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La tarde había transcurrido mejor de lo esperado, sin contratiempos ni escenas de inexplicable credibilidad. Yeosang se comportó como un ser humano común y corriente, siguiendo la instrucción de Jongho sobre quedarse callado cuando sus amigos empezaban a interrogarle acerca de las trivialidades más irrelevantes que se les ocurriera.

Le dieron la bienvenida a la noche en el camino de vuelta a la casa del pelinegro. Del grupo, el único que vivía en ese sitio era Jongho, así que estaba de nuevo a solas con el muchacho rubio. No estaba especialmente disgustado en ese instante, luego de tener una reunión tranquila, poco tenía que recriminarle al otro. Lo dejo adelantarse y realizar sus extraños saltos por la calle.

Ya mañana sería miércoles. En la tarde, después de clases, tenía que asistir al club de fotografía. Llegaría el tan esperado momento de examinar la cinta que se había grabado el domingo durante su tiempo inconsciente. Sabría de una vez por todas si lo que Yeosang le había estado diciendo era cierto.

No había tenido tiempo de pensar al respecto. ¿Qué haría si la historia era real? ¿Sería capaz de aceptarlo? Era una posibilidad lejana, apenas sostenible y fantasiosa, aunque seguía estando presente. Si resultaba ser verdad, si Yeosang no estaba mintiendo sobre ser un hada...

Se detuvieron en medio del recorrido, Jongho teniendo que hacerlo por culpa de Yeosang. Se había quedado quieto, con los ojos puestos en un sendero que partía detrás de una hilera de casas. Conectaba con un terreno lleno de árboles y vegetación boscosa, si bien no era tan extenso por la ubicación cercana a la urbanización. Jongho había dado algunos paseos por esa zona tiempo atrás.

Una brisa ligera sopló, llevándose los restos de la tarde consigo. Jongho tosió, extrañado. Quiso tener algo que decir, lo que fuera, para ahuyentar la atmósfera que se estaba creando. Sus labios nunca llegaron a abrirse.

En cambio, sus pues retomaron la marcha. No le gustaba estar afuera tan tarde, menos cuando era día de semana y su papá no estaba en casa. Continuó caminando. Sabía que, más temprano que tarde, Yeosang también le seguiría.





Tal cual lo había previsto, Yeosang estaba en su casa y tenía toda la intención de pasar la noche  por segunda vez.

—¿No te vas a ir? —preguntó de pasada, a sabiendas de que era un intento en vano.

—No. Me quedaré aquí, contigo.

La manera en la que decía aquello, la frase con la que según había pedido un deseo absurdo, era espeluznante. Le causaba escalofríos escucharlo.

Evitó el estrés de la discusión sin sentido e hizo lo único que le quedaba; hirvió un par de patatas, les puso queso cheddar encima y se las llevo en un plato su cuarto junto con el tomo de "El increíble hombre araña" que Yunho le había prestado. Era una coincidencia que sólo hubiera llegado a comerse una patata antes de sentirse satisfecho. De nuevo, para no tirar la comida, le dio la patata restante a su indeseado invitado.

Esperaba resolver su asunto con Yeosang en el menor tiempo, porque necesitaba restaurar la paz de su vida. Y no lo lograría si no eliminaba primero a las personas que desequilibraban la balanza. En otras palabras, quería como nada en el mundo poder sacar al chico de su vida de una vez por todas. Se durmió con ese pensamiento rondando su mente.






—Por supuesto que no. No. De ninguna forma —el tono de voz de Jongho estaba subiendo de intensidad con cada negación que decía. Paso de estar poniendo ordenadamente los objetos en su mochila a tirarlos de un lado al otro con furia—. Si quieres, quédate aquí. O mejor aún, ¡vete a tu casa! ¡O a cualquier otro lugar! Pero no hay forma de que te deje venir conmigo, no señor.

fairytale || jongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora