XXXIX

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ARCHIVALD

Montrose House.

Abril de 1808...

Todo iba de mal en peor.

No había podido abordar el tema, o para ser sincero consigo mismo, no quiso por miedo a que le dijese a la cara lo que ya sabía y no se atrevió a revelárselo.

Las razones no las comprendía, pero lo que si tenía claro es que su humor iba en declive.

La mayor parte del tiempo se ubicaba pensativa.

Retraída, con la cabeza seguramente en ese sujeto, y carteándose con el mismo imbécil, pues cuando le preguntó con quien se escribía tanto, se puso nerviosa hasta el punto de temblar.

Solo atinando a abrazarle para que no lo soltase, mientras la percibía llorando en silencio haciéndose los de la vista gorda para no tocar ese tema que terminaría por destruirlos.

Como si quisieran conservar, pese al ultimátum los últimos momentos que les quedaban juntos, formando bonitos recuerdos o por lo menos unos no tan desastrosos.

Porque pudo simplemente interceptar su correspondencia, pero como lo había pensado con anterioridad, era un cobarde de mierda, que le encantaba vivir de ilusiones vacías.

¿Qué le pasaba?

Se había convertido en un gallina que le daba miedo afrontar el producto de sus malas decisiones, pero ella parecía diferente.

Pese a la treta con la que logró atraparlo, la percibía hecha de otro material.

Solo lo utilizó para aminorar los miedos, y estar con el hombre que verdaderamente le interesó desde el primer momento.

...

Refrenó un grito ahogado, mientras se terminaba de colocarlos gemelos.

Odiado que su madre se empeñara en hacer una reunión con meses de retraso, para presentar a la que sería su sucesora cuando su padre le entregara el ducado en unos pocos meses.

Siendo ignorante de que seguramente para esa época seria de nuevo un hombre engañado, pero esta vez abandonado, porque su esposa prefirió a su amante por encima del hombre que decía amar con su vida.

Tenía tanta mierda en la cabeza.

Agradecía que Evolet se hubiese adelantado al estar comprometida con la labor de anfitriona, pese a que antes de salir de la estancia acunó sus mejillas, y obligándole a mirarla le soltó unas palabras que lo dejaron sin saber que creer al respecto.

«Eres el amor de mi vida Archivald Stewart, recuérdalo y tenlo presente asi me estes odiando con tu vida»

...

¿Entonces porque le estaba haciendo aquello?

¿Por qué estaba con ese hombre si él era todo para ella?

No entendía una mierda.

Vives en la ignorancia porque eres un cobarde de mierda.

Debes enfrentarla, y que te diga todo a la cara.

Lo máximo que puede pasar es que te ratifique lo que escuchaste, o te explique todo lo que tiene en contra, porque lo único que debe valer es su palabra.

La relación es de dos.

No dejes que un tercero se ponga en medio.

...

ACTUANDO CON EL CORAZÓN (EL ESCOCES Y LA AMERICANA) || TRILOGIA STEWART #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora