C10. Criollo.

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Plena oscuridad a las siete y media de la mañana, tambaleándose de un lado para el otro, esperando por las ordenes de su jefe en la plena oscuridad de su cocina. El viento que se filtra por su nuca y entra por su espalda desde la ventanilla rota, justo al frente del lavabo. El ladrido incesante que parece nunca acabar y suena a una repetición hecha con el fin de molestar.

Inquilinos mal agradecidos. Que suerte de que sus padres ya no dieran lugar de paro a drogadictos: en su propio garaje, tenía que cruzar los tubos de ensayo y el cobre al aire libre rozando el charco de agua.

Rebuscar entre los cofres algunas de sus pelotas desinfladas, o sus juguetes rotos. Ahora lleno de calzado comido por la propia suciedad.

El refrigerador a su costado se abrió, su luz lo cegó y de los insultos se hizo presente su padre. —¿Qué carajo haces?

—¿Para ir a trabajar? —Dijo Kenny. Su padre regreso el unto extraño que guardaba dentro de una jarra. Apesta.

—¿Trabajar? ¿A dónde? —Respondió con sobrada grandeza. —Te recuerdo que hoy no trabajamos culpa tuya. Rompiste todos los tablones y ahora tenemos que esperar que los restablezcan... Y eso; Castigara tu bolsillo. —Afeitar su barba quizás sería la mejor opción, guardo celosamente la lata de atún y prefirió marcharse. —Mira que tener a gente tan estúpida en esta casa.

Acostumbrado a todos los berrinches de ese hogar que parecía derrumbarse en cualquier momento, si no era que ya lo estaba. Escarbo entre escombros y de ella escapo con su guitarra.

La pintura sin quitar de sus dedos machucados, las uñas rojas con la piel desprendida, la del pulgar estaba rota y después de tanto, ya ni dolía. Siempre lo entristecía ver como el diluvio derretía los árboles que tanta diversión le habían dado en los momentos que considero el escape como una solución absoluta a todos los problemas que venía acarreando, y para evitar el excesivo ejercicio mental que ya se le hacía cansador buscaba hasta lo más mínimo para hacer, con tal de; jamás, volver a pensar.

Seguía recapitulando a su vez, la vez que se dio cuenta de que escabullirse en casas y escapar de los padres de las chicas era ya algo aburrido, que no le generaba nada qué propia miseria.

Nunca supo que busco en los demás o si directamente busco algo en sí mismo. Jamás tuvo a alguien para que se lo dijese. Y las fuertes palabras de los pocos allegados terminaban por destruir todo atisbo de esperanza para ser alguien mejor, llenándolo de culpa de haber hecho todo lo que había hecho, creyendo que era el único que no se había dado cuenta que durante toda su vida jamás había tomado una buena decisión. En ese oscuro pensar bajo las lunas y encima del techo de casa, buscando algo entre toda multitud que le diese la respuesta que tanto; venia buscando. Jamás la encontró en ellas, o quizás, para no ser tan injusto con sus sesiones exhaustas de filosofía, le habían llevado a un camino que indudablemente, en algún momento, en algún tiempo, en alguna vida, podría encontrar la respuesta que tanto había querido escuchar, que encima serias capaz de darle la muerte más serena que alguna vez se haya merecido.

—Todos tenemos metas, todos luchamos por algo, si el resto no está de acuerdo ¿Qué más da? Si cuando nos ven triunfar se quejan y cuando no nos regocijamos de nuestros logros nos llaman mal agradecidos. Te pedirán una mano cuando jamás te la han dado. —Le dijo en el bar, acompañaba a su padre, no era un mal señor, no al menos con él, siempre lo trato con el mayor de los respetos y obligaba a ese pequeño a que le diese la mejor de las atenciones. ¿A él? Un pobre mendigo, roñoso, que podría arrancarte el brazo con tal de poder comer hoy. Y ese angelito tan puro, jamás se quejó de ello, feliz de poder ayudarlo aun si no recibía nada a cambio. Quizás esa fuese su lucha, regresar la ayuda a quienes le habían ayudado. Puede que no sea de las mejores metas, puede que no aspire al dinero, a la fama, o a una casa de lujo, solo quería devolverles el favor, servirles en lo que más pudiese. Cuidar de alguien se sentía a su vez tan bien. Pero por él, sí que podía darles el mayor de los lujos, conseguir un lindo hogar, tener los cachorritos que tanto quisiese, una casa del árbol, ser el sustento económico, traer el plato a la mesa, que compartiría gustosamente con él o con quienes ellos quisiesen.

[CANCELADA]- Plan, Acto Y ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora