XVII

895 148 31
                                    

EL CAPITULO DE HOY ES MAS LARGUITO.

ESPERO LO DISFRUTEN.

NOS LEEMOS MAÑANA.

BESOS.

LES AMA.

JEN<3

---


EVOLET

¿De dónde había sacado tanta valentía para echar prácticamente a todos de la estancia, e ignorar al hombre que la tenía en ese dilema?

Es que para los problemas se pintaba sola.

No debió abrir la boca, ni ser tan impulsiva a la hora de querer hacer lo que tanto le gustaba y echaba en falta.

No sin antes averiguar quién era la dueña del lugar.

Es que su lengua, y ella definitivamente no andaban en la misma dirección.

Y pudo haberlos evitado, pero ignoró las ganas de salir corriendo cuando se metió con lo que más quería dudando de sus capacidades.

No aguantaba que la menospreciaran, tomándola como una caridad.

Convirtiéndola en estorbo.

Ese derecho solo era exclusivo de su abuelita Guillermina, y venida al caso Emily al ser la consentida de la pasa.

Pero esa francesa despampanante con altura de gnomo, y ojos de tormenta invernal tenía que medir sus palabras a la hora de referirse a ella o no respondería.

¿La vas a abofetear con tus lagrimas? Porque no eres capaz de espantar a una cucaracha por miedo a lastimarla.

Esta vez habló enserio, no voy a dejar que... que...

Dilo.

No vas a dejar que la mujer que ama tu esposo te haga menos, cuando ya bastante humillación aguantas con saberlo.

...

Salió de sus pensamientos cuando la pelinegra carraspeó para llamar su atención.

—¿Mmmm? —no pudo decir más, mientras observaba de manera intercalada a las dos mujeres que la admiraban, pues era claro que Madame Curie se había quedado para hacer de mediadora, puesto que, no se habían llevado en lo absoluto con la primera ojeada.

Y no era solo por el sentir de su marido hacia esta, era cuestión de piel.

Esa que rechazaba de manera automática a ciertos individuos, con el fin de no querer cargas negativas alrededor para soportar lo que quedaba de su existencia, ya de por si complicada.

—¿Esa es la manera en que me demostraras que la que me hace un favor eres tú? —resopló mirándola con superioridad.

No le daba la impresión de ser la misma mujer que Archivald le describió. En definitiva, el amor resultaba ser ciego.

» ¡Por favor! —movió los hombros tratando de destensarse, y no ceder a sus provocaciones acompañada de una sonrisilla insolente.

—Para lo que hago no necesito escucharle atentamente, señora —dijo para picarla mirándola de la misma forma que ella, haciendo que el rostro se le enrojeciera —. Hasta con los ojos cerrados puedo elaborarlo —y no estaba exagerando.

ACTUANDO CON EL CORAZÓN (EL ESCOCES Y LA AMERICANA) || TRILOGIA STEWART #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora