¿En serio vale la pena?

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Se puede observar una gran oficina un poco antigua, libre del capitalismo funcional, a simple vista se pueden observar archivos metálicos, ficheros giratorios, teléfonos antiguos y audífonos. A la derecha, la puerta de secretaría; a la izquierda, en el primer sector, la puerta de la dirección. En el segundo sector, salida privada. La mitad derecha esta ocupada por una librera. La izquierda, en medio arco, cerrada por una espesa cortina, que al correrse descubre un vestuario amontonado de trajes exóticos y una mesita con espejo alumbrado en los bordes, como en un camerino de teatro.

En contraste con el aspecto burocrático hay acá y allá un rastro sospechoso de fantasía: redes de pescadores, carátulas, un maniquí descabezado con manto, un globo terráqueo, armas inútiles, mapas coloristas de países que no han existido nunca; toda esa abigarrada promiscuidad de las almonedas y las tiendas de anticuario.

En lugar bien visible, se puede observar el retrato del Doctor Sarutobi, con su sonrisa bonachona, su melena blanca y su barba entre artística y apostólica.

Se puede ver que una mujer mecanógrafa busca afanosamente algo que no encuentra en los ficheros. Consulta una nota y vuelve a remover fichas, cada vez más nerviosa. Entra Shizune, la secretaria, madura de años y de autoridad, con sus carpetas que ordena mientras habla.

Shizune: ¿Qué, sigue sin encontrarla?

Mecanógrafa: Es la primera vez que me ocurre una cosa así. Estoy segura de que esa ficha la extendí yo misma; el fichero está ordenado matemáticamente y soy capaz de encontrar lo que se me pida con los ojos cerrados. No comprendo cómo ha podido desaparecer.

Shizune: ¿No estará equivocada la nota?

Mecanógrafa: Imposible; es de puño y letra del Jefe. — Sadoru, la mecanógrafa, le extiende la nota a Shizune — 4-B-43. No puede haber ningún error.

Shizune: Hay dos.

Mecanógrafa: ¿Dos?

Shizune: Primero, no pronuncie nunca aquí, la palabra Jefe; parece otra cosa. Diga simplemente Director. Y segundo ¿cómo quiere encontrar a una muchacha de diez y siete años en las fichas azules? Hasta cumplir la mayor edad van en cartulina blanca.

Mecanógrafa: Dios mío ¡pero dónde tengo la cabeza hoy!

Shizune: Mucho cuidado con eso; tratándose de menores la ley es inflexible.

Mecanógrafa: Siempre se me olvida ese detalle del color.

Shizune: Recuerde que en esta casa cualquier pequeño detalle puede ser una catástrofe. Muchas vidas están pendientes de nosotros, pero el camino está lleno de peligros; y lo mismo podemos merecer la gratitud de la humanidad que ir a parar todos a la cárcel esta misma noche. No lo olvide.

Mecanógrafa: Perdón. Le prometo que no volverá a ocurrir.

Shizune: Así lo espero. Y ahora, a ver si es verdad esa seguridad de sus manos. Póngase ante el fichero de menores con los ojos cerrados y déme el 4-B-43.

Mecanógrafa: ¿Es éste?

Shizune: Muy bien, la felicito. — Shizune se detiene un momento a leer lo que le entrega Sadoru — "Karin Uzumaki. Padre desconocido y madre demasiado conocida. Abandono del hogar. Peligro. Urgente. Véase modelo H-4." — Shizune busca en sus carpetas repitiendo — Modelo H- 4... modelo H-4. H-4. — Echa un vistazo y frunce el ceño — ¡Ahá! por lo visto es grave. — Se ve a Shizune tomar unos post it en su bloc.

Mecanógrafa: ¿Puedo hacerle una pregunta? Ya sé que no se debe, pero a mí me ocurrió algo parecido y estoy muerta de curiosidad.

Shizune: Acostúmbrese a obedecer sin preguntar; es mejor para todos. — Arranca los post it del bloc y se la da con la ficha y la carpeta a Sadoru, la cual va a salir de allí —  Otra cosa; si llega un muchacho de ojos tristes, con una cicatriz horizontal que va de mejilla a mejilla y tarjeta azul, hágalo pasar inmediatamente.

Los árboles mueren de pie (Kakairu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora