—Titus es tan viejo como Tutankamón...—¡Zevin! Tú eres la que está interrumpiendo, ya cállate. Bien, Titus tiene 552 años, como sabrás, es mucho mayor que yo...
—¿Qué hay de ella?
— Zevin tiene 190. El mayor es Titus. Ahora volviendo a la historia... tus antepasados eran guerreros, Leah, guerreros que vivían manteniendo el respeto por la naturaleza, por el bosque, lo cual como podrás saber, como servanilum, nosotros estábamos muy agradecidos con eso, pues ambos podíamos vivir en paz el uno con el otro. He escuchado las leyendas de tu tribu, Lee. Sin embargo, en las leyendas tan antiguas sabrás que siempre hay cosas que suelen cambiar, al menos en una buena parte, pero claro que hay algo en lo que coinciden, Taha Aki y los fríos, como los llamaban los de tu tribu.
Eran unos tiempos complicados en ese entonces, tus antepasados estaban teniendo bastantes problemas incluso entre ellos mismos. El servanilum poseedor del gran espíritu del lobo, o sea, Titus, era el que siempre estaba más cerca de ellos y el que acudió al llamado de Taha Aki al poder contemplar y percibir su dolor y su angustia.
—¿Creí que eras tu la que custodiaba este lugar?
—Yo no había nacido.
—Oh, lo olvidé, perdón.
—Y de todas formas, no estamos enlazados a un solo lugar, pulgosa. Podemos ir a donde queramos y cuidar donde queramos, en ese entonces, Titus pasaba más tiempo por aquí y el chismoso espiaba mucho a la tribu, hasta que un día vió a uno de ellos desesperado y acudió a él.
—Ese día Titus llamó a otros servanilums para una opinión, entonces acudieron al llamado casi de inmediato —continuó ahora la castaña—. Él estaba planeando compartir una parte su poder con aquel humano y quería una opinión buena. Itte, el padre de Zevin se molestó, los humanos siempre le han parecido destructivos, una plaga del planeta, pensamiento que fue heredado por su hija.
—¿Qué pasa? No puedes culparme, deja de mirarme así.
—Como decía... a Orum le dio bastante igual, y a otro de los servanilum también, de hecho, cuando me enteré de esto, le pregunté algo, yo simplemente quería saber la razón del por qué quería ayudar a aquel humano. Pero Titus realmente nunca aclaró mi duda del todo, simplemente dijo que sentía lástima por aquel hombre, y quería ayudar ya que ellos eran merecedores de aquello, decía que se mostraban fuertes ante todo, incluso ante aquel ser tan frío como el hielo, pálido y extremadamente fuerte estaba atacando a la tribu, a pesar de entender que no podían vencerle, el espíritu de lucha estaba ahí y le plantaban cara. Pero harto de tantas muertes y temiendo por su tribu, Taha Aki corrió hacia el bosque a pedir ayuda.
—En ese entonces creían tanto en nosotros, incluso algunas veces se dedicaban bailes u oraciones.
—Como dije, Titus le encontró y ayudó, le dio a Taha Aki 2 grandes poderes, el poder de la transformación y el de la elección. Serían invencibles y no morirían si no lo deseaban, pero tenían la elección de poder envejecer normalmente si renunciaban a transformarse. Así que, ya lo sabes, eso pasó. Taha Aki tuvo una descendencia muy grande, todos ellos heredaron el gen o poder de la transformación, siempre ha sido más común de ver este gen en los hombres. Pero siempre pueden haber excepciones, como tú.
—¿Por qué es más común en hombres? ¿Por qué sólo me pasó a mí de todas las mujeres quileute? Yo... no lo entiendo —un fuerte suspiro salió de sus labios—. Cuando todo sucedió fue tan... extraño, estaba llena de sentimientos, ninguno de ellos positivos. Me sentí... no, corrección, aún me siento como un bicho raro, no tan... mujer quizá, o no tan femenina como solía creer. ¿Sabes? Por mucho tiempo incluso me pregunté como sería la impronta para mí, o si tan siquiera podría.