Capítulo 11

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—¿Qué debería usar?

Leah resopló con cansancio y se dejó caer en el sofá con pesadez. Estaba totalmente lista para la hoguera con sus pantalones cortos y camisa sin mangas, por otro lado, Yyara llevaba eligiendo un conjunto desde hace media hora y le preguntaba lo mismo a cada 2 minutos.

—Linda, es solo una hoguera, puedes ir como quieras.

—Pero ahí... uh, ¿me dijiste linda? —Leah sintió sus mejillas calientes al darse cuenta de eso, pero la castaña se mostró feliz y le dio un beso en la mejilla—. Adorable. Pero dime, ¿qué debería usar?

Teniendo en cuenta que Yyara seguiría haciendo la misma pregunta, fue al closet y sacó un conjunto para mostrárselo y decirle que lo usara. Pensó que estaría feliz ya que no quería elegir nada por su cuenta, si Leah escogía algo para ella, lo usaría feliz y podrían irse.

O eso se imaginó.

—No, eso no —respondió en cambio casi provocándole un tic en el ojo izquierdo a la azabache.
Finalmente al rebuscar más tomó un simple short de mezclilla y una camisa sencilla verde agua de manga corta. Junto con unas sandalias.

Leah finalmente obtuvo el tic en su ojo.

—Apura, llegaremos tarde —le apresuró 5 minutos después una vez lista.

—¿En serio tienes el descaro de apurarme? —preguntó ofendida la azabache. Yyara soltó una risita, por alguna razón, incluso aquello se sintió bastante bien para ella, como una situación común de una pareja.

Ella aún debía acostumbrarse a ese sentimiento, ahora tenía una vitaemoru.

Tomando algo de valor, Leah sujetó la mano de Yyara, quien feliz entrelazó sus dedos. Entonces con un aura totalmente feliz y renovado las dos caminaron hasta el punto donde siempre se reunían todos.
Yyara vio a bastantes personas al rededor de una fogata, riendo mientras charlaban entre ellos y comían y sostenían un vaso de refresco en sus manos.

Cuando las vieron acercarse, absolutamente todos la miraron, así que su agarre en la mano de Leah se reafirmó.

—¿Estás nerviosa?

—Se siente raro tener tantos ojos sobre mí.

A Leah le extrañó escuchar aquello, pues más temprano había estado en casa de los Cullen por primera vez y no tuvo problema alguno.

—Esta mañana también tuviste varios ojos sobre ti, ¿qué hay de diferente ahora?

Leah había hecho que disminuyeran el paso al propio para tener tiempo de hablar y tratar de relajar a su chica antes de lanzarla a las fauces de los lobos (pensamiento que le dio risa).

—Que ellos... son tus personas, Leah. Ahí está tu mamá, tu hermano, prima, hasta tu ex... toda tu tribu. Y bueno, es... no sé. Además, me miran raro.

—Bueno, eres una deidad. Una diosa del bosque básicamente. Y además, tu especie nos dio el gen cambiante... es claro que te van a mirar, los quileute siempre han sido tan agradecidos a la naturaleza, al gen. Honestamente, no hay nada de lo que tengas que sentir nervios. Te van a adorar. Vamos, no mordemos—bromeó.

—No estoy tan segura de eso.

Entonces llegaron frente al resto de las personas. El silencio repentino incómodo un poco a la castaña.

Un hombre alto se acercó a ella, imponente y con paso firme. Yyara lo reconoció, Sam Uley. El ex novio de Leah. Casi que se puso a la defensiva por el repentino acercamiento, pero se sorprendió en cambio cuando el chico extendió la mano hacia ella.

Deidades del Bosque || Leah Clearwater Donde viven las historias. Descúbrelo ahora