Capítulo 11

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28 de septiembre de 2020.

Al despertar, vi una mochila llena de ropa. Justo como Mateo lo había prometido. Me cambie rápidamente y me dirigí a la habitación de Estef, pero ella ya no estaba ahí. Así que, tuve que bajar a la sala a buscarla pero ella seguía sin aparecer, al final la encontré en el jardín.

— Buenos días, mala amiga. —murmuró al verme.

— ¿Mala amiga? —le enarqué una ceja. — ¿Y ahora puedo saber por qué soy una mala amiga?

— ¿Por qué no me dijiste nada de lo que ocurrió anoche? —me miró casi ofendida, al sentarme a su lado — Pude a verme despertado.

— No quise molestarte. —repliqué.

Me vio no muy convencida.

— Mateo me ha contado algo. —dijo, comiendo un pedazo de fruta — No pensé que fuera así o, al menos no tanto. —agregó.

Solo me encogí de hombros mientras me servía un poco de jugo de naranja que había en la mesa.

— Puedes quedarte el tiempo que quieras. ¿Lo sabes, verdad?

— Gracias, Estef —le mostré una pequeña sonrisa — Pero tampoco los quiero incomodar.

— No lo harás. Esta ya es tu casa —aseguró, relajándose por completo sobre la silla —. Además, mis padres nunca están, solo vienen de visita. Y te la vives más aquí. ¿Qué más da? —se encogió de hombros, divertida.

Era verdad, me la vivía más ahí. Pero, quedarme a vivir ya era algo diferente.

— Piénsalo. —me sonrió — Mateo no tendría ningún problema con eso, créeme.

Solo baje la mirada, sacudiendo la cabeza sin poder olvidar lo que había ocurrido anoche.

— Vale, me lo pensare. —murmuré al final.

No tuvo mucha opción y comenzó a compartirme de su desayuno. Teníamos el tiempo justo para llegar a la universidad.

Fue un día bastante normal. Las clases habían estado algo pesadas estos ultimes meses, debido a que ya se acercaba el final del cuatrimestre y teníamos que terminar todo a tiempo. Por supuesto que solían llenarnos de tareas, proyectos y más proyectos por hacer.

Que fastidio.

También puse al corriente a Max y Charlie sobre lo que había pasado. No les había contado todo. Creo que Charlie, ya tenía suficientes problemas con su madre y la universidad como para preocuparlo demás. Preferí omitir algunos detalles.

— Pero, ya sabes cómo es mi madre. —murmuró — Se preocupa por todo y demás. —se le formo una mueca en el rostro.

Ojala la mía fuera igual.

— Solo quiere cuidarte, tonto. —le dije — Además, solo a ti se te ocurre salir de fiesta con esos chicos y chocar un carro. —le recalqué, divertida.

— No lo choque. —protestó de inmediato — Apenas se rayó, un poquitín.

— Sí claro.

Mi padre ya me hubiera puesto un castigo de por vida, si hiciera lo mismo.

— Además fue un accidente. Ulises venia manejado. —musitó al final.

Solo le hice una mueca mientras lo miraba divertida.

— ¿Y ya te han dado el diploma del curso? —pregunté, cambiando de tema.

TODO PARA NADA - PARTE 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora