Chanyeol contuvo la respiración, observando cómo la expresión de Baekhyun se tornaba escéptica mientras intentaba digerir lo que le había dicho. Sorpresa. Incredulidad. Terror. Emociones reflejadas en los ojos avellana de Baekhyun al mirarlo. No, él no lo sentía así realmente. No quiso decir nada de lo que había dicho excepto por lo de convertir la clínica en su trabajo permanente para hacer su vida más fácil. Pero luego vio esos malditos papeles y perdió los estribos.
«Ningún hombre pone nada dentro de mi pequeño, artificialmente o no. Si quiere un hijo yo le daré uno, o moriré feliz intentándolo».
Un súbito deseo de poseerlo, un deseo desenfrenado, lo invadió, apretó los puños, necesitaba poseer al pequeño cuerpo que estaba delante de él, un chico al que había deseado siempre, al parecer. Cuando decidió dejarlo lo hizo porque pensó que sería lo mejor para Baekhyun. Se acabó. No lo iba a hacer otra vez. Evidentemente, él no era feliz, algún tipo lo había tratado como la misma mierda y no tenía la familia que siempre había querido. Estaba solo...o había estado solo. Ahora, Chanyeol, estaba decidido a quedarse con él. Para siempre. Aunque lo odiara, él lo trataría mejor que cualquier otro hombre; satisfaría todas sus necesidades hasta que le suplicara piedad.
¡Que a Baekhyun no le gusta el sexo! ¡Y una mierda! Simplemente no había encontrado un hombre que quisiera complacerlo. Baekhyun era la pólvora que él quería hacer explotar. Quería hacer un espectáculo de fuegos artificiales con él, un orgasmo tras otro, hasta que le rogara parar, su cuerpo sin fuerzas y saciado.
Yeol nunca vio el golpe que Baekhyun le dio con furia, estaba tan absorto en sus deseos y fantasías que se perdió en ellos, pero el golpe aterrizo con fuerza suficiente para doblar su cabeza hacia la derecha con un eco que retumbó por toda la cocina
¿Cómo puedes...? ¿Cómo puedes jugar conmigo de esta manera? Hijo de puta, ¿qué te he hecho para merecer esto? — Baekhyun siseó como un gato, con rabia en los ojos, llenos de lágrimas — No quiero seguirte tu ridículo juego, Kim.
Chanyeol lo agarró por la muñeca cuando él estaba a punto de darle otro golpe. Le apretó la muñeca lo suficientemente como para inmovilizarlo, pero no tanto como para hacerle daño.
No. Probablemente mereciera ese golpe por haberte hecho daño en el pasado. Pero no voy a aceptar otro por pedirte que te cases conmigo y darte todo lo que deseas.
Tú eres un maldito embustero. No quieres casarte conmigo, ni siquiera quieres financiar la clínica. Esto es un chiste cruel, retorcido...Y no entiendo por qué.
Se le saltaron las lágrimas. En sus ojos había dolor y confusión.
Maldita sea, Baekhyun.
Lo sostuvo en sus brazos. Él pataleó y se retorció hasta que Chanyeol lo rodeó con los brazos, inmovilizándolo.
No es ningún puto juego. No soy una persona retorcida. — No tanto... Un poco sí, pero no en esto, no con Baekhyun.
Furioso, echando humo, lo llevó en brazos al salón. Lo dejó caer sobre un espacioso sofá de piel, se echó encima de Baekhyun, sujetándole las muñecas, conteniendo sus manos agitadas por encima de la cabeza.
Su pecho subía y bajaba. Chanyeol lo miro a la cara acomodando sus piernas entre las de él para no aplastarlo, pero Baekhyun comenzó a llorar. Gruesas lágrimas bajaban por sus mejillas y sus sollozos cada vez se hacían más sonoros. ¡Mierda!
Por favor, Baekhyun, no llores.
No podía soportar que llorase. Ya había tenido suficientes desengaños y dolor en su vida. Sabiendo que él era la causa de sus lágrimas, no importaba si intencionalmente o no, lo mataba.