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Temblar ya se había hecho común en el, era cómo respirar tal vez, algunas veces de dolor y otras de frío, pero la más común; miedo.

Había pasado solo unos minutos de la escena más brutal que Taehyung había visto en su vida, y eso incluía a las cinematográficas, y eso que era amante de Saw, y en lo único que podía pensar era que iba a matarlo.

Después de haber cumplido su objetivo Jeo salió por completo de la habitación, ya ni siquiera se veía enojado al cómo creía que estaba en un inicio, se veía feliz, pero eso al rubio le daba el doble de miedo.

Después de haberse ido, solo pudo ver un punto fijo, el cadaver de su amiga, o bueno de la chica que lo había ayudado, y la culpa, la desesperación y las ganas de matar a su raptor estaban carcomiendo su cerebro.
Seguía en la misma posición del inicio, solo que ahora sus palmas se encontraban cerradas, enterrando sus uñas para poder calmar todo lo que su mente quería decir.
Aún dolía su muñeca, la sutura duró más en crearse que ni lo que le duró en abrirse de nuevo.

Pero en realidad no le importaba al joven en la habitación, pues lo único que tenía en mente era escapar de todo, incluso de su mente.

Y hasta el momento no se había dado cuenta de algo, estaba completamente libre, no tenía ataduras, la puerta estaba abierta, sus piernas ya no dolían, o no les sentía quizá, pero podía caminar. No era consciente de ello, pero es que cuando una persona entra en estado de shock aparecen miles de cosas, las emociones se encuentran a flor de piel.

Son tres las respuestas a un estado así; Huida, lucha o bloqueo. Y Taehyung estaba en realidad bloqueado.

Tan bloqueado que no fue consciente de cuándo Jeo apareció de nuevo, ni de lo que llevaba con el.

-¿Ángel, interrumpo una conversación?- habló Jeo de nuevo en la sala de esa forma tan burlesca que termino sacando a Tae del estado en que se encontraba, avivando la emoción que ganaba entre todas de su cabeza, el odio hacía el Sumo Sacerdote.

La única respuesta que fue dada por el rubio al ser consciente de que Jeo estaba de nuevo en la habitación fue cambiar su mirada, no lo veía más, solo veía a la pared a un lado de el, aquella donde se encontraban colgadas aquellas herramientas que algún día pensó que eran para fines comunes en el día a día.

Pensaba, y realmente lo hacía, no sabia con cuál de todas, quizá con el hacha, o no mejor que sufriera, con la navaja de bolsillo que colgaba de un clavo en aquella grisácea pared, pero lo mataría, le arrancaría pedazo por pedazo de piel después de todo lo que había hecho con el.

Realmente quería creer que algún día podría hacer eso.
Pero como si se tratara de un milagro caído del cielo, vio lo que se encontraba tirado en el suelo escondido debajo del cuerpo de la pelirroja fallecida.
Y le dio Fe, fe de salir de ahí.

-No te preocupes ovejita, tan solo le puse un poco de color en sus dientes- el mayor siguió caminando hacia el rubio al no ver respuesta alguna más que su cambio de mirada. - Ve el lado positivo- dijo señalando el cuerpo de la joven con la boca calcinada- ¡ahora no necesita incrustaciones de oro en sus coronas dentarias!

Riendo al ver que había conseguido lo que quería, la atención del rubio se acercó esperando por su reacción, pero antes de que siquiera pudiera respirar terminó por decir.- aunque tampoco tiene dientes ya.

Tae lo miro perplejo, ¿como alguien podía ser tan inhumano?. Asesinando, secuestrando y torturando personas, y después hacer chistes sobre ellas.
¿Acaso estaba loco?

Realmente este día no tenía para más, estaba total y profundamente cansado, su mente dolía, ya no podía pensar ni siquiera un insulto para su agresor.

LIK | KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora