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El ambiente en el bosque era diez veces más refrescante que cuando había venido el domingo por la tarde. También podía deberse a la presencia de Yeosang, no podía decirlo. Se dispusieron a adentrarse en los matorrales, Jongho no se preocupó por la integridad de su uniforme escolar. Su concentración estaba en observar cada movimiento ejecutado por el rubio.

Habían dejado el instituto después de que busco su mochila y se excusó con el grupo. Les dijo que se había sentido mal y que había salido corriendo al baño, por lo que no le dio tiempo para explicaciones. Sus amigos hicieron algunos chistes al respecto y le aseguraron que no habría problema. Así que, sin ningún impedimento, acabo yendo al sitio en el cual se había topado con Yeosang. El chico, o hada, o lo que sea que fuera al fin y al cabo, seguía actuando con tranquilidad, imperturbable ante lo que ocurría por su culpa. Era evidente que nada de lo que dijera iba a derrumbar esa expresión de pacífica alegría.

Tenía muchas preguntas atascadas en la garganta. No sabía que decir, no podía decidirse entre una cuestión y la otra. Pasaron una pared de espigas altas que se bamboleaban con la brisa. Jongho se detuvo para tomar aire y aprovechar la ocasión.

-Puedo saber... ¿Por qué me salvaste? -trató de no pensarlo, sólo dejó salir lo primero que cruzó por su mente. De todas las interrogantes, esa era una que resaltaba en grandes letras similares a las del anuncio de la tienda de cómics.

Yeosang se giró. Los rayos de sol ayudaban a resaltar cada aspecto de sus rasgos faciales, además de que no parecían afectarle puesto que andaba por ahí sin intentar cubrirse de ellos.

-¿Por qué no habría de hacerlo? -era una contestación fácil. Lo dijo con la sencillez que conlleva la honestidad; por supuesto que Yeosang tenía que ser la persona más benévola que había conocido en su vida-. Estabas herido a muerte. Yo no podría dejar que alguien muriese si puedo evitarlo.

Herido a muerte. Era una frase complicada de asimilar. Oírle pronunciar aquello con ese nivel de seguridad, contrario a lo que él consideraría una reacción normal, apenas le causo un cosquilleo en la base del estómago. Se sentía como si estuviesen hablando de alguien más, del Jongho que había ido a ese lugar el domingo y que se había golpeado la cabeza al caer. Quizás él había muerto allí, y Yeosang había traído a otro Jongho en su lugar.

-Y, bueno, tengo que admitir que puedo tener una parte de la culpa con tu caída. Me estabas persiguiendo, ¿cierto?

El pelinegro se quedó en blanco momentáneamente. Entonces recordó el motivo por que cual había echado a correr.

-¿Tú eras...? -incapaz de acabar la oración de manera coherente, gesticuló con las manos, imitando una figura que no tenía nada que ver con la silueta de luz incorpórea que había visto ese día.

-Sip -Yeosang sonrió-. Esa era mi forma real.

-¿Tu forma real? -dijo torciendo un poco la cabeza en señal de incredulidad. Todavía le era difícil creer lo que el otro le decía, incluso si era probable que estuviera diciendo la verdad-. O sea, ¿puedes cambiar tu forma física?

-Así es. De otra forma, sería imposible comunicarnos. No entenderías nada de lo que intentaría decirte.

Jongho no pudo evitar imaginarse teniendo una conversación con una bola amorfa luminosa. Desde que tenía memoria, las hadas debían de lucir como persona pequeñas con alas en la espalda y orejas puntiagudas como las de los gnomos.

-¿Puedes- puedes transformarte ahora? -pregunto sin pensar. Yeosang soltó una carcajada sutil.

-Podría hacerlo, pero eso consumiría mucha de mi energía el rubio -explico, estirando las manos al cielo-. ¿No te agrada está forma?

fairytale || jongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora