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—Voy a cortarte la maldita lengua para que te calles de una puta vez— Solté acorralando en la pared.

La noche anterior no pude decirle absolutamente nada, se había ido con Yoongi para mantener a salvo la corona, no pude ni siquiera acercarme a amenazarlo con señas porque mi nerviosismo estaba apunto de matarme. Seokjin me miró con odio, con demasiado odio que no negare sentirme algo incómodo, era más que obvio que no debía demostrar nada de eso.

—¿Cuándo será el momento que dejes de joderle la vida a las personas?— me sostuvo la mirada—. ¿Tu plan es matar a Yoongi para obtener esa piedra?

—¿Qué mierdas estás diciendo?

—¿Qué planeas, Jack? ¿qué quieres hacer con Yoongi?—

Protegerlo, cuidarlo, quererlo...

—No planeó lastimarlo, solamente quiero esa piedra.

—Pues ahora estarás en mi propio juego porque no será fácil que la obtengas, cuidaré esa piedra y a Yoongi de cualquier idiota que quiera lastimarlo incluso lo cuidaré de ti, porque eres una persona vacía, miserable y asquerosa.

Me empuja zafándose de cualquier agarre dejándome pensativo. Jamás me había dolido las crueles palabras de Seokjin, es más, me entretenían porque ni siquiera afectaban, sin embargo, ahora se siente diferente. Claro que soy todo lo que mencionado, pero ahora que Yoongi me mira con otros ojos y me habla como si fuese la persona más maravillosa del mundo siento que no merezco absolutamente nada de lo que me dice. Yoongi puede ser el rey más despiadado del mundo pero cuando se trata de mí es como si hubiera encontrado a una flor donde debe cuidarla o podría morir. Retiró todo lo dicho, las palabras de Seokjin no son tan dolorosas, porque la manera en la que me mira ahora es la que duele, la forma en que admira todo lo que le he dicho sobre mis habilidades de pelear me hace arder, como sus pupilas están dilatas y el brillo en sus ojos es mucho más extenso así como los rayos del sol se proyectan en el lago más cristalino. Dice que se siente orgulloso de mí de mis heridas y cicatrices, está orgulloso de las pequeñas cosas que para mí son insignificantes. Me arde el pecho. No merezco que me mire o admire algo de mí, pero lo está. Está tomando mi mano con mucho amor, el viento del bosque está haciendo que mis pulmones se excedan de aire, la sangre está fluyendo con rapidez y recorre hasta mis mejillas, puedo sentir la calidez. No tengo la valentía de mirarlo a los ojos, porque muy adentro de ellos está mirando a un héroe donde no existe, y me siento jodido, demasiado, no puedo mostrarte la mejor versión de mí porque no la hay, solo existe un asqueroso ladrón. Sin en cambio, muy dentro de mi pecho quiere sentir sus brazos sobre mi cuerpo, quiere sentir la calidez y la suavidad de sus labios, deseo que acaricie cada parte de mi rostro con la punta de su nariz, anhelo que sus palabras sean susurradas sobre mí oído y su profunda voz erice mi piel.

—¿En que piensas?— levante la mirada algo confuso, nuevamente esa sonrisa, estoy al borde del colapso.

—¡ohm!— trago saliva desviando mi mirada hacia el pasto—. En simples tonterías.

—Esas tonterías son tan interesantes que te hacen sonrojar— se burla, se acomoda un poco más a mi lado chocando su hombro con el mío—. Te ves lindo.

—¡Oh vamos!— río con nerviosismo—. Es vergonzoso que lo digas.

—Es verdad. Hoseok, eres lindo.

Piedra Hope | YoonSeok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora