Guillermo Ochoa, o mayormente conocido como Memo Ochoa es un hombre de 37 años, casado con el astro argentino y con 3 maravillosos hijos; es alguien que sabe perfectamente hacer las cosas por su cuenta y puede valerse por sí mismo.
Desde finales del 2022 había fichado con un equipo de la serie A en Italia, el Salernitana, llegando cómo el portero que supliría a Sepe, quién había sufrido una lesión y por ello mismo estaba ahí.
Cuándo su debut se dió en la Serie A los aficionados lo amaron, y entre más actuaciones daba, más halagos recibía.
Y a diferencia de los mexicanos, ellos no lo comenzaron a odiar por los ocho goles recibidos con el Atalanta.
Ya habían pasado más de tres meses desde su llegada y su estancia en Salerno se sentía excelente.
Pero aprender a vivir sin su familia era difícil.
Había momentos en los que despertaba e inconscientemente buscaba a su amada pareja, Lionel Messi, en la amplia cama que tenía para luego entristecerse por recordar que él se encontraba en otro país junto con sus hijos.
Ese día en particular, no podía dejar de pensar en su familia, lamentablemente no podía quedarse todo el día en la cama pues ese día tenía un partido contra el Inter Milan.
Suspiró, parándose de la cama para comenzar a prepararse, sintiendo extremadamente solitaria la casa en la que se encontraba viviendo al no tener que levantar a los niños con extremada insistencia pues los tres tenían el sueño pesado.
Ya vestido, camino a la cocina para preparar un desayuno súper sencillo, un cereal, volviendo a sentirse triste pues a Mateo no le gustaba ese cereal y siempre se quejaba con sólo verlo.
Continuó comiendo hasta terminar, llendo a lavar su plato, recordando en esta ocasión que Lucciana era la única que lo ayudaba a secar los platos cuándo le tocaba lavar a él los platos.
Durante todo el día se sintió así, recordando a su familia cada vez más, al punto en que ahora no sólo había un aire solitario, sino también uno triste, hasta que llegó la hora de irse.
Y al estar por salir de su casa, nuevamente una oleada de tristeza le llegó, pues su pequeña Karla acostumbraba a sujetarse con fuerza de su pierna para no dejarlo ir a dónde sea que fuera sin ella mientras Lionel en lugar de ayudar miraba con ternura la escena y sus otros dos pequeños aún desayunando.
Con otro largo suspiró salió de su ensoñación y salió de casa, sin los ánimos necesarios para jugar el partido de ese día.
Al llegar al estadio, tenía una cara de pocos amigos, provocando que no se le acercaran otras personas por su expresión facial.
Y para su buena o mala suerte, él sería el portero titular.
En un lugar del estadio, en una zona bastante cercana a la portería dónde jugaria Memo el primero tiempo, estaban cuatro asientos ocupados, por dos niñas, un niño y un adulto, los cuatro con las ganas totales de ver jugar a Guillermo Ochoa.
-Matheo, sentate ya por amor a Maradona- Se escuchó la voz del hombre, con un acento argentino bastante marcado, pedirle a su hijo quizá por quinta vez que se sentara.
-Bueno- El niño de 6 años dió la misma respuesta que las otras veces tomando asiento, aunque era probable que se volviera a parar.
-¿Y papá?- Preguntó Karla, buscando con la mirada a su papá.
-Mira, ahí está- Señaló Lionel al portero de rizos que apenas estaba comenzando a calentar.
Durante el calentamiento, se pudo observar que Guillermo Ochoa no estaba con la atención entera en el partido, parecía demasiado sumergido en sus pensamientos.
Todo el equipo pareció darse cuenta, pero lo relacionaron con que eran nervios por el partido, ya que se enfrentarían al Inter Milan.
El juego había comenzado, la pelota y los jugadores ya estaban en movimiento, Guillermo trataba de poner su atención en el juego pero simplemente no podía.
Y con ello llegó el primer gol, dejando el marcador 0-1 a favor del Inter, y cuándo los jugadores vieron el desánimo del portero de rulos no pudieron evitar temer que sucediera lo mismo que cuándo jugaron con el Atalanta.
Sufrir una aplastante derrota.
Y no sólo los jugadores, la afición del Salernitana también temía lo mismo.
Guillermo podía escuchar las exclamaciones de felicidad de los del equipo rival, hasta que unas vocesitas conocidas llamaron su atención.
-¡Vamos Pa'!-
-¡Dios aún no nos puede abandonar!-
-¡Vos podés, mi amor!-
Y en ese momento vió a sus hijos de pie gritando palabras de apoyo lo más fuerte que podía y a su esposo dando uno que otro grito mientras motivaba a los niños a seguir gritando.
El guardameta mexicano perdió todas las emociones negativas de hace unos momentos al ver a su familia en el estadio, apoyándolo.
Su familia fue la motivación que necesitaba en esos momentos para levantarse y dar lo mejor de si el resto del partido, prometiendose a sí mismo no dejar entrar otro balón en su portería y, si se podía, aparecer en el XI ideal de esa jornada.
Y fue en los últimos minutos del segundo tiempo que uno de sus compañeros metió un gol, evitando la derrota y dándole paso al empate.
Terminado el partido, la familia Messi Ochoa por fin se reunió luego de un largo tiempo.
Los niños apenas vieron a Guillermo corrieron a abrazarlo, aferrándose a él; mientras Lionel solo camino a su lado y le dió un beso en la mejilla.
-Lo hiciste excelente Guille- Fueron las primeras palabras que le decía Lionel en persona, luego de esos meses.
-Gracias..- Era sorprendente el cómo esas simples palabras y ver de nuevo a su familia provocaron el llanto en el mayor de todos, quién jalo a su esposo para unirlo al abrazo familiar.
Guillermo siempre había amado a su familia con todo su corazón, pero cómo en cada ocasión en las que duraba un tiempo sin verlos, la sensación de tener a su familia con él eran justamente lo que necesitaba para poder seguir adelante.
Definitivamente, el amor de su familia era la cura para todas sus tristezas.
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Ay hola, ya reviví.
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Mi Razón De Vivir
Hayran KurguGuillermo no estaba bien. Lionel le daría una sorpresa. ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Idea sacada del grupo en facebook.