Regreso A La Cárcel

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MARIANA

—Bueno, ya casi llegamos —anunció Kook,  siguiendo el GPS de su teléfono de un lado a otro de la sinuosa carretera.

No tuvo que decírmelo.

Mientras subimos por el camino de grava, ya me estaba hundiendo en el territorio de los flashes. Se me revolvía el estómago. Me moví y me mordí el labio.

—¿Es esa? —preguntó.

Asentí con la cabeza. Era la única; la única casa en kilómetros y kilómetros.

No había vecinos: sólo la solitaria y triste cabaña de madera, enmarcada por un par de árboles cuyas ramas otoñales ya se veían, con sus hojas esparcidas sobre las raíces en montones secos y polvorientos. Parecía una especie de casa encantada en Halloween.

Vacilante, extendí la mano y golpeé la puerta con los nudillos.

Cuando pasaron unos minutos sin respuesta, Kook dijo:

—Quizás no esté aquí. ¿Te ha respondido el mensaje?

—Sí, dijo que estaría lista para nosotros. Dijo que nos prepararnos para una cálida bienvenida —podía oír la amargura de eso en mi voz.

Lo intenté de nuevo.

Toc, toc, toc.

¿Hola...?

Casi esperaba que estuviera esperando en el césped, dispuesta a correr y lanzarse sobre mí. Para enterarme en sus brazos y arrastrarme a mi habitación.

Ugh. Madre, pensé.

Por supuesto, la única vez que necesito que estés aquí...

Habíamos llegado hasta aquí arriesgándonos a dejar Sombra de Luna en un momento crítico. A punto de rendirme, me giré hacia Kook, sintiéndome exasperada y tonta por haber sugerido siquiera este estúpido viaje.

Pero justo en ese momento, la puerta se abrió con un chirrido. Los dos ojos enormes de mi madre nos miraron. Parecía maníaca y ansiosa, como un animal salvaje.

—Mamá —respiré, sin saber que más decir o hacer.

—Mariana —contestó ella con un graznido.

Vaya. ¿Estaba bien?

Quise preguntar, pero si atención se centró en Kook. Se movió nerviosamente a mi lado, repentinamente timida. Toda su confianza y su porte frío desaparecieron.

—Él es Jungkook —dije, presentándolo.

—Hola, señora Michaels —dijo en voz baja.

Mi madre lo miró de arriba abajo, examinándolo de pies a cabeza con desconfianza. Sabía que se lo imaginaba como un hombre lobo volátil, que venía de cazar seres humanos en el bosque. Probablemente esperaba que se transformará en lobo en cualquier momento.

Tosí, sobresaltándola.

—¿Podemos... Entrar? —pregunté.

—Oh. Oh, claro. Lo siento, lo siento mucho. Sólo estaba ordenando un poco aquí... —abrió la puerta unos centímetros más y desapareció dentro.

Mordida Por El Alfa (Jeon Jungkook) (T2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora