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Yulián gruñó mirando a sus padres, ellos hicieron este negocio sólo para quedarse con el de los Withman, también querían abarcar lo militar y parte de la mafia, no tenían límites, no les importaba nada vender a su propio hijo con tal de tener más poder.

No estaba de acuerdo con esto, en realidad no importaba su opinión, ya estaba por conocer al Omega con el que tendría que vivir a partir de ahora, así que tenía que callarse y sólo acatar órdenes.

Esto era tan ridículo, no pensaba acercarse a él para nada.

—Siento la espera, él es mi hijo, Darien Withman —Yulián achicó los ojos mirando al chico frente a él.

¿Realmente era un Omega?

Maldición, era intimidante para ser sólo un Omega, tenía su tamaño y se atrevía a decir que quizás le llevase unos centímetros, era ancho como los jugadores de fútbol americano en el colegio.

Estaba alucinando, era una total locura y exquisita belleza, el cabello negro lacio caía por encima de sus cejas pobladas, largas pestañas oscuras que enmarcaban unos bonitos ojos grises y sus labios eran provocadoramente finos.

Se sentía ridículo ahora mismo por estar babeando viendo a este chico cuando dijo que no se acercaría a él, siempre tenía oportunidad de retractarse ¿verdad? Llevaba una camiseta y un abrigo rojo, un jean negro enmarcando sus caderas, el Omega lo estaba viendo con bastante molestia.

—Él es Yulián Clive, espero que logren llevarse bien —el Omega ni siquiera pestañeó ante su nombre, Yulián tragó.

Al carajo el orgullo, quería a ese omega, no lo haría por el negocio de sus padres.

Darien fue transferido de colegio a los dos días de presentarlos, Yulián prefería que lo transfirieran a él, después de todo, le precedía cierta reputación acerca de sus conquistas.

Sólo puro cuento, por supuesto, pero quizás el Omega no estaría muy cómodo escuchando sus hazañas inexistentes.

A penas pisó el colegio Darien fue el tema candente durante semanas, Omega con ese aspecto y recién llegado, era carne fresca para lobos hambrientos.

Yulián fue ese primer día de clases directamente a su casillero donde estaba colocando algunos libros, sólo para situar una mano en su cintura y besarle la mejilla, cabe decir que Darien estuvo muy enojado con su acción. 
 
—Si ya terminaste de actuar como un animal marcando sus pertenencias, déjame ir a clase y no me hagas perder el tiempo —luego de sus palabras Yulián lo soltó al instante, pero su aroma quedó en él entremezclándose con su aroma a jazmín.

Darien no era nada fácil, el Omega era orgulloso y en ocasiones malcriado, pero Yulián notó que siempre estaba solo, no tenía amigos en el nuevo colegio, pero tampoco en el antiguo.

Darien iba muy adelantado en todo para tener sólo diecisiete años recién cumplidos, incluso estaba haciendo el tercer año de su carrera universitaria mientras estaba ahí.

Darien era un genio entre los genios y según decían, sus buenos padres querían que se relacionara con chicos de su edad, aunque tuviese otro nivel académico, lo cual era completamente absurdo, él no lo hacía para nada.

A penas se relacionaba con él.

Una semana después de la entrada al colegio sus padres firmaron los papeles y los hicieron oficiales, ellos quisieron un beso de celebración, Yulián no quería otra cosa que besar sus labios, pero el Omega se veía tan asustado por eso que simplemente dejó un beso en su mejilla.

Darien le murmuró un simple gracias y eso le hizo calentar el pecho con orgullo.

El apartamento que rentaron sus era para una pareja y obviamente tenía sólo una cama, el primer día fue el más difícil, a pesar de girarse de espaldas y no hacer ruido, ninguno de los dos durmió mucho, el aroma de ambos se mezcló y para cuando llegaron al colegio ya todos comentaban.

( I ) Un cachorro para amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora