La dinastia de Ali Osman habia dado su orden, así como el Sultán Murad. Tuve que dejar mi hogar junto a la dinastia Giray, la unica familia que habia conocido hasta ese momento. No eran precisamente amables conmigo, no me tenían afecto o aprecio, para ellos yo era una mancha de la dinastía, una vergüenza y deshonra, a la que soportaban por ordenes del difunto Sultán Mehmed.
A pesar de lo distantes y fríos que eran conmigo, ellos eran todo lo que habia conocido. Por lo tanto tenia miedo, y estaba triste, porque sabia de antemano que en ese palacio, las cosas podían ser incluso peor. El Sultán Murad habia subido al trono con tal solo 8 años. El Sultán Mehmed solo murió un año después que mi madre. Los médicos dijeron que contrajo una enfermedad del corazón incurable, aun desconocida, pero muchos otros decían, que perder a la mujer que más amo en su vida, hirió su corazón de una manera tan terrible, que nunca pudo recuperarse, y no hubo día en que no se desmayara, tuviera altos cuadros de fiebre, vomitara sangre. Su último año de vida, fue una tortura, porque no existió ni un dia, en que dejara de sufrir su cuerpo, la pérdida de su amada.
Yo tenia 14 años cuando fueron a buscarme, los Giray fingieron pena por mi partida, lo cierto es que a la mayoría le daba igual, y a la otra mitad le daba felicidad que la hija de esa traidora del imperio, se fuera de una vez. Yo por otro lado, sentía que me estaba muriendo, porque estaba dejando a Ahmed...Lejos de mi vida, todo por mi estúpido miedo, por mi estúpido orgullo. Pero no quería que me ocurriera lo mismo que a mi madre, ella amó alguna vez, y su destino fue horrible. Y yo debía cargar con las consecuencias de sus actos de celos y amor.
-¿Qué dijiste Ahmed?- pregunte esperanzada de que se arrepintiera de mis palabras, pero Ahmed no retrocedio, y tomo mi rostro, en sus calidas manos, me sonrio alegrando mi corazón, como solo él sabia hacerlo.
-Dije...Que te amo, mi Kosem. Te he amado, desde que te conoci, te ame, desde incluso antes de conocerte, yo te amo...Mi corazón siempre estuvo destinado a ti. Mi hermoso angel...¿Tú tambien sientes lo mismo? ¿Me amas?- pregunto tan feliz, de finalmente decir esas palabras que por años habia callado.
Ahmed fue el primer y unico amigo que tuve en mi exilio, fue el unico que siempre me sonrio, me animo, me cuido. Compartimos tantos momentos juntos, no se si fue el destino, o Alah, pero fue inevitable que los latidos de nuestros corazones no se entremezclaran, volviendose uno solo, latidos muy fuertes, latidos tan rojos como el amor que recorria nuestras venas. Intente ver a Ahmed como un amigo, como un hermano, y en parte él era todo eso para mi, pero sin quererlo, tambien habia empezado a verlo...Como un hombre. Un hombre al que me moria por besar, por abrazar, un hombre al que queria mirar por el resto de mi vida. Él era mi lugar seguro, mi protector, mi guia. Él nunca me dejo, nunca me alejo de su vida, y fue como una luz en mi vida. Supongo que por eso llore, por eso mis lagrimas no pudieron contenerse, porque sabia cuanto lastimarian mis palabras, al amor de mi vida.
Retire sus manos de mi rostro, provocando que su sonrisa poco a poco desapareciera. Cuatro palabras en susurros, terminaron por matar esa sonrisa tan maravillosa, y el brillo de amante de sus ojos negros.
-Yo no te amo- dije, trago saliva con fuerza, intentando aliviar el dolor que comenzo a cortar su garganta, podia sentir como su corazón comenzaba a sufrir, y lastimarse en cada latido. Yo lo sabia, yo lo sentia, porque su corazón y el mio estaban unidos, su dolor, era tambien el mio. Y juro que nunca me dolio tanto decir una mentira, como esa vez. Pero asi debia ser.
-No es cierto, no se porque dices esa palabras, pero no es cierto. Mi Kosem, yo se que me amas, yo lo veo, yo lo siento- susurro acercandose a mi, provocando que retrocediera, mientras negaba con la cabeza.
-Yo no correspondo a tus sentimientos Ahmed, lo siento.
-Si lo haces...Sino dime, ¿Por que te pongo nerviosa cuando me acerco, porque cada vez que toco tu piel, tu tiemblas de los pies a la cabeza, porque siento que en este momento, solo quieres que te tome en mis brazos, y te lleve muy lejos de aquí? ¿Por qué siento que tu corazón me ama, dime mi sultana?- susurro. Senti como mi espalda habia chocado contra uno de los tantos arboles del jardín. Y no habia manera de escapar, porque delante de mi el cuerpo de Ahmed, me cerraba el paso. Nunca lo habia tenido tan cerca como esa vez, con su rostro pegado al mio, con nuestras respiraciones mezclandose.
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Las Hermanas de la dinastía. (continuación de Manisa tierra de amor prohibido)
Historical FictionKosem, Neylan y Osmán, hijos de la recordada traidora Mahidevran, tomaron caminos separados en su niñez por orden del Sultán. Crecieron en soledad y desprecio, intentando sobrevivir. Años después el Sultán Mehmed murió, y el principe Murad, hijo de...