—¿Qué te parece esta camisa? Creo que se te vería bien, bueno, realmente creo que todo se te vería bien, así que puedes elegir lo que quieras —dijo de manera apresurada.—Leah, usaré cualquier cosa, solo dame lo que sea para ponerme algo —la castaña estaba simplemente cubierta con la bata de baño mientras esperaba a que morena se decidiera por cual ropa darle. Al final se decidió por unos pantalones de pijama grises y una camisa blanca sin mangas que le quedaba algo grande. Era cómodo, extraño ya que nunca había usado algo así, pero cómodo.
—¿Ya te cambiaste? ¿Puedo girarme?
—Puedes girarte, de hecho, incluso podías verme mientras me cambiaba. Pensé que estabas acostumbrada ya que convives mucho con gente desnuda, ya sabes —Leah hizo una mueca de asco, aparentemente recordando.
—Si bueno, esa bola de idiotas peludos no es algo que aprecie ver, al principio fue traumante.
La pelinegra se acostó a la par de la castaña, quién ya estaba bien acomodada en la cama de la quileute mirando el techo, parecía pensativa.
Luego del agradable día que tuvieron, corrieron de vuelta a casa de la menor, para cuando llegaron eran cerca de las 10 de la noche, asi que Leah se preparó algo ligero para comer ella y luego cada una tomó una ducha, Yyara mas que todo para tener algo que hacer, ya que no sudaba, no tenía mal olor y la tierra usualmente no quedaba contra su piel. Pero ahora, luego de usar el shampoo y jabón de la quileute, olía a una mezcla de frutos cítricos y coco.
—¿Un dólar por tus pensamientos?
—No hay algo que realmente pueda hacer con el dinero. Tengo todo lo que necesito ahora.
—¿Ajá? ¿Y eso que sería?
—A ti, en la cama conmigo —sintió una pequeña punzada en su brazo.
—¿En serio acabas de intentar hacer un comentario pervertido?
—A ver, que no soy una monja, ¿sabes? —la ojiverde estaba tranquila, sabía que ese tipo de insinuaciones o bromas no le molestaban en absoluto—. Fuera de bromas, estaba pensando en ti, como hago todos los días desde que te conocí. ¿Qué tal si me cuentas de ti? Tu historia, no lo sé. Quiero conocerte más.
—¿Creí que sabías todo de mí?
—Obviamente no sé todo, Lee, no puedo leer mentes. Solo sabía que te llamabas Leah y que eras la única quileute mujer cambiarformas —Leah suspiró y se acercó más al cuerpo de la otra, intentando buscar consuelo.
—Nací en 1986 como podrás saber, tengo 1 hermano menor, Seth, y antes vivía con mi madre y mi papá. Sue y Harry Clearwater. Realmente nunca fui alguien tan destacable, tenía unas notas regulares en la escuela y no socializaba tanto, pero tenía un novio. Sam.
El tipo que la llevó al bosque en sus brazos. conectó rápidamente al escuchar el nombre.
—¿Qué pasó con él? —abrazó a la pelinegra inconscientemente al sentir que necesitaba confort.
—Estábamos recién comprometidos cuando él de pronto desapareció por semanas, estuve muy preocupada, cuando volvió se veía... diferente, era otro tipo de persona, otro Sam, pero seguía siendo lindo conmigo hasta que... bueno, las semanas siguientes mi prima Emily, que también conociste ya, vino de visita.
—La impronta...
—Sí, la impronta. Sam pasó por todo el proceso de transformación solo, fue el primero de todos nosotros. Cuando vió a Emily, la empezó a seguir a todos lados como si fuera su sombra, terminó conmigo "amablemente" y se fue tras ella. Al principio Emily lo rechazó y me contó todo lo que Sam hacía eso me hizo sentir más agradecida con ella y más odio hacia Sam, pero no duró mucho, semanas después me enteré que ellos dos empezaron a salir, entonces mi odio aumentó y esta vez se dirigió a ambos. Me amargué, ¿sabes? Me volví una persona intolerable y llena de odio. Estaba tan dolida, yo lo amaba tanto que en ese momento pensé que era el fin de mi mundo, que nada tenía sentido así que todo fue empeorando, me convertí en una irreconocible Leah.