Todo estaba oscuro, no podía ver nada. Corría y corría a ciegas, no sabía de qué, pero sentía una presencia detrás de él y tenía que escapar. Ni siquiera le importaba cómo había llegado ahí, lo único que sabía era que debía huir. Siguió corriendo, hasta que tropezó y cayó al suelo dándose un fuerte golpe en la barbilla.
Se enderezó lentamente, mirando alrededor. Ahora ya no estaba oscuro, una densa neblina gris había aparecido y empezaba a rodearlo, bloqueando su visión. Estaba desorientado, no distinguía por dónde había llegado. Trató de calmar su respiración, acelerada no sólo por la huida si no por el helado pánico que sentía.
Se quedó ahí tirado lo que le parecieron horas, aunque tal vez sólo fueron unos segundos, respirando entrecortadamente, mirando a sus alrededores sintiendo que algo lo observaba. Entonces, a lo lejos, vio algo removerse en la niebla. Una sombra oscura se acercaba lentamente, adquiriendo la forma de una persona. Sentía que su corazón se saldría de su pecho. Con trabajo logró ponerse de pie cuando la figura por fin emergió.
La reconoció al instante, era la mujer que le había hecho las cicatrices que recorrían su cuerpo, la causante de que se volviera un monstruo, la protagonista de muchas de sus pesadillas desde que era un niño. De la bruma surgió Mary Lou Barbone, que lo miraba con furia.
"No puedes hacer nada bien, ¡nada, maldito inútil! Eres un engendro del mal, ¡demonio bastardo!" la miraba con pavor, sabía que esa mujer estaba muerta, él mismo la había matado por accidente, pero ahí estaba ella, caminando lentamente hacia él con un cinturón en su mano.
"¡Debes ser castigado! ¡MERECES SER CASTIGADO!" le gritó mientras alzaba el cinturón.
Retrocedió rápidamente y se echó a correr en dirección contraria. Esto no era real, no podía ser real, debía de ser un sueño. Inesperadamente chocó de frente contra algo que lo hizo caer de espaladas. Al levantar la vista vio a Percival Graves, el hombre que había considerado su amigo, aquel en quien había depositado su confianza, aquel que lo dejó de lado cuando ya no le fue útil.
"Eres patético" dijo con desdén mientras se erguía amenazadoramente sobre el asustado muchacho. Se arrastraba en el suelo, tratando de alejarse de él.
"Fui un tonto al pensar que podías servirme de algo, un bicho raro como tú. No eres más que un PATÉTICO mocoso asustado."
Por fin se levantó y comenzó a correr una vez más. Lágrimas de terror recorrían sus mejillas y le empañaban la vista mientras se adentraba más y más en la densa bruma.
Sus fuerzas empezaban a fallar, por más que quería su cuerpo ya no le respondía. A donde fuera que corriera veía más y más sombras, materializándose en personas de su pasado, que le gritaban cosas horribles, dolorosas... y reales.
"¡Fuera de aquí, fenómeno!"
"¿Quieres llorar? Maldito cobarde"
"¡Monstruo! ¡MONSTRUO!"
"No... no... no" decía mientras corría. "Dejenme en paz... Callense... ¡CALLENSE!"
Finalmente cayó de rodillas y se apoyó en sus manos, sintiendo cómo ardían sus pulmones. No podía seguir así, tenía que escapar, tenía que despertar. Levantó la cabeza lentamente mientras jadeaba, topándose de frente con una sombra más, una más grande que las anteriores. Pero ésta no se definía, parentaba la forma de un hombre adulto, un mago, que sostenía su varita apuntando directamente a su rostro.
"Que desperdicio" murmuró la sombra con voz grave, carente de emoción. "Hicimos bien en abandonarte antes, y ahora ¿quieres volver con nosotros?"
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¿Sabes lo que es...?
Fiksi PenggemarVivir feliz... ese ha sido el mayor sueño de Credence, ahora Aurelius Dumbledore. ¿Acaso era eso mucho pedir? Solo quería una familia que lo amara...Pero el destino estuvo en su contra desde el principio. La mujer que lo crió lo convirtió en un ser...