Regina y Maléfica se quedaron algunos segundos procesando lo que les acababa de solicitar Emma, pues ninguna quería negarle aquella petición a la princesa, puesto que ambas deseaban con locura probar los labios de la joven y averiguar por fin si sabían a fresas o dulces, como lo sospechaban.
–Princesa, no tome esto de mala manera –Regina le asintió a su esposa–; pero no creemos que eso sea algo bueno, usted no tiene nada de tiempo conociéndonos y por muchos que amaríamos besarla, tenemos que negarnos a tal petición, al menos por un tiempo.
–Emma, por favor, entiende nuestra situación.
La joven princesa se alejó un poco de las reinas e inhaló varias veces para calmar el posible llanto que se estaba formando en su garganta a raíz de este pequeño rechazo por parte de las dos personas que más deseaba tener cerca.
–Yo... necesito irme.
Sin decir más nada salió de allí corriendo, Regina quería ir tras ella; pero Maléfica se lo impidió atrayéndola en un abrazo, ya que sabía que Regina se sentía con corazón roto, y ella se sentía de la misma manera.
–Hicimos lo correcto, Gina.
–Pero le hicimos daño en el proceso, Mal, no quiero que Emma sufra por nuestra causa, y ahora menos que sabemos que es nuestro amor verdadero.
–Emma es joven, Gina, aún no sabe lo que implica ser amores verdaderos y mucho menos entiende todo lo que está en riesgo justo a ahora, y a todo el peligro al que estamos expuestas.
–Ni debe saberlo, Mal, eso la haría más propensa a querer salvarnos –Regina se soltó del abrazo y comenzó a caminar de un lugar a otro.
Mientras Maléfica trataba de calmar a su esposa, en otra parte del castillo Emma se encontraba sentada contra una de las paredes con lágrimas en sus ojos y ocultando, bastante mal, los pequeños quejidos que el llanto contenido que se escapaban de su boca.
–¿Princesa Emma?
Emma reconocería esa voz donde fuese, era Eugenia, la abuela de su madrina a la que llamaba Granny.
–Mi niña ¿estas bien? –Emma negó y se levantó para abrazar a la anciana–. ¿Qué te hicieron, mi niña?
–N-nada –la respuesta salió entrecortada y poco creíble.
–Emma, mi niña, puedes contarme lo que sea que te hayan hecho y reinas o no, van a responderme por hacerte llorar.
–No m-me h-hicieron nada, Granny, lo prometo.
–Entonces por qué razón hay tantas lágrimas en tus ojos, mi niña.
Emma estaba un poco nerviosa por contarle aquello a Granny, no porque no confiase en ella, sino porque ella no confiaba en las reinas a causa de todas las cosas que se comentan de ellas en su reino, y tampoco ayudaba mucho que estando ambas casadas, entre ellas, pusiesen sus ojos impuros, sus palabras exactas, en una joven pura y casta como lo era Emma, y de paso una niña menor incluso que su propia hija.
–Ellas son mis amores verdaderos, Granny, lo comprobé –los ojos de la mujer cambiaron un poco, aunque Emma no sabría decir que mostraban exactamente esos orbes oscuros–; pero cuando les pedí un beso, solo un beso, Granny, ellas me rechazaron.
El llanto comenzó nuevamente, aunque esta vez era menor y no tan convulsivo y doloroso como el de minutos atrás.
–Mi niña, no creo que las reinas te hayan rechazado.
–¡Fue lo que hicieron, Granny! ¿Cómo llamarías a no querer besar a su amor verdadero? Exacto, un rechazo.
Granny giró un poco los ojos, pues aunque Emma era de las personas más inteligentes que conocía, poniendo en duda que fuese hija de Snow y James, seguía siendo una niña y aun no conocía todas las cosas que dictan un corazón y solo pensaba con sus emociones, no con su cabeza.
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El cisne, la manzana y el dragón
FanficTres corazones dispuestos a amarse, dos con un latido similar debido a los años de convivencia, y este latido se acelerará cuando un tercer, y joven, corazón se sume a esta ecuación. Una joven e inocente princesa, que caer presa de los encantos de...