Capítulo 14

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Ese fin de semana, Ariel había recibido varias llamadas y mensajes de Solange, que le preguntaba cómo había salido todo, pero no respondió a ninguna. Muy en el fondo le culpaba por sus consejos que le llevaron a esta situación.

El día lunes se había presentado a trabajar, mirando en dirección al cubículo de Lucas que estaba vacío, lo que le indicaba que ya todo era definitivo. Ella toma asiento en su escritorio y enciende el ordenador para completar sus tareas de ese día, de esa manera, mantener su mente ocupada.

Tamara y Solange se aproximan a ella al verla trabajar tan temprano.

-Te estuve llamando todo el fin de semana -dice Solange -¿Qué ha pasado?

Ariel no responde, y sigue escribiendo en el teclado, como si no se hubiera inmutado.

Esa actitud fría de parte de ella asusta a sus amigas.

-Ariel, ¿Qué pasa? -pregunta Solange.

-¿Qué tienes? -dice Tamara que toca delicadamente de su hombro, pero Ariel seguía sin responder.

-Hola, ¿Qué pasa? ¿Algún chisme? -dice sonriente Mariela, que había llegado en compañía de Míriam para reunirse al rededor del cubículo de Ariel.

Pronto la sonrisa de las mujeres desaparece al notar el tenso ambiente que había.

-Ariel, me estás asustando, por favor dime ¿Qué pasó? -volvía a insistir Solange, que se había agachado al lado de la silla de su amiga y toma de su brazo.

Ariel deja de escribir para levantar la vista y dar un suspiro molesto.

-Ya que están todas aquí, me ahorro de contar el chisme a cada una. Lucas me dejó, porque no pudo soportar la verdad cuando se lo conté, ahora se tomó sus vacaciones porque ya no sabe cómo volver a verme.

Todas enmudecieron ante aquello y no sabían qué decir.

-Ay no, Ariel... -alcanza a decir Solange, antes de ser interrumpida.

-Y ahora que lo saben, les pido que me dejen trabajar. No necesito de su lástima, ni que me consuelen.

-¿Por qué estás enfadada con nosotras?

-Muchacha, déjenla en paz, vamos. -dice Míriam que comienza a sacar a las mujeres de ahí.

Solange no quería apartarse, deseaba apoyar y consolar a su amiga que sabía, estaba sufriendo, pero Míriam le hace un gesto para que también salga del lugar, ya que era mejor dejarla sola y que hablara cuando estuviera lista para hacerlo.

Ariel había estado triste desde que terminó su relación con Lucas. Llegaba a la oficina y se sumergía en su trabajo, sin hablar con nadie, sin compartir sus sentimientos ni su dolor. Pero después de varios días, comenzó a comprender que no podía culpar a sus amigas por aconsejarle que ocultara su identidad de género. Sabía que solo lo hicieron con buenas intenciones, pero que era ella quien debía ser fiel a sí misma.

Finalmente, con más calma y serenidad, decidió volver a hablar con sus compañeras. Fue Solange quien la abordó primero, ofreciéndole su apoyo y compañía en todo lo que necesitara. Las demás chicas se unieron a ellas, asegurándole de que Lucas solo estaba herido y que, tarde o temprano, recapacitaría y volvería, ya que realmente la quería.

Ariel se sintió reconfortada por las palabras de sus amigas y por su apoyo incondicional. Comprendió que no estaba sola en su dolor y que podía contar con ellas para lo que necesitara.

Ya se cumplió el tiempo en el que Lucas debía regresar al trabajo, y fue el momento en que Ariel pide sus vacaciones, para alejarse y vivir su duelo en paz.

Lucas, al entrar en la oficina, no podía evitar sentir resentimiento en contra de sus compañeros, ya que todos sabían sobre la identidad de Ariel, pero ninguno fue capaz de decírselo, aunque eso no les correspondía.

