C4. Para Quien Apuñala Al Corazón Con La Boca Llena.

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Sacapuntas sin filo hecho de metal seguramente traído desde algún pueblito de Europa, un pequeño poblado con salida al mar, sin temperatura caribeña ni palmeras con rica agua de coco, pero si producto de la hermosa soledad y depresión de sus habitantes en los constantes días grises incapaces de escapar de los vampiros que acechan sus hogares el lunes a las dieciséis horas, pero cuidado con el sol, ¡Idiotas! El sol ahí viene, la eficacia del cazador azulado. Yo...Yo estoy a su lado sin merecerlo porque no tengo presupuestado mi tiempo en la atónita voz de mi progenitora.

—¿Sigues durmiendo en el restorán de tu mamá? —Rostros blancos en el piso con el pincel de palo.

—Al menos hasta que traigan mis cosas desde la casa de mis tíos. —Le ofreció un pedacito de pan a su amigo, negó con formidable respeto. —Sin embargo, el cargamento era para anteayer, y me estoy cansando de dormir en un cubo. Creo que dormir con Kenny es mejor que seguir hincándome la espalda con los resortes que se escapan entre la almohadilla.

—¿Tan malo es dormir ahí? —Recordó su colección de comics en el segundo cajón, ¡Así que ahí estaban! Toda la mañana buscando rastros inexistentes e inherentes a recuerdos pasados.

—Reitero lo dicho, no creo que sea tan malo como dormir con Kenny. —¿Podrá aquella muchacha, darle el numero? Miro como borraba con una rama marchitada los dibujos de la nieve. —¿Cómo van las cosas con Wendy?

—Más o menos, se enojó porque se enteró que sigo a todas las chicas del grupo de porristas menos a ella, ¿Puedes creerlo?

—Las mujeres son y serán unas malditas perras locas, jamás te confíes en una vagina amigo, nunca. —Sonó su nariz con la servilleta casi transparente, algo de moco en las pelusas de los dedos de su guante.

—Si, ósea, digo, ¿Qué hace diferencia si la sigo por las redes sociales? Si vivo los veinticuatros horas del día con ella, quiero saber de mis compañeros, de ella ya se todo, ¿Para qué quiero ver fotos en su muro que se las acaba de sacar hace menos de dos minutos? —Olio su sobaco en busca de algún atisbo de olor, tantos abrigos siempre hacían sudar sus brazos que luego era difícil de desprender la fibra de su suéter.

—Mira al estúpido de Clyde, tiene medias de distintos colores.

—¿Quieres venir conmigo este viernes? —Saco su teléfono y le mostro unas fotos de unas montañas, horizonte hermoso.

—La pregunta es: ¿Cómo llegaremos ahí? Tres horas de viaje, no tengo dinero para el bus.

—Mi tío, aun debo avisarles a los chicos.

Rasco su mentón, alisando los tres pelos que tanto lo enorgullecían. —¿Mm? Seria terapéutico volarles los sesos a los osos.

—No vamos con esas intenciones, considere apropiado el salir a algún lado, una semana de amistad es muchísimo, debo confesar que pensé que para el tercer día se prendería fuego Roma. —Cartman atajo una pelota con su rostro, furiosos por aquella falta de respeto y privacidad, fue directo a transformar un partido de futbol americano por uno de quemados. —Dios, la hora. —A pasos apresurados cayendo en cuenta su promesa hecha la noche anterior, hecha de mala gana, para ver juntos la final, "Ojalá aun no haya empezado" repitió cada cuatro pasos. Lentamente abrió las puertas dobles de madera, el gran salón iluminado por los enormes ventanales, tres de la tarde y ni un alma, subiendo un poco las escaleras, al lado de Kevin y adelante del grupo de chicas, estaba su amigo Kenny, subió, sin hacer tanto ruido, pero con estruendosos pasos, que funcionaban para distraer. —¿Cómo estás?

—Bien, esto es una mierda, viejo, llevan veinte minutos y nada. —Apoyado en sus rodillas y piernas abiertas, compartió uno de sus chicles de menta a Stan.

[CANCELADA]- Plan, Acto Y ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora