EVOLET
Y al fin habían emprendido rumbo a tierras inglesas.
No pudiendo negar que se sentía enérgica con el panorama tras un día entero de trayecto.
No pensándolo por lo que seguramente le esperaba, pues eso ya estaba más que presupuestado, asimilado y aceptado en la medida de lo posible.
Era más bien la expectativa por saberse de alguna manera el centro de atención.
Dejando de ser invisible, puesto que, no había atrapado a cualquier.
Era nada menos que un próximo Duque, y ahora que lo meditaba con cabeza fría no era algo que le gustase en lo absoluto.
—Debí comprometer al mozo de cuadra —se quejó entre bufidos, olvidando por un segundo que tenía compañía.
—¿Y porque no lo hiciste, querida, si esto suponía un suplicio para ti? —por lo menos estaba a solas con su amado esposo, si no, no sabría como sortear la charla sin soltar una respuesta sincera.
Nunca podía morderse la lengua.
—Lo intenté —declaró sin pena, haciendo que abriese con desmesura sus impresionantes ojos esmeraldas —. Pero Jaime solo tenía ojos para mi perfectísima hermana Emily —y no lo decía con rencor, pese al suspiro.
Solo era un recuerdo, que recalcaba uno de los tantos hombres que la despreciaron por no ser lo que la media quería.
Y no precisamente de palabra, porque sus picaros ojos vieron cosas.
—¿Y no pudiste simplemente comprometerle? —como lo hizo con él le faltó decir, pero ya de por si era amargo conjeturar el final, como para que se lo expresase con todas sus letras, así que solo se hizo la desentendida, y dejando de mirar por la ventanilla le enfrentó.
—Solo era un buen amigo que me ayudó en lo que pudo para que mi abuelita no me castigara cuando era pequeña —y no mentía, pues se conocían desde que eran unos críos.
Su madre le ayudó a Guillermina a lidiarla, cuando la anciana desde que tenía uso de razón solo tuvo ojos para su hermana menor.
Entendible, cuando solo era una recién nacida y su madre partió.
Claramente tenía más cuidados, que una chiquilla de ocho años.
—Evidentemente fui tu salida —para que le mentía al respecto, si era una rotunda afirmación.
No obstante, intentar decirle parte de la verdad no estaba en sus planes.
No porque no quisiera, sino que simplemente no le creería cuando antes de la unión quiso explicarle y su respuesta fue:
«Nunca creeré lo que salga de tus labios.
Te di mi confianza, lo único que no podías romper y lo hiciste pedazos»
...
Despejó su mente de ese amargo recuerdo.
De aquel, que los tenía unidos de por vida.
—¡Esposito de mi corazón! —soltó en tono meloso pestañeando con efusividad, consiguiendo que una mueca de desagrado se formase en sus labios, y con esta la distracción perfecta para cambiar de tema —¿Cómo es Londres y su gente? —no le interesaba demasiado, pero si era para escuchar su voz, y desviar la atención no importaba.
—Un nido de víboras —al parecer no fue el tema idóneo.
—¿Entonces porque mi suegrita se veía tan pletórica? —ella seria la menos entusiasmada, si tuviese que lidiar con aquello cada año.
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ACTUANDO CON EL CORAZÓN (EL ESCOCES Y LA AMERICANA) || TRILOGIA STEWART #1
Ficción históricaLord Archivald Stewart, futuro Duque de Montrose, esta cansado de aquello que se cataloga amor. Su cabeza no le ha dado la mejor de las experiencias, pero ¿Que ocurre cuando en su camino se cruza una calamidad con piernas? La antítesis de todo lo qu...