Al sentarse en su escritorio, vuelve a mirar el cubículo de Ariel que se encontraba vacío, y detrás de este, estaba Solange, que le miraba con ojos tristes, con intenciones de decirle algo, pero se abstuvo, ya que le había prometido a su amiga que se mantendría alejada de este asunto.

Después de sus semanas de vacaciones, Ariel volvió a la oficina y se encontró de nuevo con Lucas. A pesar de que se saludaron, se podía sentir una tensión incómoda en el ambiente que delataba que no estaban a gusto el uno con el otro.

El tiempo pasaba y la tensión entre Ariel y Lucas se desvanecía paulatinamente a través de los días, hasta desaparecer por completo. A pesar de la ruptura, se esforzaban por estabilizar lo profesional y evitar cualquier tipo de interacción innecesaria.

Sin embargo, a pesar de que la incomodidad ya no estaba presente, ambos ansiaban volver a hablar y recuperar la amistad que tenían antes de ser novios. El problema era que, ninguno sabía cómo dar el siguiente paso.

Un día, Ariel y Lucas se encontraron sorpresivamente en la sala de descanso de la oficina. Ambos parecían incómodos, impidiendo mirarse directamente a los ojos. Ariel intentó iniciar una conversación, pero sus palabras quedaron atascadas en su garganta.

Finalmente, Lucas rompió el silencio.

-¿Cómo estás, Ariel?

-Estoy bien, gracias -respondió ella, tratando de sonar natural.

Se produjo un silencio incómodo, hasta que Lucas vuelve a hablar.

-Sé que las cosas han sido difíciles entre nosotros últimamente, pero no quiero seguir actuando como si no nos conociéramos.

-Estoy de acuerdo, tampoco me siento cómoda evitandote, pero me preocupaba que tuvieras algún resentimiento en mi contra.

Lucas mira a la entrada de la salita, preocupado porque alguien entrara.

-Me gustaría hablar calmadamente, pero no aquí. ¿Podríamos tomar un café después del trabajo?

-Eso me encantaría.

A pesar de todo lo que había pasado, Ariel no podía evitar sentir una pequeña chispa de esperanza en su corazón.

A la salida, ambos se reunieron y caminaron por la calle, hablando sobre cosas triviales, como el clima y el trabajo, hasta llegar a una pequeña cafetería de tipo rústica.

Hicieron una orden de dos capuchinos con crema y un trozo de pastel, y se sentaron en una mesa que estaba alejada, para darles la privacidad que necesitaban en ese momento.

-En este tiempo he pensado en muchas cosas -comenta Lucas.

-Yo también.

-Quiero que sepas, que te extraño. Extraño tu compañía, calidez y simpatía, extraño nuestras charlas y las bromas que hacíamos. Me gustaría volver a ser tu amigo. Sé que es difícil pedirlo, porque seguramente me odias...

-No te odio -interrumpe Ariel -Nunca lo he hecho. No puedo odiar a alguien que me ha dado tan bonitos momentos, y aunque terminaron, siempre los recordaré con cariño.

Una mesera sirve los capuchinos y las tartas que solicitaron, para luego dejarles solos nuevamente.

-Me gustaría ser tu amigo -vuelve a decir Lucas -pero a la vez, quiero dejar en claro que, no busco tener una relación sentimental, para no crear expectativas de que esto puede ser algo más que solo una amistad.

-No es necesario que lo digas, ya me has dejado más que claro que alguien como yo no es tu tipo -responde Ariel de forma natural, evitando que sonara su pesar en sus palabras.

-Perdona por decirlo, pero realmente quiero volver a tener tu compañía.

Ariel mira en él la tristeza que ocultaba en sus ojos, lo que le hizo olvidar su resentimiento.

-Yo también quiero tu amistad, y lo aprecio. Gracias.

A partir de ese día, Lucas y Ariel comenzaron a hablar de nuevo, primero de manera cautelosa y luego con más confianza. Aunque no volverían a ser novios, habían recuperado la amistad que habían perdido.

La Verdad de ArielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora