Capítulo 13

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—¡¿Cómo es posible que nadie calzara lo mismo en todo el reino?! ¡¿Y cómo si la zapatilla era parte del hechizo no desapareció a media noche?! ¡No lo entiendo! —Leah suspiró divertida y algo agotada. Venía regresando de su turno de trabajo, por la madrugada había tenido sus rondas de patrulla por la zona asegurándo el perímetro y aún así estaba aquí, mirándola con una sonrisa mientras la escuchaba parlotear sobre las diversas películas animadas que había visto mientras ella no estaba.

Para Leah no era una molestia, adoraba escuchar a su huella hablar con emoción, podía escuchar ese lindo tono toda la vida sin cansarse. Además era algo tierno como la chica se emocionaba de más por lo que veía en la tele.

—Bueno, es solo un dibujo animado, no tiene gran sentido. ¿Viste algo más?

—Otras películas similares, había una cosa mitad pez llamada sirena en una de ellas, pero creo que estás muy cansada para escucharme hablar de ello.

—Nunca estoy cansada para ti. ¿Quién tiene sueño? Pff –mintió descaradamente en medio de un bostezo. Leah empezó a engullir su comida con algo de pereza pero aún así hambrienta.

Yyara decidió sentarse frente a ella mirando embelesada.

—¿Qué más hiciste durante el día? —preguntó interesada la azabache. No importa que tan cansado hubiera estado el día, llegar a casa y ver a Yyara recibirla con una sonrisa y dispuesta a contarle muy feliz lo que había hecho durante el día hacía que todo valiera la pena.

—Tu prima estuvo por aquí, Emily. Fue muy amable y estuvo hablando conmigo al rededor de una hora. También fui a dar un paseo y estuve en casa de los vampiros —Leah se tensó un poco ante esto, pero no hizo comentario alguno, su compañera era libre de hacer y viajar donde quisiera. Ella no era su dueña, la pequeña y linda castaña podía cuidarse.

—¿Fuiste a ver al pequeño Will? ¿Cómo lo están llevando? Ya pasaron unos 3 meses y medio desde que está con ellos.

—Todos parecen encantados con él, es un niño precioso, Lee. Ya empezó a dar sus primeros pasos. Los Cullen mencionaron que Meitu les dio una visita un día y él estuvo emocionado. Ah, y se queja de que yo no voy a verla, cuando ella viene por aquí tampoco lo hace —dijo con un mohín. Leah miró enternecida a su impronta.

—Podemos ir a visitarlas un día, tengo libre todo este fin de semana, no trabajo y tampoco tengo patrullas.

La cara de la servanilum se iluminó con emoción. Se enganchó a la cintura de su novia mientras esta lavaba el plato en el que recién había comido y sonrió.

—¿De verdad? Podríamos ir entonces, así vemos a Milot también. Ya sabes que se queda con Meitu, estoy emocionada por verlo.

—Entonces vayamos. Estaré feliz de hacer lo que quieras, soy tuya —Leah sintió el apretón en su abdoment y la forma en la que los ojos de Yyara parecieron brillar de forma peligrosa.

—¿De todas las formas? —preguntó por lo bajo, su voz sonando peligrosamente seductora contra su oído.

—De todas las formas en las que quieras intentar... —el deseo se extendió por sus ojos, pero segundos después, logró calmarse. Sabía que no era tiempo, aún no. Además, su novia se veía realmente agotada.

—Es bueno saberlo para un futuro, ahora ve a cepillarte para dormir.

Leah hizo una pequeña mueca divertida antes de asentir y acatar lo que la castaña le ordenó.
Luego de cepillarse los dientes y ponerse unas prendas más cómodas, Leah estuvo lista para irse a la cama y dejarse caer en las redes de Morfeo.

Llevaban ya un tiempo de esa manera, la pequeña castaña prácticamente ya era una más en la tribu. Era bien recibida siempre y le regalaban sonrisas constantes acompañados de miradas de adoración sinceras.
Sentía este lugar como su hogar y se sentía cómoda, especialmente cuando al llegar la noche podía envolverse felizmente entre los brazos de su azabache y sentir su calor y olor rodeándola durante toda la madrugada.

Deidades del Bosque || Leah Clearwater Donde viven las historias. Descúbrelo ahora