente.

—¿Por qué lo dices? ¿te gustan las sorpresas?

—No es eso, si hubiera sabido que eras tú no habría hecho esto… no. Quiero decir: prefiero hablar contigo y así obtener una cita que dejarlo en manos de una amiga —explica Suou un poco nervioso por casi haberla jodido con su frase. Por suerte, Nirei asiente entendiendo.

La mesera vuelve con la bebida del rubio, Suou acaba de terminar el suyo así que pide otro del mismo té y un postre, no para él sino para Nirei.

—Yo no tengo problemas con eso, si supiera que eras tú estaría aquí sin dudas.

Hay un momento de silencio, eso sonó a una confesión para Suou.

—Estas diciendo qué… ¿te gusto?

Con una mirada avergonzada el rubio asiente y toma una gran bocanada de coraje para hablar.

—Me gustas mucho, Suou-san. Es lo que intente decirte la semana pasada. Todo esto es mi culpa, yo se lo conté a Kotoha-san y ella debió planearlo por mí. Lo siento, no estás obligado a quedarte —dice Akihiko de forma pausada como si cada palabra saliera a base de mucho esfuerzo, otro indicativo de lucha son los temblores en sus manos y los ojos llorosos.

Suou ve esto y no le gusta, llevan siendo amigos 3 años y Nirei nunca había sido así en su presencia.

—No seas tonto. Dije que te hubiera invitado, pero Kotoha sabía de mí cobardía así que tomó la iniciativa por mí. Una cita a ciegas. Espera, ¿por qué aceptaste si te gusto yo? —expresa lo último entre enojado y sorprendido.

—No pude negarme, ella fue insistente —confiesa Nirei dejando que las lágrimas acumuladas caigan, que dramático, está aliviado y feliz.

Con ojos cariñosos Suou aproxima una mano hacia la mejilla del rubio acariciando a la vez que limpia las lágrimas, deja su mano ahí cuando siente a Nirei apoyarse en él. Quiere acercarse y darle un beso, pero no lo hace.

—Somos amigos hace más de dos años y seguimos siendo tímidos para estas cosas —dice Suou en un tono cariñoso.

—Ni siquiera sabía que preferías a los chicos.

—Ahora mismo te prefiero a cualquier otro chico.

Esta vez ambos toman un adorable color rojo.

Suave amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora