Castillo de Regina y Maléfica día de su boda
Regina estaba sentada mientras algunas de sus doncellas terminaban de alistar su maquillaje y peinado, pues quería lucir perfecta en su boda, que, aunque no era ni la mitad de grande que la primera que tuvo, esta vez se estaba casando con su amor verdadero, con la gran Maléfica Moor, la reina del Páramo y dueña de su corazón.
–Regina, deja de babear, sabemos que tu mujer es hermosa; pero no por eso debes comenzar a babear antes de siquiera verla.
La morena simplemente negó mientras ponía sus ojos en blanco y sonrió con más ganas, logrando que Zelena le diese un pequeño golpe en el hombro, si bien no tenían demasiado tiempo de conocerse y ser hermanas, siendo su primer encuentro cuando Regina tomó el nombre de su madre y comenzó a reinar el que fuere el reino del padre de su padre. Ambas se amaban con locura y parecía que siempre hubiesen estado juntas algo que su, ahora difunta, madre nunca les permitió.
–Solo estás celosa porque yo tengo a mi amor verdadero y tú no, acéptalo de una vez, Zelena.
–¡Esta bien! Si estoy un poco celosa; pero, sobre todo estoy feliz por ti, hermanita, mereces toda la felicidad del mundo.
–Y la tengo, hermana –Regina se acercó a su hermana y la abrazó–, ahora te tengo en mi vida, Zelena, y me voy a casar con mi amor verdadero, cómo podría no ser feliz, aparte mi reino es bastante próspero y respetado.
–Y será el más grande cuando lo unas al de Maléfica.
–Lo sé; pero eso no es tan importante ahora.
–Ciertamente, lo importante es llevarte con tu futura esposa antes de que despierte a su dragón.
Ambas salieron con enormes sonrisas y se dirigían al salón del trono, allí ya estaban los pocos invitados reales y las personas comunes que desearon acompañar a sus reinas y verlas unirse.
Cuando entraron lo primero que Regina vio fue a su futura esposa quien, para su muy grata sorpresa, llevaba puesto un hermoso vestido negro con detalles en dorado, plateado y rojo, todos fluyendo de tal manera que, para Regina, y la mayoría de los presentes, era la viva imagen de la belleza.
Por otro lado, Maléfica había olvidado como respirar cuando vio a Regina cruzar las puertas en su vestido blanco, su cabello caía por su espalda y su sonrisa era la cosa más perfecta que jamás había visto. Úrsula sería quien oficiaría la boda y soltó una pequeña risa cuando vio la mirada que tenía Maléfica, aunque no era de burla, era más bien de nervios pues Regina era absolutamente una visión en ese vestido y cualquier Diosa la envidiaría.
–Sabes que es mi futura esposa ¿verdad? –. Maléfica susurró aquello y provocó otra risa nerviosa de Úrsula pues al parecer no fue tan discreta como creía.
–Solo admiro la belleza que se presenta frente a mí, así que deja los celos, dragón.
–Te voy a freír, calamar.
–Te recuerdo que yo tengo a mi amor verdadero, solo debo esperar algo de tiempo para estar con ella.
–Es una niña, eres demasiado rara, Úrsula, me preocupas.
–¡No fue mi elección! Ahora cállate y sonríe.
Maléfica hizo exactamente eso y no porque Úrsula se lo dijese, sino porque Regina estaba solo a cinco pasos de ella y de cerca se veía aún más hermosa que de lejos, mismo pensamiento que recorría la mente de Regina al ver de cerca a su esposa.
–No es que me queje, para nada; pero ¿por qué de negro?
Regina logró hablar luego de salir de su estupor al estar cara a cara con la mujer de su vida y con la que estaba a nada de unirse para siempre.
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El cisne, la manzana y el dragón
FanficTres corazones dispuestos a amarse, dos con un latido similar debido a los años de convivencia, y este latido se acelerará cuando un tercer, y joven, corazón se sume a esta ecuación. Una joven e inocente princesa, que caer presa de los encantos de...