#4 Fumar es malo

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Me gustan los mimos, me gustan muchos los mimos... beso, acaricio, abrazo y digo palabras lindas a mis seres queridos todo el tiempo. El tacto, tocar al otro, sentir su calidez, su textura y a su vez brindarle la tuya, es la forma de expresar cariño que mejor se me da. 

Lo único malo es cuando junto a esas sensaciones se van despertando otras que no querés, que no tenés planeadas sentir.

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Alfa pidió ver una película con todos para festejar su cumpleaños. Un plan diferente que agradezco enormemente para sacarme de mis pensamientos al menos lo que dure el film.

Me siento estratégicamente entre Alfa y Julieta para poder "estar a salvo" por un rato, pero el cumpleañero se pone de pie para contarnos por qué eligió la película y lo que significa para él que la veamos todos.... cagué. 

Sin pestañar dos veces Daniela tomó el lugar donde antes estaba Alfa, casi lanzándose sobre el sillón. Se ríe y nos mira a Juli y a mi, quienes le devolvemos la sonrisa. Cagué. 

Comienza la peli y todos prestamos atención a la pantalla, pero a medida que pasan diez, veinte, treinta minutos la mayoría nos aburrimos. Algunas escenas eran tan ridículas que volvían a captar mi atención pero por las razones equivocadas. En un momento lo absurdo de lo que veía era tal que se me escapó una risa que no pude controlar. Alfa me miró con cara de malo, daba miedo cuando hacía esa cara pero por alguna razón a mi me dio más risa y comencé a contagiar a Juli y Dani.

Alfa empezó a gritar que nos callemos, que era su cumpleaños, que había que respetar... así que respiramos profundo y logramos calmarnos dejando un "perdón" casi inaudible. 

Dani posa su mano en mi pierna, me mira, me sonrie, me acaricia suavemente. Esquivo sus ojos y me centro en el televisor. Ella se apoya contra el respaldar y finge estirarse para terminar con su brazo sobre mis hombros. Sí, como cuando ibas al cine con tu "filito" de la secundaria. Exactamente así. Sin siquiera pensarlo apoyé mi cabeza en su pecho y pude sentir los latidos fuertes de su corazón. 

Ya lo sé... cagué.

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Terminó la película y me fui rápido al patio a encender un cigarrillo. Había dejado de fumar hacía tiempo pero la casa me trajo de nuevo este mal hábito. 

Necesitaba alejarme de todos y relajarme un rato. Acomodar mis pensamientos o despejarme de ellos, lo que surja primero ahora me sirve.

Me apoyo contra la pared del sauna, mientras miro al cielo estrellado y doy pitadas largas a mi cigarrillo. La noche está hermosa, una pequeña brisa fresca alivia el calor de estos días. 

- Te hace mal Romi - su voz me saca de mis pensamientos, que se esfuman a punto de olvidarlos por completo. Quería retomarlos, usando todas mis fuerzas logré no mirarla y seguir concentrándome en las estrellas. 

- Ya se, Dani, pero necesito relajarme - respondo aún fijando mi ojos en el cielo 

- Además que te hace mal, es desagradable el olor

- ¿Y para qué venís acá entonces? - La miro con cara de culo, algo de su frase totalmente normal me sacó de mis casillas

- Porque te extraño - me dice haciendo puchero, con cara de cachorrito y enseguida se pone a reír

- ¡Tarada! - me río y la empujo un poco

- Igual tengo que aprender a tolerar el olor ¡Mirá si me toca un chongo fumador! 

- Le pedís que deje de fumar y listo... al menos cuando va a verte a vos

- ¿Vos dejarías de fumar por mi?

- No soy tu chongo - digo con una risita, tratando de que no se escuche mi corazón saliéndose de mi pecho.

- Todavía... - dice guiñándome un ojo y los segundos que demoró en empezar a reírse fueron eternos

La empujo con mi hombro y me río con su ocurrencia, aunque por dentro era una revolución incontrolable.

- Me pregunto si será tan feo el gusto como el olor...

- No te voy a dar de probar Dani, porque se empieza probando y después te quedás enganchada a esta mierda

- No decía de probar el cigarrillo, decía, tipo... besar a alguien que está fumando

Tiro el cigarrillo al suelo y lo apago con mi zapatilla

- O que recién termina de fumar...

- No se Dani - la miro tratando de descifrarla, ella sigue con sus ojos atravesando los míos - ¿En serio nunca chapaste con un fumador?

- No se, al menos sobria creo que no - Da un paso hacia mi, sin dejar de mirarme

- ¿Qué hacés Dani?

- ¿No querés ayudar a tu amiga?

- Dani, no se que estás haciendo pero ya está - Me rio nerviosa, tengo espacio para irme, nada me detiene, pero es como si una fuerza superior anclara mi pies al césped y mi espalda a la pared. Debe ser la misma fuerza que sólo me permite dejar de mirarle los ojos para mirarle los labios...

- Romi, ya dejemos de jugar, por favor... 

Su voz se volvió suave y vulnerable. Como si se hubiese quitado de encima la máscara que lleva desde el primer día en la casa. Ya no actúa más, está ahí, frente a mi, mostrándose.

Quería decirle que no sabía de qué hablaba, o reirme y fingir demencia... pero no era justo. No podía hacerle creer que todo lo que estaba exponiendo con esa frase era producto de su imaginación. 

Estiro mi mano y acaricio su mejilla, ella toma mi mano y le deposita un beso suave mientras se acerca un poco más. Con ambas manos toma mi pelo y mi cuello y se acerca a centímetros de mi boca.

- ¿Esto está bien? - Me dice mientras me mira a los ojos

Sin dejar de mirarla y casi sin poder respirar asiento con la cabeza y cierro mis ojos. Siento en menos de un segundo sus labios tocando los míos. 

Es tan suave, tan delicada y el calor que emana es tan reconfortante. 

Profundizamos el beso y nuestras lenguas comienzan a rozarse tímidamente. Quiero detener el tiempo en este momento y sentirme así para siempre. Mi estómago es un festival de mariposas y mi pecho está  a punto de estallar. Siento su respiración agitada y las temblorosas caricias que va dejando en mi cara. Podrá ser más abierta, pero ella está cagada igual que yo.

Muy lentamente nos separamos y nos miramos a los ojos. Creo que cada una esperaba que la otra sonría para hacer lo propio, pero la tensión para ver quién ganaba era tal que terminamos riéndonos de vergüenza y emoción.  

La abrazo con fuerzas, agarro su cara y le doy un beso fuerte y breve. Su amplia sonrisa iluminó la noche, nos quedamos sin palabras, sólo éramos dos taradas que no sabían qué pasaría al día siguiente, pero no nos importaba.


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