Epílogo

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Ariel y Lucas se encontraron en las cálidas tierras del norte de Chile, disfrutando de unas merecidas vacaciones juntos.

Estaban en la playa, bajo el sol radiante, con el sonido del mar de fondo. Ariel lucía un colorido traje de baño de dos piezas, con tonos tropicales, cubierta por un pareo en la zona baja. Lucas llevaba un short de playa y una camiseta blanca, con gafas de sol y una amplia sonrisa en su rostro.

Se tomaban de la mano mientras caminaban por la orilla del mar, sintiendo la suave arena bajo sus pies. Se detenían de vez en cuando para disfrutar del paisaje, admirando el horizonte y la belleza de las aguas.

Ariel y Lucas se sumergieron en el mar, riendo y jugando en las olas. Se abrazaban y besaban, sintiendo la felicidad plena de estar juntos, alejados de quienes le conocían, siendo solo una pareja de enamorados disfrutando de la vida.

—¿Qué te parece si aprovechamos y almorzamos algo por aquí cerca? —propone Lucas al estar recostado sobre una toalla en la arena.

—¡Buena idea! Se me antoja algo con mariscos. Dicen que en esta zona son los mejores.

—Lo que tú quieras bonita, podemos buscar algún lugar cercano que tenga buena comida y vista al mar.

Después de caminar un rato por la playa, encontraron un pequeño restaurante con sombrillas y mesas de madera, justo frente al mar, dónde se sentaron y pidieron algunos cócteles antes de que llegara su comida.

Ya habían pasado dos años desde que Ariel y Lucas volvieron a ser novios, sintiendo que el tiempo había pasado demasiado deprisa, como si recién se hubieran visto por primera vez el mes pasado, pero con una confianza plena.

Ariel no le ocultaba nada a Lucas, ni siquiera su sentir cuando estaba molesta por algo, lo que les ayudaba a solucionar los conflictos rápidamente, porque sabía que con él podía ser libre, ser aceptada en todos los sentidos, escuchada y eso le hacía sentirse completamente amada.

Lucas siempre sintió que estar junto a Ariel era su momento de relajación, de saber que todo estaba bien en el mundo cuando ella estaba cerca. Su presencia le brindó una sensación de plenitud y tranquilidad, y hacía que sus inseguridades desaparecieran por completo. Estaba enamorado de una mujer trans, y se sentía profundamente orgulloso de ello.

Después de varios meses sin tener noticias de Lucas, los padres decidieron llamarlo, aunque con cierta reticencia debido a su relación con Ariel. Al principio, evitaban hablar de ella como si no existiera, lo que generaba un ambiente tenso y lleno de silencios incómodos. Sin embargo, su hermano Rafael había aceptado a Ariel como parte de la vida de Lucas, y se había dedicado a abogar con sus padres para que dejaran atrás su conflicto interno. Aunque todavía existían comentarios deshonestos y venenosos de algunos parientes, la visita de Rafael ayudó a suavizar la situación y a traer un poco de paz a la familia.

Dentro del caos que se volvió su vida en un principio, y la ruptura en la relación con los padres de Lucas, siempre existieron amigos que les acompañaron y apoyaron, que se alegraban por ellos y celebraban con su amor.

Solange cada tanto visitaba a sus amigos en compañía de su novio Gustavo y organizaban citas dobles. Después del paseo en la empresa, Ariel y Lucas no fue la única pareja que se había formado, ya que Solange al ayudar a Gustavo, conociéndose más allá del ámbito laboral.

Félix y Ana eran muy cercanos a la pareja y a menudo bromeaban sobre la posibilidad de unirse civilmente. Aunque sabían que eran bromas, cada vez sentían que la idea se les hacía más atractiva, no solo por la protección económica que implicaba, ya que habían comprado muchos de sus bienes juntos, sino también por el romanticismo de compartir sus vidas bajo la ley.

La familia de Ariel se había vuelto en una nueva familia para Lucas, que le hacían sentirse querido y acogido, escuchando las palabras que muchas veces necesitaba oír de parte de su familia, comprendiendo que tenía muchas personas que se preocupaban por él.

—¿Estás cansada? —pregunta Lucas acariciando el cabello de su novia.

—Contigo, nunca.

Ariel y Lucas habían pasado todo el día recorriendo la ciudad, explorando sus callejones y monumentos históricos, disfrutando juntos de cada rincón. Se habían reído y tomaron muchas fotografías juntos, para tener aquellos recuerdos y mostrárselos a sus amigos al regresar.

Cuando llegaron a la habitación del hotel durante la noche, se dedicaron a ellos mismos, disfrutando de un ambiente de romanticismo y complicidad que les hacía sentir que eran los únicos en el mundo.

Sentados en el sofá de la terraza que tenía una vista fabulosa de la playa, descansaban de aquel día, entregándose palabras tiernas de amor, recordando lo afortunados que eran de haberse encontrado y de tenerse el uno al otro.

—No me puedo creer que pueda sentirme tan relajado. —comenta Lucas mirando las estrellas —Es tan extraño, pero jamás me canso de estar contigo.

—Es porque me amas. Tienes tanta suerte de estar con alguien como yo. —Ríe Ariel, sentándose sobre las piernas de su novio, para que le abrace.

Lucas miraba a través de los ojos de Ariel, volviendo a recordar por todo los difíciles momentos que tuvo que pasar, sintiendo nuevamente la necesidad de cuidarla, pase lo que pase.

—Sé que tengo una suerte increíble. Mi tierna Ariel ¿Qué haría sin ti?

—Lo mismo que yo no sabría qué hacer si ti. Amor, si tú me faltas algún día, yo no podría seguir, te has vuelto en mi confidente, mi amigo y mi amante. Eres mi universo completo.

—Aún no puedo entender lo tonto que fui cuando te deje ir. Te amo, desde la primera vez que te vi.

—Es verdad, fuiste muy malo y me hiciste llorar muchísimo. Pero, me basta con que me sigas queriendo. —Ariel le daba un pequeño beso en los labios.

—Claro que sí, por siempre.

En ese balcón, se sintieron libres de poder amarse abierta y completamente, sin miedo ni inhibiciones. Se abrazaban con ternura, se miraban a los ojos con amor y se besaban con pasión, sabiendo que tenían a su lado a la persona que realmente amaban. Habían superado juntos la discriminación y la inseguridad a la que se habían enfrentado. Ahora eran más fuerte que nunca, sabiendo que el amor verdadero había triunfado por encima de los prejuicios sociales.

~FIN~

Mis Queridos Lectores

Gracias por leer La Verdad de Ariel. Era una historia que había querido escribir hace mucho tiempo.

Agradezco infinitamente a quienes se tomaron su tiempo comentando, además de dar sus "Me gusta", que son de gran importancia para mí como escritora recibir ese reconocimiento, ya que aumenta la popularidad de la novela y tiene más posibilidad de llegar a nuevas lectoras.

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Un abrazo y nos seguiremos leyendo.

La Verdad de ArielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora