Llevaba todo el día metida en la habitación de Enzo. Alina me había pedido que saliera y volviera a la mía pero no quería.
- Ali, déjala, todos tenemos estos momentos - le pidió Enzo, que estaba viendo una peli a mi lado.
- Yo no - dijo ella.
- Tú vives en un momento así constantemente - musitó él.
Alina tiró un cojín que, en vez de ir directo a la cara de su gemelo, vino a la mía.
En vez de hacer algo, lo utilicé para taparme la cara.
- Me estoy deprimiendo de verla - exclamó Alina -. Si quieres seguir hablando con él, hazlo. Tampoco has hecho nada tan grave, solo le has dicho que no querías echar un polvo.
- Le dije que no me lo había pasado bien - le recordé -. Y que besarle había sido un error.
- Pues pídele perdón, dile que tuviste un mal día y lo pagaste con él - aconsejó.
- O puedes contarle la verdad - sugirió Enzo -. Todo el mundo tiene inseguridades. Él probablemente también las tenga.
- Si yo fuera como él, me pasaría el día mirándome en el espejo - comenté.
Alina se rio y Enzo la fulminó con la mirada.
- Luna, eres más que preciosa - sentenció -. Pero eso lo tienes que ver tú, así que no podemos hacer nada más que aconsejarte ser sincera con él y te des el gusto de disfrutar.
Gruñí, dándole la espalda a los dos.
- Cuando estabas con Matteo, ¿también te escondías?- me preguntó mi hermano.
Matteo era mi ex, al que había dejado borracha. Salimos desde los 16 hasta enero de ese mismo año.
- No llegaba a quitarme la ropa del todo nunca - confesé -. Además, nos conocíamos desde niños y no hicimos nada hasta llevar bastante juntos. Había confianza de sobra.
- Luna, si te gusta el rubio tonto ese, inténtalo - concluyó Alina.
Dos horas más tarde, estaba en la puerta de casa de Damien.
Llevaba ahí de pie veinte minutos, sin saber qué diría cuando abriera la puerta.
Al final, llamé al timbre.Me abrió Michelle, en bikini.
- ¿Luna?- preguntó -. Tu hermano había dicho que no podíais venir, que no te encontrabas bien.
Vale, quizá debería haberle dicho a Enzo que iba a ir a casa de Damien. Me hubiera avisado de esto.
- Es que... quería hablar con Damien - dije.
- Está arriba, en el estudio - me informó -. ¿Te acompaño? Por si no lo encuentras.
¿No les había contado nada? ¿Por qué?
- No te preocupes, creo que lo encontraré.
- Bueno, luego bajad los dos a la piscina, que André es muy pesado para aguantarlo sola - pidió, yéndose.
Subí las escaleras. ¿Tenía que estar en el mismo sitio donde pasó todo? ¿No habían más habitaciones en la casa?
Llamé a la puerta. Se escuchaba música, puede que por eso no abriera. Probé de nuevo, más fuerte.
Dejé de escuchar la música y llamé.
- André, no me apetece bajar - dijo.
- Soy Luna - anuncié.
Pasaron algunos segundos hasta que abrió la puerta. Iba en pijama y la habitación apestaba tanto a maría que tosí.
- ¿Te olvidaste algo anoche?- preguntó, apoyándose en el marco de la puerta.
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Lluvia de estrellas
RomansaLuna Mancini, una joven que va a embarcarse en su primer viaje fuera de de Italia. Visitará las calles de La Rochelle, acompañada de sus nuevas amistades y de él, el chico que le gusta.