Extraño Misterioso: Para mí, sí. He hecho un viaje demasiado largo para que se me cierre esta puerta.
Jiraiya: ¿Con qué derecho entra así en mi casa? Déjenos, Ayame. — La doncella sale. Jiraiya enciende las luces. — ¿Quién es usted?
Extraño Misterioso: — Avanza unos pasos. Tira el sombrero sobre un sillón. — ¿Tanto he cambiado en estos veinte años?
Jiraiya: — Inmóvil y sin voz responde — ¡Kabuto!...
Kabuto: No veo que sea para asombrarse así, como si fuera un fantasma. ¿No recibiste mi cable anunciando el viaje?
Jiraiya: No es posible... El "Silver Wind" se hundió en alta mar con todo el pasaje.
Kabuto: Y tú te alegraste al saberlo ¿verdad? Es natural; la mancha de la familia lavada lejos y para siempre. Pero ya ves que no; cuando se lleva una vida como la mía nunca se viaja en el barco que se anuncia; ni con el nombre propio. ¡La policía suele ser tan curiosa!
Jiraiya: Basta, Kabuto. ¿A qué vienes?
Kabuto: ¿Y necesitas preguntarlo? ¡Qué falta de imaginación! Por lo menos no supondrás que vengo a ponerme de rodillas y llorar sobre mis pecados.
Jiraiya: No; te conozco bien. He seguido toda tu vida y sé lo que puede esperarse de ti.
Kabuto: Me alegro; así se ahorran muchas explicaciones enojosas. Sobre todo para ti.
Jiraiya: ¿Para mí?
Kabuto: Es lo menos que podía esperar. ¿No te has sentido responsable en ningún momento de esa vida que yo arrastraba lejos de mi casa?
Jiraiya: No trates de descargar tus culpas sobre los demás. Todo lo que has hecho allá, ya lo habías empezado aquí.
Kabuto: ¿De manera que la conciencia tranquila?
Jiraiya: Hice lo que debía, y si es necesario volveré a hacerlo cien veces.
Kabuto: Por tu gusto, quizá; pero ahora me temo que no vas a poder. Aquel muchacho de entonces está ya un poco duro.
Jiraiya: ¿Es una amenaza?
Kabuto: Una advertencia simplemente. Sé por experiencia que no hay caminos hechos para nadie; cada uno tiene que abrirse el suyo como pueda. Y el mío, hoy, pasa por esta casa.
Jiraiya: De una vez, por favor ¿qué es lo que vienes a buscar?
Kabuto: Si fuera a reclamar mis derechos, todo lo que me quitaste en una noche: una vida regalada, una buena mesa, una familia honorable...
Jiraiya: ¡No habrás pensado quedarte a vivir aquí!
Kabuto: No, estate tranquilo. Eso que tú llamas hogar no se ha hecho para mí, y sería demasiado incómodo para los dos.
Jiraiya: ¿Qué pretendes entonces?
Kabuto: Te he dicho primero todo lo que podría exigir. Pero soy razonable y voy a conformarme sólo con una parte. En una palabra, abuelo, necesito dinero.
Jiraiya: No podía ser otra cosa. ¿Cuánto?
Kabuto: Ahí está lo malo, que por mucho que lo sienta no puedo hacerte un precio de amigos. — Dejando repentinamente el tono irónico. — Estoy comprometido gravemente ¿sabes? No con la policía, que a eso ya estoy acostumbrado. Ahora es con los compañeros, y esos no perdonan.
Jiraiya: No te pido explicaciones. ¿Cuánto?
Kabuto: ¿Te parecería mucho quinientos mil?
Jiraiya: ¿Estás loco? ¿De dónde piensas que puedo sacar yo esa cantidad?
Kabuto: Desde luego no esperaba que la tuvieras ahí en el bolsillo. Pero puedes encontrarla; y sin ir muy lejos... sin salir de aquí. Si no he calculado mal, una casa antigua como está y en perfectas condiciones vale el doble.
Jiraiya: ¡La casa! ¿Vender esta casa?
Kabuto: Para dos viejos solos es demasiado grande.
Jiraiya: ¿Serías capaz de dejarnos en la calle?
Kabuto: — Responde rencoroso — ¿No me dejaste tú a mí hace veinte años? Todavía recuerdo aquel portazo, y a veces todavía me arden tus dedos aquí. Fue la primera y la última vez que alguien se atrevió a ponerme la mano en la cara.
Jiraiya: Eso es lo que te trajo, ¿verdad? ¡Qué bien te comprendo ahora! No es sólo el dinero; es toda esa resaca turbia de la venganza y el resentimiento.
Kabuto: Sería cosa de discutirlo, pero no tengo tiempo. Necesito esa cantidad mañana mismo. ¿Hecho?
Jiraiya: ¡Ni mañana ni nunca!
Kabuto: Piénsalo despacio, abuelo. Por mí ya sé que no te importaría. Pero tú tienes un nombre intachable. ¿Te gustaría verlo en letras de escándalo en los periódicos y en las fichas policiales?
Jiraiya: No puedo. Aunque quisiera te juro que no puedo.
Kabuto: De ti no me extraña; siempre te costó trabajo abrir la caja de hierro. Pero hay alguien que no me dejará morir estúpidamente junto a un farol pudiendo salvarme. ¿Dónde está la abuela?
Jiraiya: ¡No! ¡La abuela, no! Pediré a mis amigos, reuniré lo que pueda. Llévate los valores, las alhajas...
Kabuto: No he venido a pedir limosna. Vengo a buscar lo mío, y tú sabes muy bien que la abuela no sería capaz de negármelo. ¿Por qué no quieres que hable con ella?
Jiraiya: Escucha, Kabuto, por piedad. La abuela no sabe nada de tu verdadera vida. Para ella aquel muchacho loco de hace veinte años es ahora un hombre feliz que vuelve lleno de recuerdos a casa de los suyos.
Kabuto: ¡Ahá! Una historieta ejemplar. Lo malo es que ya pasé la edad y no me gustan las historietas. ¿Dónde está la abuela? — Kabuto avanza. El abuelo rápidamente le corta el paso.
Jiraiya: ¡Piensa todo lo que puedes destruir en un momento!
Kabuto: No tengo tiempo que perder. ¡Aparta!
Jiraiya: ¡No! ¡De aquí no pasas!
Kabuto: — Le sujeta fuertemente — No habrás pensado que puedes levantarme la mano otra vez. Eso es fácil con un niño; con un hombre ya no es lo mismo. ¡Aparta, digo! — Kabuto lo aparta, bruscamente y llama en voz alta — ¡Abuela!... — Al último grito aparece Kakashi saliendo del jardín. Avanza determinado, con una ira contenida que decide reprimir por las circunstancias.
Kakashi: Sin voces. Cuando un hombre está dispuesto a todo no grita. Salga de esta casa conmigo.
Kabuto: ¿Puedo saber quién es usted?
Kakashi: Después, ahora, en este mismo momento, la abuela va a entrar por esa puerta ¿lo oye bien? Si pronuncia delante de ella una palabra, una palabra sola, lo mato.
Kabuto: ¿A mí?...
Kakashi: — Lo interrumpe rápidamente — ¡Por mi alma que lo mato aquí mismo! — Se oyen personas riendo que vienen llegando — Silencio — Entra la Abuela con Iruka.
Tsunade: En mi vida había oído un disparate igual. ¿Serás tonto? Ir a decirme a mí que esa lucecita verde que encienden las luciérnagas... Oh, perdón; creí que estaban solos.
Kakashi: No es nada. El señor, que no conoce bien esto y se había confundido. — Con el próposito de sacarlo rápido de allí dice — Yo voy a indicarle el camino. — Desde la puerta dice — ¿Vamos?
Kabuto: — Avanza decidido — Vamos.
Tsunade: — Con un presentimiento ante el tono de desafío que traslucen las palabras de los hombres — ¿Mi niño? — La persona misteriosa se vuelve sorprendido al oír que lo llamaba como antes. Kabuto mira fijamente a Iruka y a Kakashi.
Kakashi: Es un momento solamente. En seguida vuelvo. Por aquí... — Kabuto vacila, pero por fin se inclina levemente.
Kabuto: Disculpen. Señora... — Sigue a Kakashi. Iruka y Tsunade quedan inmóviles mirándoles salir.
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Los árboles mueren de pie (Kakairu)
FanfictionEsta historia no es mía, yo solo deseo hacer una adaptación de esta misma historia, pero con algunos personajes de Naruto, los cuales tampoco son míos, ya que pertenecen a su creador Masashi Kishimoto. El autor original del libro (el cual es una obr...