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Capítulo 13

— Rick — dijo Evelyn, mirando hacia arriba.

Todos miramos hacia donde ella lo hacía.

— Maldición — dije al ver que empezaba a amanecer.

— Vamos, Alex — los cinco nuevamente empezamos a correr.

Rick y Alex iban mucho más adelantados y yo solo podía suplicar que llegarán a tiempo.

El sol pronto iluminaria la punta de la pirámide.

Cuando llegamos a lo lejos vimos a Rick y a Alex abrazándose.

— Lo lograron — dijo Evy con una sonrisa.

— Gracias a Dios — susurré.

— Si. Grandioso — dice Jonathan descolgando su mochila — Fabuloso.

En eso detrás de mi escucho un gemido de dolor al voltear veo a Anck-Su-Namun apuñalando a Evelyn.

— ¡Evy! — iba a acercarme pero un fuerte viento me lanzó por los aires y choque con una estatua.

Imhotep me había arrojado lejos de Evy y había hecho lo mismo con Jonathan.

Vi a mi hermano y sobrino correr apresurados hacia Evelyn y yo solo podía míralos, mientras la sangre bajaba por mi frente.

— Jonathan, Aria — escuché el grito de Rick.

Trate de levantarme y caminar hacía ellos.

Pero el golpe en la cabeza me había dejado desorientada, mareada y algo débil.

— Ella va a estar bien ¿Verdad? — pregunta mi sobrino.

— Está bien. Está bien — responde Rick mientras trata de alejarlo — Llévatelo. Llévatelo, por favor — le dijo a Jonathan.

Me recargue en la estatua y empecé a acercarme de apoco.

— Tia Aria — Alex vino corriendo hacia mi y yo lo abrace.

— Tu madre va a estar bien — le dije — Ella estará bien.

— Evy, oh por Dios — decía mi hermano entre lágrimas — Eres fuerte, te vas a salvar. No es nada.

Mire a Jonathan no sabía que hacer o a dónde mirar.

— ¿Dime que hago? ¿Dime que hago, amor? — le pidió mi hermano a Evy.

— Cuida a Alex — es lo único que le pidió

— No — sollozo mi hermano — No, cielo.

— Te quiero — le dijo a Rick y luego lentamente cerro los ojos.

— No, no — dijo Rick — Evy, Evy. No, no, Evy.

Me arrodille frente a Alex y este me abrazo.

Jonathan solo recargo su frente en mi hombro.

— Vuelve, Evy — pidió mi hermano — ¡Vuelve! Por favor.

¿Qué maldición estamos pagando? ¿Que maldición estoy pagando?

— Quédense aquí — dijo mi hermano.

— Rick — este niega.

— Debo detenerlo. Debo hacerlo, por ella— me abraza.

— Te quiero, hermano. Por favor, ten cuidado — besa mi frente y asiente.

Luego se da la vuelta y empieza a caminar hacía la entrada de la pirámide.

De la nada una sombra extraña sale y sube hasta la punta de la pirámide.

Los tres nos sentamos en la arena, yo abrazando a Alex y Jonathan tratando de reconfortarlo con palabras.