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Seguía buscando una explicación para Yeosang y sus extraños -aunque asombrosos- trucos mientras hacía el recorrido de vuelta a su casa. Tomo la oferta del profesor Mingi, no se creía capaz de aguantar otra clase viendo como todo el mundo a su alrededor actuaba con tranquilidad mientras tenían un intruso junto a ellos. Tenía muchas preguntas que hacerle al rubio, pero no podía hacérselas en público si él seguía siendo el único que podía verle. La gente pensaría que estaba hablando solo, y sus nervios ya tenían suficiente. Se limito a caminar en silencio, observando a Yeosang.

Era como ver a un niño pequeño que salía a la calle por primera vez. Se detenía cada tanto, ya fuera para admirar algún objeto que le llamase la atención o para esperar a Jongho. No parecía especialmente incomodo con ser ignorado. De hecho, no parecía haberse dado cuenta de que lo estaba siendo.

Su casa estaba ubicada en uno de los vecindarios cercanos al centro de la ciudad. Su padre trabajaba como abogado empresarial, lo que le obligaba a pasar tiempo fuera de casa. En ese momento, Jongho estaba agradecido de que un caso bastante largo estuviera manteniendo a su papá fuera por un par de semanas, de otro modo hubiese sido muy extraño tener que lidiar con Yeosang.

Al pasar por la entrada, Jongho hizo una parada para recoger el correo. En su mayoría se trataban de folletos comerciales, cartas dirigidas a su papá o información de las revistas a las que estaba suscrito. Entraron a la casa, en donde reinaba el silencio. Aún no serían ni las diez de la mañana.

—Voy a cambiarme el uniforme, tú espera a-

Se estaba quitando los zapatos en la entrada y tuvo que detenerse bruscamente al levantar la mirada y ver al chico, que ahora no llevaba el uniforme sino un conjunto de ropa casual.

—¿Cómo...? Bien, te lo preguntaré cuando salga —si continuaba cuestionando cada movimiento de Yeosang, por más sinsentido que fuese, acabaría en un patético estado de paranoia— Espera aquí. No toques nada. Y si es posible, no hagas nada raro.

—¿Hmm? ¿Raro?

—Sí, como lo que acabas de hacer —le señalo con desconfianza para dejar en claro a lo que se refería.

Yeosang miro a donde estaba apuntando.

—¿Esto? Pero si tú también vas a hacerlo, ¿no? Dijiste que te cambiarías el uniforme.

—¿Qué? —Jongho puso cara de ofendido, por alguna incomprensible razón— No es- ¡No es lo mismo!

—¿No es lo mismo?

—¡Claro que no! Ahora espera aquí y no te muevas.

Se fue hacía su cuarto y cerró la puerta con más fuerza de la necesaria. Se sentía intranquilo teniendo a un chico tan anormal dentro de su casa. No podía saber cuál sería su siguiente movimiento, le producía ansiedad y le mantenía alerta.

Buscando en su armario una muda de ropa, se fijo en una pila de ropa usada amontonada sobre las prendas limpias. Cuando la saco, descubrió que se trataba de la ropa que se había puesto el día anterior; el pantalón azul oscuro, la camisa blanca y el suéter de cuadros rojos y azules. Quería pensar que él mismo se había cambiado al pijama, a pesar de que no tenía ni un atisbo de recuerdo en su cabeza. Lanzó la ropa hacía la cesta de ropa sucia, el suéter quedando debajo de la luz que entraba por la ventana. Jongho se congeló en su sitio.

La capucha estaba manchada de sangre.

Su mano se movió hacía su cabeza, el lugar que al despertarse estaba vendando. Sus sospechas sobre lo que había sucedido en el bosque en día anterior solo podían ser respondidas por una persona.

Yeosang estaba de pie en el exacto punto en el que le había dejado. No se había movido, en un sentido totalmente literal. Jongho se dejo caer en el sofá múltiple de la sala.

fairytale || jongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora