—Entonces... ¿esto es porque yo era infértil? Como no podía dar hijos a los hombres de la manada, no me quedó otra más que cambiar... vaya.
El gesto de tristeza en la cara de Leah no pasó desapercibido para su pareja, con algo de dolor se acercó a la quileute para intentar reconfortarla.
Leah miró con un ligero ceño fruncido sus heridas.—Sí... lo cual significa, que si hay alguna otra mujer infértil portadora del gen... cambiará.
—Ya veo... es... es realmente decepcionante saber eso. Pero Yyara, no tenías que pelear con él. Son como hermanos, ¿no? Recurriste a la violencia y eso es algo que no te gusta mucho...
—Leah, básicamente fue un insulto. Por más pacifista que sea un insulto a mi vitaemoru de su parte es una ofensa grande. Mis instintos salieron a relucir, perdón —murmuró la castaña algo apenada. Las heridas estaban ardiendo y si no las curaba rápido podía llegar a desangrarse.
Leah se dió cuenta de su dolor.
—Iré a buscar algo para curarte y limpiarte eso, ya vuelvo.
Una vez la morena corrió a casa, los ojos verdes se encontraron con los grandes y asustadizos ojos azules de Sitán. Estaba sentado en una esquina envolviendo sus propias piernas con los brazos mientras las miraba con atención.
Apenas notó que captó la atención de Yyara, dio una sonrisa débil.
—Sitán... lo siento mucho, por Neoj y por... por hacerte ver algo como eso.
—Está bien, Yyara. Estoy bien.
—¿Cómo te sientes, amigo? ¿Te gustaría hablar?
—No realmente. Prefiero no hablar de nada de eso —pidió—. Tu vitaemoru es hermosa, parece que es una gran chica.
—Ella lo es —mencionó con alegría. La devoción y amor que sentía por la quileute expresándose en todo su rostro.
—Necesitas curar eso rápido, yo las dejaré tranquilas. Solo quería venir a dar una vuelta, creo que iré a ver al cachorro mapache.
—Está bien, los Cullen te van a recibir de forma cálida. Manda un saludo de mi parte —luego del ligero asentimiento, Sitán cambió a su forma animal y corrió lejos, perdiéndose entre el bosque.
Ya estando sola, el dolor recorrió a Yyara. Esa pequeña estancia del bosque había quedado totalmente destruida por culpa de su falta de control. Por su enojo desmedido que no pudo retener. Algunos árboles estaban agrietados o partidos, las pequeñas flores que crecían allí estaban marchitas o aplastadas en total, el pequeño césped pisoteado.
Se sentía tan sombrío y sin poca vida que se sintió a punto de llorar. Ella había hecho todo esto.
—Lo siento... lo siento mucho. Lo arreglaré ahora —murmuró con voz suave—. Lo arreglaré, lo prometo.
Cuando Leah regresó con un botiquín en manos, la escena de su novia la sorprendió. Áun herida y algo sangrante, su novia estaba allí emitiendo una vibra tan pacífica y sobrenatural que le hizo jadear sorprendida. El lugar por donde caminaba se alzaba con vida como si ella se lo otorgara. Presenció las flores crecer a sus pies y los troncos de los árboles fortalecerse y unirse una vez más ante su toque.
Aquel lugar destruido parecía lleno de vida y totalmente verde una vez más. Leah se maravilló de lo que su chica era capaz de hacer. Cuando sus ojos se encontraron, el verde en la mirada de la servanilum era brillante de una forma casi mágica. Se dio cuenta que era porque usaba su poder, pues cuando se enfocó en Leah, el brillo desapareció.
—Eres impresionante —jadeó la morena. Yyara le regaló una sonrisa ya un poco más alegré y se acercó para sentarse y apoyarse en Leah, totalmente a su merced.