6. Trabajando

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Olivia

Había pasado una semana desde el torneo, había estado pensando un buen rato, Dylan me dijo que me escribiría y yo había esperado toda una semana como una idiota, tuve en cuenta varias veces que el me dijo q si no se acordaba podía escribirle yo, pero no me gustaba esa idea, quería que por una vez alguien se acordase de mi.

Intenté dejar de pensar en ello y la verdad me resultó muy fácil porque mi madre acababa de entrar por la puerta, tenerla cerca no era bueno, ella me mandó hacer mil cosas en casa y aunque estuve desde muy pronto por la mañana hasta muy tarde por la noche, no logré acabar todas esas tareas así que sabía que me tocaba bronca segura. Tenía miedo porque estaba en medio de mi época de exámenes y casi no me daba tiempo a estudiar, igualmente mis notas no habían bajado pero había asignaturas que me costaban bastante por eso tenía miedo de que por culpa de las mil tareas que mi madre me dejaba fuera a suspender.

Ella como siempre entró sin decir nada, dejó su bolso y como de costumbre se miró en el espejo. Mi madre nunca fue una modelo pero en mi opinión era bastante guapa, tenía la piel muy pálida y los ojos oscuros igual que el pelo, los rizos los había heredado de ella, solo que los suyos eran más pequeños y definidos mientras que los míos eran rizos grandes que de achicaban en las puntas. Después de contemplarse en el espejo y quejarse de que había subido de peso fue a la cocina y ahí empezó el drama.

- ¡¡OLIVIAAAAAAAAAAAAAA!! ¡¡BAJA AQUÍ AHORA MISMO!!
- ¿Qué pasa? - no me sorprendían en absoluto sus gritos, de hecho eran parte de mi rutina habitual
- ¿Qué pasa? ¿En serio? - como siempre repitió mis palabras en tono de burla - no has hecho nada, repito NA-DA, N-A-D-A, NADA.
- No hace falta que me lo deletrees, no soy tonta
- Pues no me lo demuestras, no tienes vergüenza, solo haces que estar tumbada, no haces otra cosa, haces el vago una y otra vez hasta que te vas a la cama a dormir, eres una inútil, que no puedo pedir ni siquiera que laves los platos porque sé que lo vas a hacer mal, si es que lo haces, porque vamos, haces entre nada y menos todavía.
- Mamá, no es eso, tengo exámenes y no me mandaste solo eso - quería recordárselo, porque sabía que aunque no funcionase, con eso dejaría el tema en seguida, o eso pensé yo, porque esta vez... - he estado ayer todo el día limpiando, tengo más cosas que hacer.
- No, - me asustó, me soltó ese no tan de golpe que casí me caigo al suelo del susto - no tienes nada más que hacer, ¿quién te crees que eres? Eh. Nadie, no eres nadie, solo eres una inútil y una vaga, que no estudia y que no es capaz ni de lavar cuatro platos.

Intenté detenerla, de verdad que lo intenté, pero se me hizo imposible.

- No sirves ni para hacer amigos, que Isabella te aguanta porque le das pena, en hockey ni te piden quedar, nadie quiere estar contigo, porque además de inútil eres una foca, nadie quiere salir con ballenas y eso te jode ¿verdad? Te jode saber que eres la que hace el ridículo de ese grupo, con esa barriga cervecera q se te marca, esas piernas gordas que da asco verlas y esa cara redonda que hace que parezcas una bola. Todas tus amigas seguro que son guapas y delgaditas, con cintura y curvas y tu ¿qué eres? Una foca inchada que no vale ni para limpiar.
- M...ma...mamá - ya no pude más, rompí a llorar, todas esas cosas las llevaba viendo en mi desde los cinco años pero una cosa es pensarlo tú solo en tu cuarto y otra muy distinta es que te lo digan otros, lo primero te destruye lentamente pero lo segundo te termina de matar - n...no hac...cía falta decir esas cosas, ¿sabes? Puede que no haga todo lo que me pides pero no hace falta insultar.
- ¿Insultar? ¿Yo? Solo he dicho lo que veo, lo que ven todos en cuanto te ven aparecer, una ballena, que no eres más grande porque no comes más, que poco te falta para no entrar por las puertas.

No podía más, ni siquiera le contesté necesitaba irme de allí pero ella me retuvo.

- Espérate - dijo agarrandome del brazo - no he terminado. Como no te pongas las pilas te voy a poner a trabajar, no sé de que pero te vas a poner a trabajar, en esta casa o hacemos todos algo o tu y yo nos vamos a llevar muy mal Olivia - ahí casi empiezo a reirme a carcajadas ¿empezar a llevarnos muy mal? Pero si en eso se basaba nuestra relación, en llevarnos muy mal - no sirves ni para limpiar escaleras pero te juro que te busco empleo en alguna de esas empresas de limpieza.
- Bueno, haz lo que quieras, así por lo menos tendré ahorros para irme de aquí.
- Ahorros, ¿pero tu qué te piensas que el dinero va a ser para tí? No no hija estás muy equivocada, ese dinero es para mí para comida, pagar la luz, el agua, el gas... para ti no va a haber nada, si no colaboras limpiando, colaboras con dinero. - no me lo podía creer ¿esto era en serio? - eres muy niña para tener ingresos y...
- ¿Soy pequeña para tener ingresos? Ah claro pero para trabajar no, para eso soy mayor, ¿no? No me importa trabajar pero no para mantenerte a ti, ese dinero sería mío y lo usaría en lo que yo quisiera
- Pero tú ¿quién coño te crees que eres?
- Tu hija, no tu esclava

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