La noticia sobre su llegada se habia propagado rápidamente por todo el palacio, las concubinas y sirvientas fueran instruidas sobre la fiesta de recibimiento que habría esa noche por su llegada. Hurrem no se sentía nada contenta con la llegada de la cría mayor de la víbora, pero creía firmemente que su presencia en el palacio además de peligrosa, podría ser a su favor. Habia pasado tiempo desde la ultima vez que habia visto a su nieta mayor, claro que para el mundo entero Neylan era hija de Suleiman, y a diferencia de Kosem, a Neylan no se le pudieron arrebatar sus derechos tan facilmente.
Llevaba sangre de Mahidevran, pero hija de Suleiman, hermana de Mehmed, y Hurrem no podía tener el mismo poder sobre ella. A diferencia de su hermana menor, esta no pudo ser exiliada a un lugar tan lejano y mucho menos con extraños, Neylan creció en el palacio de la sultana Shagrazad, hermana de Suleiman, y desde que era una niña se le dio el título de sultana, algo que nunca pudieron arrebatarle.
Atike no se sentía tan contenta con la llegada de Neylan, después de todo no olvidaba la ultima vez que estuvo en el palacio, y como toda la atención fue robada por ella. Esa era su principal cualidad, a donde fuera que estuviese ella siempre seria el centro de atención, miradas, suspiros, fascinación, todo era robado por ella. Sin embargo pensaba como su abuela, si Neylan podía desequilibrar el frágil reinado de Kosem, entonces la mantendrían allí. Pero nunca permitirían una alianza entre hermanas, harían lo que fuera por enemistarlas. Después de todo ellas no habían crecido juntas, que hubiera amor entre ellas sin siquiera conocerse no solo era ridículo, era imposible. ¿Qué peor castigo, que ser enemiga de tu propia sangre?
Cuando Neylan bajo hermosa, radiante, y sonriente del carruaje, el mundo se detuvo unos segundos, la destrucción habia llegado al palacio una vez más, y quizá en esa ocasión no habría tiempo de alejarla.
Sabia perfectamente donde se estaba metiendo, y lo que haria, sabia que su hermana menor estaba en el palacio, y hasta donde habia llegado. Conocía perfectamente a las brujas del palacio, y al sultán. Se dispuso a disfrutar de la fiesta y la danza de las concubinas, tuvo que soportar de manera hipócrita la presencia de Hurrem, quien se creía digna de ser madre sultana, de la mocosa caprichosa de Atike, y de la mosca muerta que era Humasha. Espero y espero, pero su hermana nunca llego a la dichosa fiesta.
Regreso a los aposentos que alguna vez habían sido suyos en su tiempo allí, y cuando menos lo espero la puerta fue tocada, anunciando la llegada de Kosem...Su corazón se impacto por la sorpresa, por la noticia, no contaba con verla esa noche luego de que la fiesta acabo, pero allí estaba, su hermana estaba distanciado por unos metros, una puerta las separaba. La ultima vez que la vio ella era muy pequeña, y solo tenia escasos recuerdos de una bebé en brazos de su madre, de Gulfem, y finalmente en los de una criada cualquiera que se habia encargado de transportarla con los Giray.
-Adelante- afirmó con tranquilidad, cuando por dentro los nervios la estaban consumiendo.
Y entonces la vio, una bella joven, con los ojos claros, el cabello castaño oscuro, como el de ella, como el de su madre, con un bello rostro, una mirada curiosa. No pudo evitar emocionarse ante su presencia, pensando en como su madre se sentiría orgullosa de tener una hija tan hermosa, como lo era Kosem. Observandola penso en cuanto tiempo habian pasado desde que se vieron, en todo lo que habian soportado, todo el dolor que tuvieron que enfrentar a tan corta edad.
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Las Hermanas de la dinastía. (continuación de Manisa tierra de amor prohibido)
Fiction HistoriqueKosem, Neylan y Osmán, hijos de la recordada traidora Mahidevran, tomaron caminos separados en su niñez por orden del Sultán. Crecieron en soledad y desprecio, intentando sobrevivir. Años después el Sultán Mehmed murió, y el principe Murad, hijo de...