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El viernes había sido un día de lluvia intensa. Las clases terminaron y Jongho se encontró mirando el camino con desilusión. No porque tendría que irse caminando y llegaría a su casa mojado de pies a cabeza, sino porque temía que el clima sería igual el día siguiente. Yeosang se acerco junto a él para observar como las gotas caían desde las escaleras. Se miraron por un instante y echaron a andar, obviando el hecho de que el chico rubio pudo haber sacado un paraguas de su manga para no llegar como si hubiesen saltado a un lago con el uniforme puesto.

Por suerte para sus planes, el cielo de la mañana estaba pintado de un azul claro y despejado, el calor del sol era definitivo. Apenas se levanto, Jongho empezó a arreglar todo lo que se llevarían. Tenía una lista mental, de la que iba tachando los ítems según los iba poniendo dentro de la bolsa grande. Yeosang estaba recostado en el sofá, que se había convertido en su cama, jugando con unos envoltorios de dulces que habían comprado y mirando a escondidas como el pelinegro murmuraba para sí.

—La manta ya está, las servilletas también, los cubiertos, los platos... —en teoría, solo le faltaba organizar la comida dentro de envases herméticos y estaría listo. El menú consistía en sándwiches de atún, galletas de mantequilla caseras (de las cuales la primera ronda habían terminado carbonizadas por un pequeño descuido), manzanas cortadas en triángulos, un termo de jugo de fresa y otro de café respectivamente, y por ultimo una variedad de snacks que habían sobrado del día anterior. El chico-hada tenía un gusto especial por las golosinas, no importaba el tipo, siempre que tuviera un alto contenido de azúcar.

Una vez que la comida estuvo bien almacenada y guardada con lo demás, Jongho se puso una camisa de cuadros encima de su franela blanca y se coloco los zapatos. Yeosang ya tenía su propio atuendo; un camisón dorado pastel y shorts que le llegaban hasta la rodilla, dejando al descubierto sus delgadas piernas. La imagen que daban al estar de pie junto al otro era interesante, contrastaban incluso si sus estilos eran similares. Por un lado, Jongho con su cabello oscuro y corto, con los hombros tensos en guardia, como si estuviese a la expectativa. Y por el otro, Yeosang luciendo como un ángel inocente sacado de una pintura y puesto en la década incorrecta.

Jongho se colgó la bolsa en la espalda. Se puso frente al otro, estirando las manos para reacomodar un mechón fuera de su sitio.

—Ya que estoy llevando lo más pesado, tú llevaras esto el pelinegro —avisó cogiendo la mochila en donde estaba su videocámara y su cámara polaroid. Esta última era de uso exclusivo para el club, aunque por esta vez haría una excepción. Le entrego la mochila directo en sus manos, entrecerrando los ojos al final—. Ten cuidado.

Era consciente del poco conocimiento que tenía el rubio acerca de la preservación, de la enorme ignorancia que poseía sobre ciertos temas que no le eran familiares. Pero era eso o correr el riesgo todavía mayor de ser él quien llevase los dos cargamentos y que en un descuido acabaría tirando uno de los dos.

El parque al que tenía pensado ir estaba a una distancia que no tardarían mucho en recorrer caminando, si no llevasen las bolsas, que no eran especialmente ligeras. Jongho había tomado las previsiones necesarias para que su sábado de picnic fuera en absoluto ideal, y el transporte era uno de ellos.

En el garaje estaba la bicicleta que le había pedido prestada a San. Jongho había vendido la suya meses atrás para comprarse la cámara, así que no le quedaba de otra. Además, San nunca le diría que no. La condujo hacía el frente de la casa, en donde Yeosang le esperaba. Estaba agachado, tocando el pasto artificial que adornaba la entrada.

—Ven.

Al oír la voz del pelinegro, se levanto y miró la bicicleta con entusiasmo. Sería la primera vez que se subiría a una, Jongho lo sabía por la forma en la que sus ojos se abrían y sus labios se apretaban en el medio, con las esquinas alzándose en una sonrisa reprimida. Jongho se quedó esperando a que se subiera, hasta que cayó en cuenta de que no tendría ni la más mínima idea de para que serviría aquel artefacto nuevo para él.

fairytale || jongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora