Capítulo 30

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Al abrir los ojos note el rostro de Olivia y Estef frente a mí. Al parecer las dos habían venido cuidándome durante todo el camino, y si, no estábamos en casa, estábamos en el auto rumbo al hospital.

Yo seguía aturdida y totalmente perdida, pero Alex seguía manejando a toda velocidad con la mirada clavada en la carretera. Sin ningún tipo de reacción me recline sobre el costado de la ventanilla izquierda, viendo a un punto fijo mientras mis manos temblaban debido a la ansiedad que padecía. Estef volteó a mí dedicándome una mirada, al mismo tiempo que ponía una mano sobre la mía para calmarme. Justo como lo hacía Mateo. Pero no tuve el valor para devolverle la mirada, solo trague saliva y seguí desviando mi mirada hacia la carretera.

Tampoco había tenido cabeza para enviarle un mensaje a Mateo, y tampoco iba hacerlo. No quería preocuparlo.

— ¡Date prisa, Alexander! —escuché chillar a Olivia, desesperada.

— Hago lo que puedo... —musitó él.

Aunque una parte de mí, quería llegar lo más rápido posible al hospital, la otra parte no se podía imaginar caminando por esos pasillos y habitaciones. No cuando sabía perfectamente que la esperanza de escuchar una buena noticia era poco probable. No cuando ni siquiera sabía si su corazón aún seguía latiendo.

Al llegar al hospital, nos dirigimos a la sala de espera. Me lance rápidamente hacia la cabina para pedir datos sobre mi abuela, pero aun no sabían nada... Los chicos trataron de calmarme. Al voltear hacia la sala, pude ver a mi padre con la cabeza cabizbaja. Se veía tan mal, que ni siquiera me atrevería acercarme a él. Sabía que me rompería en mil pedazos. Mi madre no se limitó, se puso de pie y se dirigió hacia donde yo estaba.

— Se pondrá bien, mi niña —murmuró, acercándome a su pecho.

No dije nada, me quede en profundo silencio mientras la escucha susurrarme cosas al oído. Mi padre pudo percatarse de ello, porque cuando me aleje de ella, él estaba frente a mí. Se lanzó conmigo rápidamente como si era lo que había estado esperando todo este tiempo. Sentí su corazón descontrolado latir a mil por hora junto al mío. Intento hablar, pero el dolor en su pecho no lo dejo. En ocasiones no eran necesarias las palabras, solo bastaba con verlo a los ojos para entenderlo todo.

— No sé qué hare si la pierdo... —sollozó, sumiendo la nariz sobre mi hombro.

— Se pondrá bien... —intenté hacerme la fuerte.

Tiene que hacerlo...

— Ella es la persona más fuerte que conozco...

Mi padre me contrajo aún más a su pecho mientras sus lágrimas caían por sus mejillas. Yo seguía sin poder decir algo más. Era como si las palabras me hubieran consumido completamente. Cuando mi padre pareció calmarse escuche alguien murmurar mi nombre por detrás. Sami estaba hecha pedazos. No había dejado de llorar desde que ocurrió, apenas podía contener el aliento. Las dos nos abrazamos fuertemente, sin decir nada.

— Se pondrá bien. Ella no puede dejarnos. Ella no me puede dejar... —me escuche decir con una voz cortada.

Ella solo se sumió más sobre mis hombros, intentando contener sus lágrimas. Al levantar un poco la vista al frente, note que una doctora y enfermera se dirigían justo a nosotros.

— ¿Familia de la señora Jasón? —preguntó la enfermera.

— Somos nosotros... —dimos un paso adelante con mi padre.

— ¿Ella está bien, verdad? —le pregunté, precipitada.

— ¿Se pondrá bien? —siguió Sami.

TODO PARA NADA - PARTE 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora